Afganist¨¢n, a?o trece

Las ense?as de combate de la OTAN se han arriado formalmente en Afganist¨¢n para dar paso a una nueva fase de apoyo desde la retaguardia a las tropas afganas, entre 12.000 y 14.000 soldados, la mayor¨ªa estadounidenses. Trece a?os despu¨¦s de iniciada, la masiva intervenci¨®n militar occidental, destinada a cambiarlo todo, finalmente ha cambiado poco m¨¢s que las apariencias en el pa¨ªs centroasi¨¢tico, asolado por 40 a?os de guerra e insurgencia.

Los talibanes no han sido derrotados en Afganist¨¢n, pese a los 140.000 soldados que la Alianza lleg¨® a tener all¨ª en algunos momentos. Los terroristas siguen dictando la agenda de Kabul. Sus atentados son numerosos y mort¨ªferos. Pocos datos hay tan elocuentes como que 2014 ha sido el a?o m¨¢s sangriento desde la invasi¨®n. No hay razones para creer que lo que no consigui¨® un despliegue tan formidable vaya a lograrse ahora con la d¨¦cima parte de aquella fuerza. Obama, lejos de anteriores triunfalismos, ha dado marcha atr¨¢s en su decisi¨®n de no implicar a sus tropas en ninguna misi¨®n de combate m¨¢s all¨¢ de este a?o. Lo seguir¨¢n haciendo al menos durante 2015.

El futuro de Afganist¨¢n sigue en el aire 13 a?os despu¨¦s. Los talibanes no parar¨¢n la guerra mientras el poderoso Pakist¨¢n, sacudido a su vez por sus propios yihadistas, mantenga el doble juego de pretender ser aliado de Occidente al tiempo que ofrece refugio, armas y dinero a los integristas afganos. Subestimar el papel paquistan¨ª ha sido un grave error aliado. El entendimiento entre Kabul e Islamabad es imprescindible para alumbrar cualquier horizonte de paz.

Adem¨¢s de cobrarse la vida de decenas de miles de civiles y soldados (espa?oles tambi¨¦n), la guerra es un pozo econ¨®mico sin fondo. Solo EE UU lleva gastados m¨¢s de 100.000 millones de d¨®lares, de los que una buena parte han sido dilapidados o robados en los pasillos del poder en Kabul, bajo el expresidente Karzai. Washington y sus aliados seguir¨¢n desembolsando unos 5.000 millones anuales hasta 2017 para pagar al Ej¨¦rcito y la polic¨ªa locales.

Kabul tiene un nuevo Gobierno, formado por el presidente Ghani y su directo rival en las elecciones, Abdullah, pero est¨¢ por verse c¨®mo funcionar¨¢ esa bicefalia, prometedora sobre el papel. Si algo ha quedado claro en Afganist¨¢n es que importa poco cu¨¢ntos soldados o millones se pongan a disposici¨®n de un pa¨ªs si sus ciudadanos no impulsan un Gobierno honesto y competente, capaz de asumir con todas sus consecuencias las riendas de su propio destino.