Dub¨¢i, la meca del lujo
El emirato ¨¢rabe sufri¨® los estragos de la gran recesi¨®n y logr¨® esquivarlos gracias a un reino vecino. Ahora revalida su poder como epicentro mundial del consumo de alta gama.
Impecable y puntual, el magnate de la construcci¨®n Mohamed Alabbar (Dub¨¢i, 1958) entra sigilosamente en la habitaci¨®n vestido con una kandura blanca reci¨¦n planchada. Se sienta en un amplio sof¨¢ gris e inicia una conversaci¨®n informal sobre el caluroso noviembre que se ha vivido en Dub¨¢i este a?o. La pared situada a su derecha proyecta sombras chinas en las que un grupo de beduinos camina por el desierto junto a sus camellos. Ning¨²n otro detalle de la sala remite a nada relacionado con Oriente Pr¨®ximo.
La cita tiene lugar en una sala privada del hotel Armani, en la planta baja del edificio m¨¢s alto del mundo. Emaar Properties, compa?¨ªa que lidera Alabbar, fue responsable de levantar este mastodonte en forma de espiral que en un principio se iba a llamar Burj Dubai. Cuando la crisis econ¨®mica asol¨® la ciudad en 2009, el jeque de Abu Dabi (y presidente de Emiratos ?rabes Unidos), Khalifa bin ?Zayed bin Sultan Al Nahyan, prest¨® 8.000 millones de euros a sus vecinos para reflotar las cuentas. En agradecimiento, Mohamed bin Rashid Al Maktoum, conocido como el jeque Mohamed y mandatario de Dub¨¢i, bautiz¨® su r¨¦cord Guinness como Burj Khalifa.
Los 828 metros de altura de esta imponente torre, desde cuyos pisos superiores se divisa toda la ciudad y parte del desierto, que irrumpe abruptamente en el horizonte, se alzaron como demostraci¨®n palpable de la hegemon¨ªa de Dub¨¢i. Era una manera de decir al planeta: ¡°Miradnos, estamos aqu¨ª y somos capaces de grandes cosas¡±. El escenario no se parece en nada a la ciudad en la que creci¨® Alabbar. ¡°Hasta que cumpl¨ª los 14 a?os no tuvimos agua corriente ni electricidad en casa. La gente no se alojaba en viviendas de ladrillo y cemento, sino en refugios de hojas de palma. Fue la pasi¨®n de nuestros jeques por cambiar nuestra calidad de vida y fomentar el crecimiento la que desencaden¨® todo esto. Empezamos a mejorar y tuvimos carreteras, electricidad, hospitales, colegios¡¡±.
Tres d¨ªas antes de la cita con el se?or ?Alabbar, Franca Sozzani, directora de Vogue Italia, presentaba en la ciudad la segunda edici¨®n de la Vogue Fashion Dubai Experience (VFDE). Este encuentro, organizado en colaboraci¨®n con Emaar, promueve una cultura de la moda que vaya m¨¢s all¨¢ de las compras (un cap¨ªtulo en el que la ciudad ya tiene matr¨ªcula de honor) e incluye en su agenda desfiles de talentos locales, conferencias y exposiciones.
El evento se logr¨® gracias a la persistencia de Mohamed Alabbar, que viaj¨® a Mil¨¢n en 2012 para convencer a Sozzani de que organizar algo juntos era una buena idea. ¡°Me dijo que por el centro comercial que hab¨ªan inaugurado en 2008, The Dubai Mall, pasaban al a?o m¨¢s de 60 millones de personas y me pareci¨® incre¨ªble. As¨ª que le contest¨¦: ¡®Tienes las visitas, tienes el emplazamiento y nosotros te traeremos la creatividad¡±, recuerda la directora de Vogue Italia mientras remueve con una cucharilla su taza de t¨¦ justo despu¨¦s de la inauguraci¨®n de la VFDE. Est¨¢ sentada en uno de los lounges de este centro comercial, el m¨¢s grande y transitado del mundo (seg¨²n los datos que maneja Emaar, termina 2014 con una cifra r¨¦cord de visitantes: 80 millones), y no duda en reconocer que hace cinco a?os no ten¨ªa ni idea de qu¨¦ era Dub¨¢i. ¡°Sab¨ªa que estaba creciendo, sufri¨® la crisis y ahora se est¨¢ renovando. La imagen que daba no era muy buena, porque se ve¨ªa como un Las Vegas para las compras, pero cuando llegu¨¦ descubr¨ª que no ten¨ªa nada que ver: es como una peque?a parte de Nueva York en mitad del desierto, y este lugar tiene potencial para convertirse en el gran centro de la moda. Para firmas como Chanel o Louis Vuitton ya est¨¢ entre los primeros mercados del mundo¡±.
