?Espa?a fuera de la OTAN?
Ning¨²n pa¨ªs europeo puede garantizar por s¨ª solo su defensa y seguridad frente a las nuevas amenazas
Las recientes declaraciones del l¨ªder de una fuerza pol¨ªtica emergente espa?ola sobre su intenci¨®n de promover la salida de Espa?a de la Alianza Atl¨¢ntica, en caso de llegar al poder, traen de nuevo a la actualidad una vieja pol¨¦mica de la transici¨®n pol¨ªtica (OTAN de entrada NO), que se solvent¨® con el resultado favorable a la integraci¨®n, en el pol¨¦mico refer¨¦ndum de marzo de 1986.
Con independencia de un debate necesario sobre el tiempo de validez que se debe conceder a una consulta de este tipo, es necesario que cualquier fuerza pol¨ªtica relevante sea consciente de que en un mundo globalizado como el que vivimos, con amenazas tan importantes como el yihadismo radical, la guerra cibern¨¦tica o la posible proliferaci¨®n nuclear, ni Espa?a ni ning¨²n pa¨ªs europeo puede garantizar por s¨ª solo su propia seguridad y defensa, ni siquiera Francia o Reino Unido, que gastan en esta cuesti¨®n cuatro veces m¨¢s que nosotros. Es imprescindible buscar cooperaci¨®n y sinergias con otros para enfrentar los m¨²ltiples riesgos con ciertas garant¨ªas y contribuir a la seguridad global.
Si aceptamos esta premisa, no ser¨ªa buena idea abandonar la OTAN unilateralmente, sin tener una alternativa, pues esto dejar¨ªa a Espa?a fuera de la cobertura de nuestros aliados y aumentar¨ªa los riesgos, sin comportar ninguna ventaja para los ciudadanos espa?oles. Parece mucho m¨¢s juicioso y realista cooperar con nuestros socios europeos en la b¨²squeda de una soluci¨®n que permita garantizar la seguridad colectiva del continente, creando un sistema adaptado al escenario estrat¨¦gico actual, y en particular, a la propia existencia de la Uni¨®n Europea.
El Tratado del Atl¨¢ntico Norte fue firmado hace 65 a?os, en un contexto de guerra fr¨ªa muy diferente del actual, y cuando Estados Unidos, el vencedor de la II?Guerra Mundial, era la ¨²nica potencia capaz de garantizar la seguridad de Europa occidental. Su organizaci¨®n operativa, la OTAN, se cre¨® en los a?os siguientes, orientada exclusivamente a la defensa contra un hipot¨¦tico ataque de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Aunque a partir de la ca¨ªda de ¨¦sta, en 1991, la OTAN se ha ido adaptando a la nueva situaci¨®n y a las actuaciones fuera de ¨¢rea, hasta liderar una operaci¨®n tan importante como la de Afganist¨¢n, su estructura pol¨ªtica y militar es esencialmente la misma que en los a?os sesenta y consagra una hegemon¨ªa de Estados Unidos, que ostenta siempre la jefatura militar adem¨¢s de reservarse en la pr¨¢ctica la ¨²ltima decisi¨®n. Esta es la consecuencia de que una gran potencia se relacione con otros 27 pa¨ªses mucho m¨¢s peque?os, incapaces de defenderse en solitario, y cuyo presupuesto de defensa individual es, en el mejor de los casos (Reino Unido), 12 veces inferior al suyo.
Cuando se fund¨® la Alianza Atl¨¢ntica, Europa estaba arruinada y partida en dos, y no hab¨ªa alternativa
Cuando se fund¨® la Alianza Atl¨¢ntica, Europa estaba arruinada y partida en dos, y no hab¨ªa alternativa. Pero ahora existe una Uni¨®n Europea, que desde el punto de vista econ¨®mico est¨¢ ¡ªen su conjunto¡ª por encima de los EE?UU, y ¨¦ste es un hecho de importancia estrat¨¦gica mayor, que cambia el equilibrio de fuerzas y debe tener su reflejo tambi¨¦n en las relaciones con el gran amigo americano, incluidas las de seguridad. La vocaci¨®n de uni¨®n pol¨ªtica de la UE debe incluir necesariamente, en el futuro, la capacidad de garantizar su propia defensa, porque no existe soberan¨ªa real ni posibilidad de actuaci¨®n internacional aut¨®noma, sin ser autosuficientes en esta materia. As¨ª lo prev¨¦ el Tratado de la UE consolidado en su art¨ªculo 42, cuyo aparatado 7 incluye una cl¨¢usula de asistencia mutua, aunque condicionada (a¨²n) a los compromisos con la OTAN de los Estados miembros que pertenecen a ella. El avance hacia la defensa com¨²n europea no implica la ruptura de los v¨ªnculos trasatl¨¢nticos de seguridad, que aportan estabilidad, pero s¨ª una nueva relaci¨®n adaptada a la realidad actual.
La soluci¨®n ser¨ªa, en consecuencia, la construcci¨®n de una defensa europea com¨²n ¡ªbasada en la soberan¨ªa compartida¡ª en el marco de la UE, con su propia estructura de mando y fuerzas, que se responsabilizara de la seguridad colectiva de todos los Estados miembros, y ¡ªuna vez que fuera operativa¡ª la sustituci¨®n del Tratado del Atl¨¢ntico Norte por otro entre Estados Unidos y la UE que garantizase la asistencia mutua entre las partes, con los mismos deberes y derechos, sin perjuicio de que cualquiera de ambos actores pudiera actuar en solitario, y al que podr¨ªan adherirse otros pa¨ªses actualmente miembros de la OTAN y que no lo son de la UE.
Pretender una soberan¨ªa absoluta de Espa?a en solitario es ut¨®pico en estos momentos y lo ser¨¢ m¨¢s en el futuro, sobre todo si no queremos aumentar nuestro gasto en defensa, porque el primer requisito de la soberan¨ªa es tener la capacidad de ejercerla. Compartirla con nuestros socios europeos, con los que ya compartimos econom¨ªa y pol¨ªtica, en igualdad de condiciones, a trav¨¦s de una defensa com¨²n, es una soluci¨®n razonable que garantizar¨ªa la supervivencia de todos y la protecci¨®n de nuestros valores e intereses comunes, y permitir¨ªa cambiar la relaci¨®n de dependencia de los EE?UU en materia de seguridad por otra m¨¢s equilibrada y aut¨®noma que facilitase la independencia de la acci¨®n exterior de la UE en el escenario global.
Jos¨¦ Enrique de Ayala, ex Jefe de Estado Mayor del Cuerpo de Ej¨¦rcito Europeo, es miembro del Consejo de Asuntos Europeos de la Fundaci¨®n Alternativas.
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