Guggenheim, la marca global del arte
Con motivo de la d¨¦cima edici¨®n del Hugo Boss Art Prize auspiciado por el Museo Guggenheim de Nueva York, viajamos al coraz¨®n de una instituci¨®n que extiende sus tent¨¢culos de Bilbao a Abu Dabi, pasando por Venecia Sus responsables explican por qu¨¦ el patrocinio representa la salvaci¨®n del arte contempor¨¢neo.
Segundos despu¨¦s de anunciar en conferencia de prensa a Paul Chan (Hong Kong, 1973) como flamante ganador de la d¨¦cima edici¨®n del Hugo Boss Art Prize, el director del Museo Guggenheim de Nueva York, Richard Armstrong, casi dos metros enfundados en un impecable traje de sastre gris marengo y corbata a juego con sus poderosos ojos azules, calva prominente, barba blanca recortada al mil¨ªmetro y rostro de lobo estepario, accede a conversar fuera de los focos. En el hall de este buque insignia de la escena art¨ªstica neoyorquina liderado por Armstrong (Kansas, EE UU, 1949) est¨¢ a punto de arrancar con gran pompa la fiesta de los galardones que la Solomon R. Guggenheim Foundation auspicia en su emblem¨¢tica sede de la Quinta Avenida desde hace casi veinte a?os en colaboraci¨®n con la firma de moda alemana Hugo Boss. Una alianza de las muchas que esta instituci¨®n mantiene en asuntos de mecenazgo por una cuesti¨®n de pura supervivencia.
¨C?Piensa usted, se?or Armstrong, que el arte contempor¨¢neo necesita hoy este tipo de patrocinios para sobrevivir?
¨CDesde mi experiencia, la idea de programar exposiciones, coleccionar obras y mantener abierto un museo se ha convertido en algo cada vez m¨¢s costoso. Algunas instituciones cuentan con la ayuda del presupuesto p¨²blico. El Guggenheim de Nueva York no tiene mucho apoyo en este sentido. Las alianzas en busca de financiaci¨®n son cruciales. Pero el Hugo Boss Art Prize va m¨¢s all¨¢ de los 100.000 d¨®lares que esta firma de moda concede al ganador. Se ha convertido en una cita m¨¢s del panorama art¨ªstico global, tanto por la integridad de las decisiones del jurado como por los creadores cuyo trabajo ha reconocido a lo largo de la historia. Esta uni¨®n entre moda y arte contempor¨¢neo fue una de las primeras, si no la primera, en este tipo de patrocinios. Y probablemente la m¨¢s fruct¨ªfera. Nosotros, desde el Guggenheim, controlamos la parte art¨ªstica. Ellos financian el premio y nos ayudan a organizar grandes exposiciones con artistas emergentes.
De verbo franco y claro, este preboste del arte contempor¨¢neo es poco amigo de los rodeos. Sucesor de Thomas Krens, el hombre que estuvo 20 a?os al frente de la instituci¨®n convirti¨¦ndose en impulsor internacional de la marca Guggenheim desde Bilbao hasta Abu Dabi (cuya apertura est¨¢ prevista para 2017 con una sucursal firmada, como la bilba¨ªna, por el afamado arquitecto Frank O. Gehry), ?Armstrong se puso al tim¨®n de la Solomon R. Guggenheim Foundation y de la sede neoyorquina de su red de museos desde 2008, cuando la entidad quiso recuperar precisamente el protagonismo de la matriz de Nueva York tras los a?os de apertura internacional. Ahora acaba de ultimar la renovaci¨®n del acuerdo que hace 20 a?os firm¨® la Solomon R. ?Guggenheim Foundation para lanzar la sucursal bilba¨ªna, dirigida por Juan Ignacio Vidarte y que el a?o pasado recibi¨® cerca de un mill¨®n de visitantes (en su mayor¨ªa extranjeros). Armstrong se derrite en elogios hacia la capital vizca¨ªna, sin escatimar piropos hacia Vidarte ¨C¡°uno de mis mejores aliados¡±¨C ni dejar de ensalzar la figura del fallecido alcalde I?aki Azcuna: ¡°Un hombre de una integridad inquebrantable que form¨® parte del patronato y a quien admir¨¦ enormemente¡±.