La megaloman¨ªa urban¨ªstica, que ha modificado radicalmente el horizonte de la ciudad en un abrir y cerrar de ojos, ha reportado muchos beneficios a los emirat¨ªes. El turismo se aloja en sus cuidados y ostentosos hoteles, mientras que los expatriados viven en lujosas villas en la Marina o en The Palm Islands cuyo alquiler puede oscilar en torno a 50.000 euros al a?o. Hay adolescentes locales que van al instituto al volante de un Porsche. Si hay alguien que decide usar el transporte p¨²blico, disfrutar¨¢ del aire acondicionado en todas las paradas.
El descubrimiento de pozos de crudo en los a?os sesenta y la llegada de los petrod¨®lares permitieron al jeque Rashid bin Saeed Al Maktoum (en el cargo desde 1958 hasta su fallecimiento en 1990) transformar su poblado de recolectores de perlas en una ciudad moderna y ambiciosa, nutrida de infraestructuras para prosperar en un escenario pospetr¨®leo. Al fin y al cabo, ten¨ªan mucho menos oro negro que sus vecinos. Sus premisas fueron claras: ten¨ªan que convertirse en el epicentro de la regi¨®n. El jeque Rashid, padre del actual jeque Mohamed, inaugur¨® un ?aeropuerto, cre¨® (y ampli¨®) el puerto comercial y a las afueras alz¨® el World Trade Center, un edificio destinado a convertirse en centro de negocios internacional. Arrancaba as¨ª una zona de libre comercio donde gran cantidad de multinacionales (desde Microsoft hasta CNN, pasando por Oracle y Reuters) han establecido sus sedes por los grandes beneficios que encuentran: exenci¨®n de impuestos, obtenci¨®n del terreno en propiedad, posibilidad de crear una cuenta en un banco local, confidencialidad absoluta¡ Una propuesta tan exitosa y rentable (seg¨²n el libro Doing Business and Investing in the UAE, publicado por IBP el pasado a?o, en estas zonas se han establecido m¨¢s de 5.000 empresas de 80 pa¨ªses diferentes y su volumen de negocio ya supera los 3.000 millones de euros) que otros pa¨ªses del Golfo, como Qatar, ya est¨¢n imitando la f¨®rmu?la.
¡°Todo lo que Rashid hizo fue visionario, pero muy criticado en su momento¡±, apunta Charley Kestembaum, diplom¨¢tico estadounidense destinado en la regi¨®n, en el libro Dubai: City of Gold (publicado por Jim Krane en la editorial Picador en 2009). ¡°La gente se preguntaba: ¡®?Para qu¨¦ construir una torre de 39 plantas en el desierto?¡±. Su hijo y sucesor en el cargo, el jeque Mohamed, se enfrenta medio siglo despu¨¦s a la misma disyuntiva. ?Era necesario construir el edificio m¨¢s alto del mundo? ?Y una pista de esqu¨ª en pleno desierto? ?Realmente se necesita una isla artificial en forma de palmera?
Franca Sozzani, directora de ¡®Vogue Italia¡¯: ¡°Dub¨¢i es como una parte de Nueva York en medio del desierto¡±
Excentricidades al margen, los antiguos poblados des¨¦rticos de Dub¨¢i son ahora, como predijo el jeque Rashid, uno de los centros neur¨¢lgicos del planeta. Los ingresos por la venta de crudo suponen tan solo un 3% de la econom¨ªa local y, seg¨²n un an¨¢lisis de la compa?¨ªa de estudio de mercados Oxford Economics, la aviaci¨®n (gracias a Emirates) y el turismo superan ya el 27% de su PIB, con 21.000 millones de euros aportados a su econom¨ªa en el ¨²ltimo ejercicio. Este mismo comit¨¦ de expertos pronostica que para el a?o 2020 (en que organizar¨¢n la Expo Universal) la cifras se habr¨¢n duplicado.
