A?o de riesgos
Los enfrentamientos electorales no deben impedir el debate de fondo sobre reformas pol¨ªticas
Las fuerzas pol¨ªticas tienen que dejar de bracear en medio de la confusi¨®n y centrarse en la preparaci¨®n de ofertas claras para someterlas al veredicto de las urnas, que en 2015 se abrir¨¢n en los municipios y la mayor parte de las autonom¨ªas, adem¨¢s de la obligada convocatoria de elecciones generales y de las que puedan producirse fuera de agenda ¡ªcomo en Catalu?a. Antes de que comiencen las hostilidades, hay que exigir a los dirigentes la lucidez y el coraje de no llevar los enfrentamientos hasta una suerte de guerra civil fr¨ªa e in¨²til. No hay que complicar m¨¢s las tensiones existentes ni alimentar la desconfianza de la sociedad sobre la forma en que se ejerce la pol¨ªtica; de sus malos efectos da buena cuenta el dato de que el a?o comienza con m¨¢s de 2.000 imputados en causas judiciales por corrupci¨®n.
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Los enfrentamientos a cara de perro van a ser inevitables en un periodo que se anuncia en t¨¦rminos de transformaci¨®n y catarsis. Aun as¨ª, ninguna fuerza responsable deber¨ªa contribuir al caos; las elecciones se ganan principalmente en los espacios moderados, y eso lo tiene en cuenta hasta la nueva alternativa radical. De ah¨ª la ambig¨¹edad ideol¨®gica exhibida por Podemos, sus reivindicaciones transversales y el af¨¢n de ocupar ¡°la centralidad¡±.
Asunto distinto es la necesidad de reinventarse por parte de las fuerzas que se han alternado en el poder. Y en ese terreno, el Partido Popular se juega la enorme posici¨®n de predominio de que dispone en las instituciones estatales, numerosas autonom¨ªas y ciudades clave. La gesti¨®n de la emergencia econ¨®mica ha consumido el grueso de los tres a?os que lleva Mariano Rajoy al frente del Gobierno, durante los cuales poco o nada ha hecho por abordar problemas pol¨ªticos de fondo, pese a la confortable mayor¨ªa parlamentaria que le habr¨ªa permitido llevar la iniciativa. Intenta afrontar el juicio de las urnas confiado en el balance de la gesti¨®n econ¨®mica, pero dif¨ªcilmente el presidente y su partido tendr¨¢n ¨¦xito sin ser convincentes en el terreno pol¨ªtico y en la correcci¨®n radical de la corrupci¨®n.
A su vez, la salida a la superficie de Podemos est¨¢ forzando la l¨ªnea de cambio del PSOE, que no debe dejarse arrastrar hasta el desdibujamiento de un proyecto propio. Es hora tambi¨¦n de que Podemos despeje la ambig¨¹edad sobre sus intenciones, veladas tras la construcci¨®n de un f¨¦rreo n¨²cleo dirigente. Y a todo este cuadro de riesgos debe a?adirse la persistente amenaza secesionista, sostenida por el independentismo catal¨¢n.
Cualquiera que sea el grado de enfrentamiento al que lleven los procesos electorales, es indispensable preservar las condiciones que permitan pactar reformas tan necesarias como la constitucional. Y si las urnas confirman la pluralidad del electorado, observada por los auscultadores de la opini¨®n p¨²blica, tampoco hay que asustarse en caso de que sea preciso pactar soluciones de gobierno. Cierto que la transacci¨®n pol¨ªtica es muy dif¨ªcil en una sociedad tensionada e irritada, pero es el recurso normal en tantos otros pa¨ªses multipartidistas de Europa. Tambi¨¦n esto hay que aprenderlo a lo largo de 2015. Resolver democr¨¢ticamente las diferencias no es incompatible con la creaci¨®n de las condiciones necesarias para limpiar la democracia de impurezas y reparar las zonas desgastadas.
Es evidente la indeterminaci¨®n en que vivir¨¢ este pa¨ªs hasta que se constituyan los nuevos poderes emanados de las urnas. Por dif¨ªcil que sea, es deseable que los estados mayores de la pol¨ªtica orienten el largo proceso electoral de manera que despeje inc¨®gnitas y precise reformas que sean el revulsivo capaz de devolver a la sociedad espa?ola la confianza perdida en las instituciones.
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