La ¨¦poca dorada de las aut¨¦nticas galer¨ªas Velvet
Durante los a?os cincuenta y sesenta vistieron a la alta sociedad catalana. La tienda Santa Eulalia vend¨ªa alta costura e incluso dise?aban su propia colecci¨®n. Ahora, considerada como una de las mejores tiendas del mundo, se lanza a la venta ¡®online¡¯
?l no se enamor¨® de una modista como Alberto M¨¢rquez (el alter ego de Miguel ?ngel Silvestre), pero, viendo la serie Velvet, a Luis Sans, el propietario de la tienda Santa Eulalia de Barcelona, muchas cosas le recuerdan a su infancia. ¡°Siento que podr¨ªa haber sido nuestra casa. La est¨¦tica est¨¢ muy bien ambientada. La tienda era as¨ª; los talleres eran as¨ª; incluso la relaci¨®n entre los jefes de taller, las encargadas, las clientas¡ es que hasta los despachos est¨¢n muy logrados¡±.
La antigua Santa Eulalia, que se levantaba en el n¨²mero 60 del paseo de Gracia de Barcelona, segu¨ªa la estructura de las maisons de la Avenue Montaigne de Par¨ªs: en el piso de abajo se vend¨ªan los tejidos, en el primero estaban los salones y probadores, y en los superiores, los talleres y la sala de costura. A finales de los cincuenta y principios de los sesenta, la ¨¦poca en la que transcurre la serie y que coincidi¨® tambi¨¦n con ¡°la era dorada¡± de Santa Eulalia, seg¨²n Sans, trabajaban all¨ª unas 750 personas, la mayor parte confeccionando la colecci¨®n de alta costura, que se mantuvo conviviendo con el pr¨ºt-¨¤-porter de producci¨®n propia hasta 1995.
Un miembro de esa numerosa plantilla era Francina D¨ªaz, la modelo catalana que despu¨¦s fundar¨ªa una importante agencia de la que salieron Judit Masc¨®, Fernanda Tavares y Marta Espa?ol, entre otras. Francina, como la conoce todo el mundo, lleg¨® a la casa en 1960, con 18 a?os, siendo ya casi una veterana de la profesi¨®n, puesto que llevaba dos a?os como maniqu¨ª en el taller de Pedro Rodr¨ªguez. ¡°Me fui a Santa Eulalia porque hab¨ªa gente m¨¢s joven y m¨¢s fresca¡±, cuenta. All¨ª, las ocho o diez modelos de plantilla que hac¨ªan una jornada laboral completa esperaban en la ¡°sala de maniqu¨ªes¡±, vestidas ¡°con sost¨¦n, faja y una batita blanca¡±, a que les llamasen los creadores para hacer pruebas o las clientas para comprobar c¨®mo quedaba un vestido antes de encargarlo a medida. La modelo, que ya entonces empezaba a trabajar con fot¨®grafos como Oriol Maspons o Xavier Miserachs, bromea con que pasaba el rato haciendo ganchillo y leyendo a Rabindranath Tagore. Ella es otra aficionada a la serie de Antena 3 y asegura que tambi¨¦n viv¨ªan las tensiones de clase. ¡°Cuando empec¨¦ estaba muy mal visto ser modelo y la mayor¨ªa eran chicas de familia humilde, entonces comenzaba a ponerse de moda entre las ni?as bien¡±. La maniqu¨ª se consideraba ¡°una de las chicas m¨¢s avanzadas¡± y form¨® alianza con las modelos extranjeras, menos mojigatas.
Entonces, los dos puntos calientes del a?o eran los desfiles de las colecciones que se celebraban en el hotel Ritz de Barcelona en septiembre y en febrero, y en los que participaban los llamados ¡°cinco grandes¡± de la costura barcelonesa: Pertegaz, Pedro Rodr¨ªguez, El Dique Flotante, Asunci¨®n Bastida y la propia Santa Eulalia, que tuvo al mismo director creativo (aunque entonces no se llamaba as¨ª) desde 1926 hasta 1970. El reinado de Pedro Formosa, cu?ado del propietario, sobrevivi¨® incluso a la Guerra Civil, cuando Santa Eulalia fue colectivizada y se convirti¨® en una f¨¢brica de uniformes para oficiales del bando republicano. El jefe del comit¨¦ de empresa pas¨® a ser el encargado de la casa, pero visitaba cada semana al antiguo due?o, escondido en casa de unos familiares. ¡°Le preguntaba a mi abuelo qu¨¦ ten¨ªa que hacer. ?l o cualquiera de los otros empleados podr¨ªan haberle delatado y le hubieran fusilado al instante, pero ninguno lo hizo¡±, cuenta el actual propietario.
Pasada la posguerra, las pocas que pod¨ªan permitirse comprar en Santa Eulalia eran las integrantes de esas famosas 300 familias que, seg¨²n se dice, siempre han mandado y siguen mandando en Catalu?a. Tambi¨¦n algunos clientes llegados del resto de Espa?a. Francina recuerda el estilo de Bibis Salisachs, la mujer de Juan Antonio Samaranch, y Sans apunta a la marquesa de Lacambra, que tambi¨¦n era clienta y coleccionista de Balenciaga; la condesa de God¨®, madre del propietario de la empresa que edita La Vanguardia, y la esposa de Luis Matutano, el fundador del imperio de las patatas fritas. ¡°Ten¨ªan un chal¨¦ en Suiza y a ella le gustaba mucho la moda apr¨¨s-ski. Les ped¨ªa a los modistos trajes de noche con motivos alpinos¡±, rememora el due?o de Santa Eulalia. El capricho de la se?ora Matutano resultaba ex¨®tico, pero era habitual que los clientes se hiciesen a medida la ropa de esqu¨ª, golf y equitaci¨®n, raz¨®n por la que en la tienda ten¨ªan a mano una silla de montar: imprescindible comprobar que los pantalones quedaban con el largo correcto al subir al caballo.
El dise?ador Formosa impuso en la casa un estilo ¡°poco ornamental, con mucho equilibrio de l¨ªnea y nada bling bling¡±, dice Charo Mora, historiadora de la moda que sistematiz¨® los archivos de la casa en 2006, cuando se abri¨® la tienda actual, centrada en el pr¨ºt-¨¤-porter de lujo. Ahora, en la que est¨¢ considerada una de las mejores 30 tiendas del mundo seg¨²n el sal¨®n Pitti Uomo de Mil¨¢n, ya no hay alta costura ni colecci¨®n propia, pero s¨ª una sastrer¨ªa masculina (entre sus clientes cuenta con el rey Juan Carlos y el abogado de su hija, Roca Junyent) y una selecci¨®n de ropa multimarca con profusi¨®n de Balenciaga, C¨¦line y Lanvin. Seg¨²n el propietario, que es tambi¨¦n el jefe de compras de la ropa masculina, ¡°hay marcas directamente vulgares, y esas no las vendemos¡±. Sans presume de haber vestido, siempre con estilo discreto, a cinco generaciones de las mismas familias. A partir de febrero lo har¨¢n tambi¨¦n a trav¨¦s de Internet. Los almacenes siguen evolucionando e inauguran su tienda online.
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