Dub¨¢i no se parece a ninguno de los pa¨ªses vecinos, mucho m¨¢s ricos en recursos naturales. Si acaso, uno de los pocos lugares comparables en el planeta es Singapur. ¡°Ambas son ciudades-Estado, sus econom¨ªas se basan en los servicios porque no producen nada; se dedican al transporte de mercanc¨ªas y pasajeros (sus aerol¨ªneas son las m¨¢s potentes del mundo) y a la hosteler¨ªa, y han construido grandes edificios que la gente anhela visitar¡±, enumera Jim Krane, especialista en el golfo P¨¦rsico en el Baker Institute for Public Policy de la Universidad de Rice (Houston, EE UU). Para este investigador, el ¨²nico emirato parecido podr¨ªa ser el vecino Sharya, pero las malas decisiones tomadas por sus jeques lo han dejado atr¨¢s en la lucha por la hegemon¨ªa: ¡°Dub¨¢i construy¨® su puerto antes que ellos y, aunque tuvieron el primer aeropuerto, la llegada de Emirates barri¨® sus perspectivas econ¨®micas. Adem¨¢s, en la d¨¦cada de los ochenta prohibieron el consumo de alcohol incluso en los hoteles y el turismo se desplaz¨® a Dub¨¢i¡±. ?Podr¨ªa compararse con Catar? Aunque el investigador Jim Krane emula alguna de las estrategias de supervivencia de Dub¨¢i de cara a un escenario pospetrod¨®lares, lo hace sobre seguro: los recursos catar¨ªes de crudo y gas son de los m¨¢s altos del planeta.
Cuando el magnate dubait¨ª Mohamed ?Alabbar era joven, la venta de petr¨®leo le permiti¨® estudiar, con una beca concedida por el Gobierno, en The Albers School of Business and Economics, en la Universidad de Seattle (EE UU). Ese fue su primer paso para convertirse en uno de los hombres m¨¢s prominentes en el emirato. Tras varios puestos en la Administraci¨®n y unos a?os trabajando para el Gobierno en Singapur (que aprovech¨® para investigar c¨®mo hab¨ªan construido la ciudad), en 1997 fund¨® la empresa p¨²blica Emaar, actualmente la mayor compa?¨ªa inmobiliaria de Dub¨¢i. Y se convirti¨® en h¨¦roe para sus compatriotas.
Con el cambio de siglo todo parec¨ªa posible y los dominios del jeque se extendieron al mar. En 1999 inaugur¨® el Burj Al Arab, sobre una isla artificial a 280 metros de la costa. Este hotel de lujo, cuya construcci¨®n cost¨® m¨¢s de 500 millones de euros, se convirti¨® en el principal s¨ªmbolo de poder de una ciudad en plena expansi¨®n. Y lo sigue siendo. Los habitantes de Dub¨¢i le han puesto como apelativo cari?oso ¡°el ¨²nico siete estrellas del mundo¡±. El helipuerto situado en la azotea de la estructura, en forma de vela, ha albergado varios partidos m¨ªticos; entre ellos, el de los tenistas Roger Federer y Andre Agassi, televisado en 2005. El futbolista David ?Beckham tambi¨¦n contribuy¨® a la promoci¨®n de la ciudad al ser uno de los primeros en adquirir una villa en The Palm Islands, el siguiente experimento en cuesti¨®n de islas artificiales, esta vez en forma de palmera justo enfrente de la Marina. Las ventas relacionadas con este proyecto, que aport¨® m¨¢s de 500 kil¨®metros de costa, se dispararon tras saberse que los propietarios podr¨ªan convertirse en vecinos de la estrella balomp¨¦dica.
