No caben tantas tertulias en la radio

Todos tenemos un grupo de amigos con el que derrochamos parte de nuestro tiempo en discusiones sobre asuntos de indudable inter¨¦s. En ocasiones es el abogado, amigo de infancia, el que se desespera con las carencias de nuestro sistema sanitario; otras veces nuestro compa?ero de la oficina es el que se indigna ante la ineficacia del servicio de prevenci¨®n de incendios y con frecuencia es el hijo de la t¨ªa Angelita, que pas¨® varios a?os en Alemania, el que critica las pol¨ªticas de desarrollo econ¨®mico en los pa¨ªses del sur. Los camareros de los locales que frecuentamos nos miran resignados cuando entramos por la puerta, seguros de que compensaremos con una propina el jaleo del debate.

Tertulianos con m¨¦ritos parecidos inundan con sus opiniones espacios radiof¨®nicos que deber¨ªan estar reservados para el entretenimiento, la cultura y la informaci¨®n. Hoy, para nuestra desgracia, la frivolidad compite con la corrupci¨®n. Sobran ejemplos.

No podemos permitirnos tantas tertulias en la radio: no hay sitio, en el espectro de frecuencias radioel¨¦ctricas, para tantas emisoras como bares tenemos en Espa?a.¡ª Luis Jos¨¦ Arnal.