¡°Al renovar nuestro acuerdo con bilbao mantenemos uno de los mejores museos de europa¡±
Richard Armstrong, director de la Solomon R. Guggenheim Foundation
No en vano Bilbao supuso hace dos decenios el comienzo de la expansi¨®n de la nutrida colecci¨®n del Guggenheim, muchas de cuyas obras viven hoy itinerantes entre sus sedes internacionales. ¡°No olvidemos que Guggenheim es una marca global en s¨ª misma, como ustedes saben bien en Espa?a¡±, apunta ?Armstrong. ¡°Luego llegaron las sedes de Berl¨ªn [hoy clausurado], Venecia, Abu Dabi¡ Para m¨ª es importante la renovaci¨®n del acuerdo con Bilbao porque mantenemos uno de los mejores museos de Europa. Y m¨¢s all¨¢, debo decirle que supone para Espa?a un s¨ªmbolo de confianza en la inversi¨®n¡±.
¨CYa barajaron en su d¨ªa otras sedes espa?olas antes de decantarse por Bilbao. ?Se plantear¨ªan dejar tambi¨¦n su huella hoy en la escena muse¨ªstica de la capital madrile?a?
?¨CMmmmm¡ Nuestros amigos del Centro de Arte Reina Sof¨ªa no estar¨ªan muy contentos si eso ocurriera.
Las luces de la ciudad iluminan la g¨¦lida noche invernal neoyorquina mientras una nutrida selecci¨®n de estrellas van dej¨¢ndose caer por una alfombra roja que conduce al interior de la sede que Frank Lloyd Wright proyect¨® frente a Central Park hace medio siglo para acoger el museo de Solomon R. Guggenheim, insigne fil¨¢ntropo y coleccionista estadounidense que cre¨® la fundaci¨®n que lleva su nombre con el fin de difundir el arte contempor¨¢neo. Los flases de los fot¨®grafos congregados para cubrir la fiesta de la d¨¦cima edici¨®n del Hugo Boss Art Prize disparan a quemarropa ante la llegada de la actriz Margot Robbie, inolvidable esposa de Leonardo DiCaprio en El lobo de Wall Street, quien no duda en posar un buen rato, con el cabello rubio oxigenado recogido en un mo?o y luciendo un espectacu?lar traje de chaqueta-pantal¨®n al lado del dise?ador de la l¨ªnea femenina de Hugo Boss Jason Wu.
Desde el otro lado, el puramente art¨ªstico, una hora antes de que corriera el champ¨¢n en su honor por el hall circular del Guggenheim, el ganador de estos premios, Paul Chan, esperaba su momento de gloria en una dependencia del museo presidida por un retrato al ¨®leo de Solomon R. Guggenheim de un metro por un metro y medio firmado por sir William Orpen y en el que el fil¨¢ntropo aparece vestido con su sempiterno traje de tres piezas. Nacido en Hong Kong en 1973 y criado en Omaha (Nebraska), Paul Chan es menudo y lleva un peinado revuelto que acent¨²a su cara de pillo. Vestido con un traje negro y una corbata a medio anudar, se muestra tan ir¨®nico y mordaz en persona como sus creaciones, que transitan desde los v¨ªdeos hasta las instalaciones, esculturas y performances. ¡°Es un honor recibir este reconocimiento y a la vez una contradicci¨®n, pues si algo he tratado toda mi vida es no ser reconocido como artista¡±.
Sagaz hijo de una profesora de Biolog¨ªa y de un empresario dedicado a la importaci¨®n y exportaci¨®n de mercanc¨ªas, Chan lleg¨® a Nebraska siendo un ni?o y empez¨® a buscar otros universos para escapar del fr¨ªo. As¨ª encontr¨® a Beckett y a tantos otros creadores que han inspirado su obra. Estudi¨® en Chicago y se mud¨® a Nueva York en los noventa, donde encontr¨® el caldo de cultivo id¨®neo. Aqu¨ª ha fundado exitosas iniciativas como Bandlands Unlimited, un proyecto editorial en papel contra corriente en estos tiempos de frenes¨ª digital. ¡°Desde mi experiencia, creo que el p¨¢nico al fin de la edici¨®n en papel era m¨¢s intenso hace un par de a?os¡±, desaf¨ªa ante cualquier esc¨¦ptico. Llegado el momento de escuchar su nombre p¨²blicamente como protagonista de la velada, una mujer vestida de negro de baja estatura, rostro afilado y cuerpo fibroso se acerca hasta Paul Chan para acompa?arle hasta el evento en su honor.
