Prot¨¢goras y Cospedal

El fil¨®sofo sofista Prot¨¢goras, muy apreciado en su tiempo por su sabidur¨ªa, ten¨ªa por norma que fuera el disc¨ªpulo quien aprobara el precio que el maestro ped¨ªa por sus ense?anzas y en caso de estar aquel disconforme deb¨ªa ir a un templo y bajo juramento depositar all¨ª lo que ¨¦l considerase justo. Dolores de Cospedal, tras casi cuatro a?os de Gobierno del PP, neg¨® la corrupci¨®n ¡ªla de su partido, claro est¨¢¡ª y despu¨¦s, ante la obviedad cansina de los hechos, que eran casos aislados. Justificaba que lo gordo de verdad estaba en los otros partidos mientras que lo suyo eran minucias. Ahora se desdice de todo lo anterior y afirma que la corrupci¨®n es transversal a toda la sociedad, por lo que nuestros pol¨ªticos son un mero e inocente reflejo de la podredumbre en la que vivimos inmersos. Que, en definitiva, ellos son solo el espejo en el que nos miramos los corruptos administrados ¡ªsupongo que desahuciados, parados, enfermos en interminables listas de espera¡ª y que, por tanto, recibimos un merecido y just¨ªsimo castigo en forma de impresentables pol¨ªticos por ser como somos. Esta ense?anza de Cospedal, ?cu¨¢nto vale?¡ª Juan Manuel Chica Cruz.