La mujer de aura misteriosa es Nancy Spector, legendaria comisaria jefa del Guggenheim neoyorquino y una de las personalidades m¨¢s respetadas de la escena art¨ªstica global. ¡°Lo que m¨¢s me atrae de la obra de Paul Chan¡±, concede Spector, ¡°es su capacidad de transmitir su conciencia social con ¨¦xito de forma multidisciplinar, desde los v¨ªdeos hasta las esculturas, instalaciones, su faceta de editor con Bandlands Unlimited¡ Su representaci¨®n tras el hurac¨¢n Katrina de Esperando a Godot en New Orleans me pareci¨® sublime, as¨ª como la espiritualidad y la belleza de sus obras¡±.
Adem¨¢s de embolsarse los 100.000 d¨®lares del Hugo Boss Art Prize tras imponerse ante los finalistas Sheela Gowda (Bhadravati, India, 1957), Camille Henrot (Par¨ªs, 1978), ?Hassan Khan (Londres, 1975) y Charline von Heyl (Mainz, Alemania, 1960), Paul Chan tendr¨¢ oportunidad de inaugurar una exposici¨®n individual en este museo durante la pr¨®xima primavera. Es el privilegio del ganador desde 1996, cuando comenzaron a concederse estos galardones de car¨¢cter bianual para reconocer el trabajo de artistas emergentes con talento consolidado. El estadounidense Matthew Barney conquist¨® la primera edici¨®n. Entre los finalistas de a?os siguientes se han encontrado nombres que despu¨¦s han demostrado su val¨ªa en la escena del arte contempor¨¢neo como Maurizio Cattelan (Padua, 1960), quien protagoniz¨® en 2011 una sonada exposici¨®n en este Guggenheim neoyorquino, y Olafur Eliasson (Copenhague, 1967), as¨ª como el ganador del a?o 2010: el alem¨¢n Hans-Peter Feldmann, quien a sus 70 a?os no dud¨® en empapelar con 100.000 billetes de un d¨®lar una de las salas de la pinacoteca anfitriona durante su muestra individual al a?o siguiente. En los dos ¨²ltimos decenios han recibido estos galardones y expuesto en el Guggenheim desde el videoartista escoc¨¦s Douglas Gordon hasta la arquitecta eslovena Marjetica Potrc; se ha reconocido el talento de las instalaciones del franc¨¦s Pierre ?Huyghe y el tailand¨¦s Rirkrit Tiravanija, as¨ª como los v¨ªdeos de Patty Chang (ganadora en 2008) que critican la imagen ¡°orientalizante¡± de la mujer en Asia. Todo para fomentar, como quiso el entonces director del Guggenheim, Thomas Krens, con la creaci¨®n de estos galardones ¡°las m¨¢s innovadoras y cr¨ªticamente relevantes corrientes culturales de nuestro tiempo¡±.
Desde el otro lado de esta alianza, Hjoerdis Kettenbach, responsable corporativa de Hugo Boss, implicada en estos premios casi desde su arranque en 1996, explica que ¡°con la creaci¨®n de los mismos se pretendi¨® hace casi 20 a?os establecer una acci¨®n de patrocinio que ofreciese una reputaci¨®n y perdurase en el tiempo. Esta firma supo ver antes que muchos competidores el potencial de este tipo de alianzas con el mundo del arte, que al fin y al cabo tiene mucho que ver con la moda. Hoy es algo normal. Hace dos decenios, el patrocinio en Europa no estaba tan establecido como ahora. Para nosotros, venir a Estados Unidos, donde exist¨ªa una dilatada trayectoria en esta cuesti¨®n, fue algo l¨®gico. Y apareci¨® la Solomon R. Guggenheim Foundation, que ya ten¨ªa puestas sus miras en nuestro continente, con el desarrollo de sedes de sus museos en Bilbao, Venecia y Berl¨ªn. Probablemente pensaron que aliarse con una compa?¨ªa alemana como Hugo Boss ser¨ªa interesante. Y los intereses confluyeron¡±.
Muchos a?os despu¨¦s, los pactos de mecenazgo entre las esferas de la moda y el arte pertenecen hoy al paisaje muse¨ªstico planetario, como dejan patente desde la reci¨¦n inaugurada sede parisiense de la Fundaci¨®n Louis Vuitton, con otro espectacular edificio firmado por Frank O. Gehry, o la consolidada Fundaci¨®n Fran?ois Pinault en Venecia. El lujo ha encontrado una p¨¢tina de respetabilidad en los museos; y estos ¨²ltimos, una suculenta v¨ªa de subsistencia. Una tendencia a la que cabe sumar las ambiciones de expansi¨®n internacional de los propios museos como marcas globales, sobre las que la Fundaci¨®n Solomon R. Guggenheim tambi¨¦n demostr¨® posicionarse con actitud visionaria. Como ¨²ltimos ejemplos en Espa?a que han seguido la estela encontramos la nueva sede del Centro Pompidou que se fragua para esta primavera en M¨¢laga, cuyo Ayuntamiento ya ha emprendido la consiguiente b¨²squeda de patrocinadores privados para aligerar el mantenimiento del museo (previsto en cuatro millones de euros anuales). Es la pescadilla que se muerde la cola. La esponsorizaci¨®n del arte, insiste Nancy Spector, comisaria del ?Guggenheim, ¡°ayuda a ser competitivos en este contexto; por otra parte, la moda, un universo especialmente creativo, siempre ha mirado al arte, y me parecen acuerdos naturales¡±.
¡°La vertiente del arte que m¨¢s me interesa es la que plantea apuestas provocadoras y m¨¢s preguntas que respuestas¡±
Nancy Spector, comisaria jefa del Museo Guggenheim
de Nueva York
Al d¨ªa siguiente de la fiesta en el Guggenheim, Nancy Spector accede a conversar en su luminoso despacho con vistas a Manhattan. Con cierto aire de resaca de galardones, Spector explica que ¡°salvo algunas excepciones, como la de Hans-Peter Feldmann, el Hugo Boss Art Prize ha reconocido casi siempre a creadores emergentes o en proceso de consolidado despegue; he estado implicada en estos galardones desde el principio y puedo decir que esta cita genera expectaci¨®n cada dos a?os por saber a qui¨¦n habr¨¢ elegido el Guggenheim y por qu¨¦: solo hay que ver el tr¨¢fico que se gener¨® anoche en Twitter al anunciar el nombre de Paul Chan¡±.
La mujer a quien The New York Times defini¨® en un art¨ªculo simplemente como ¡°The curator¡± (la comisaria), una de las m¨¢s respetadas de su gremio, para quien lo ¨²nico necesario para ganarse ese honor es ¡°contar con la confianza de los artistas¡±, recibe en la planta 19? del 345 de Hudson Street, cuartel general de la instituci¨®n. A media tarde de un viernes, la hija adolescente de Spector trastea con un ordenador en una esquina del despacho forrado de libros. Su madre asegura que ella es tambi¨¦n una apasionada del arte y est¨¢ deseando llevarla de viaje a Madrid ¡°para que vea el Guernica¡±.
La primera aproximaci¨®n de Spector a la creatividad tuvo lugar con la danza. Adem¨¢s de su constituci¨®n fibrosa, parece mantener la disciplina de quienes han transitado por ese mundo. ¡°Y tambi¨¦n influye en la mirada hacia mi trabajo, pues las manifestaciones que m¨¢s me interesan tienen que ver con la performance, con la interacci¨®n y la representaci¨®n¡±. Comisaria del Guggenheim neoyorquino desde 1989, tiene proyectos en marcha para 2019 y 2020. Ha programado algunas de las muestras m¨¢s relevantes de esta instituci¨®n, as¨ª como exposiciones de impacto mundial como la dedicada a la obra de F¨¦lix Gonz¨¢lez Torres en la Bienal de Venecia 2007. Despu¨¦s de tantos a?os expuesta ante los cr¨ªticos m¨¢s feroces de la disciplina, asegura no estar cansada de los vaivenes y las presiones de este negocio. ¡°?Quiere saber por qu¨¦ sigo todav¨ªa aqu¨ª? Mi objetivo siempre ha sido plantear apuestas provocadoras, que ofrezcan m¨¢s preguntas que respuestas. Esa es la vertiente del arte que m¨¢s me interesa. Ideas que pueden inspirar cambios en el mundo, algo inherente a esta instituci¨®n. Si la consideramos como una marca global, esa ser¨ªa su verdadera impronta. Y mientras logremos mantener alianzas que nos permitan ser competitivos seguir¨¢ existiendo ese sello Guggenheim¡±.
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