Durante la primera d¨¦cada del siglo XXI, el empresario Mohamed Alabbar, mano a mano con el jeque, se ha entregado sin reparos al frenes¨ª urban¨ªstico. En pleno desierto, con 50 grados a la sombra, levant¨® el centro comercial con mayor afluencia de p¨²blico del planeta (75 millones de visitantes en 2013, seg¨²n los datos que maneja su compa?¨ªa), el rascacielos m¨¢s alto del mundo y, a su alrededor, Dubai Downtown, un centro de ciudad hecho a medida. Al mismo tiempo que se asentaban los cimientos de las infraestructuras m¨¢s modernas del planeta, la ciudad se hac¨ªa hueco en los titulares. Pas¨® de ser una completa desconocida al lugar al que hab¨ªa que ir. Chuck Bass, uno de los protagonistas de la serie Gossip Girl, viajaba all¨ª por negocios; Paris Hilton buscaba, a trav¨¦s de un programa en televisi¨®n, a su mejor amiga dubait¨ª, y Tom Cruise se colgaba boca abajo del Burj Khalifa en Misi¨®n Imposible: Protocolo fantasma (2011). ¡°La ciudad tuvo un periodo ¨²nico en su historia, una oportunidad incre¨ªble de volverse loca y construir todo sin l¨ªmites, porque la inversi¨®n era infinita; lo que el jeque Mohamed hizo fue aprovechar esa ventana temporal, sab¨ªa que no se volver¨ªan a dar unas circunstancias tan ¨®ptimas¡±, explica Jim Krane desde la Universidad de Rice.
El Gobierno ten¨ªa m¨¢s propuestas bajo la manga: nuevas islas en forma de palmera, otra dedicada a la moda, un archipi¨¦lago que replicaba un mapa del mundo¡ Pero en 2009 un zarpazo de realidad lo despert¨® del sue?o de ladrillos en que viv¨ªa. La crisis econ¨®mica mundial afect¨® severamente a la liquidez de los inversores. La falta de regulaci¨®n que hab¨ªa en la compraventa del sector inmobiliario provoc¨® un colapso del que Dub¨¢i solo sali¨® gracias a un rescate del emirato vecino. ¡°El jeque perdi¨® gran parte de su credibilidad. Hab¨ªa hecho promesas y predicciones que no ocurrieron y sinti¨® verg¨¹enza¡±, recuerda el investigador Jim Krane. El mandatario de Abu Dabi y el Banco Central de Emiratos ?rabes firmaron un generoso pr¨¦stamo para reflotar Dub¨¢i.
Los proyectos experimentales se frenaron en seco. Ni un c¨¦ntimo m¨¢s se invertir¨ªa en megaconstrucciones imposibles de amortizar, seg¨²n recuerda Ritu Upadhyay, corresponsal en Oriente Pr¨®ximo de la revista Women¡¯s Wear Daily desde hace 10 a?os. ¡°Volcaron sus esfuerzos en lo que funcionaba y reportaba beneficios. Emaar cre¨® todo el Downtown con una f¨®rmula muy exitosa: hab¨ªan construido el edificio m¨¢s alto del mundo; a su sombra, el centro comercial m¨¢s grande del globo, y alrededor, hoteles de lujo: todo se retroalimenta¡±.
Es un an¨¢lisis compartido por otros observadores. La infraestructura ya estaba hecha y tras la crisis quedaron grandes edificios muy ¨²tiles para el futuro de la ciudad y su visibilidad internacional. Su gran ventaja frente a otros competidores es que pudieron urbanizar en funci¨®n de sus necesidades y en muy poco tiempo. ¡°Tras la crisis, se mantendr¨¢n fuertes¡±, a?ade la periodista afincada en la regi¨®n Ritu Upadhyay. ¡°La gente que vive y que viene aqu¨ª quiere que haya muchos centros comerciales, porque los impuestos son mucho menores que en el resto de Oriente Pr¨®ximo, Asia o incluso Rusia. Otros pa¨ªses de la zona, como Arabia Saud¨ª, podr¨ªan replicar la f¨®rmula, pero nunca ser¨¢ igual¡±.
Con m¨¢s de 11 millones de visitantes durante 2013, los hoteles de la ciudad mantuvieron un 80% de ocupaci¨®n media entre enero y diciembre, seg¨²n datos del Departamento Econ¨®mico de Dub¨¢i. Una cifra tan atractiva para los locales como para las multinacionales de lujo que encuentran en el Golfo un goloso mercado emergente.
El pasado mayo, una de las islas artificiales de Dub¨¢i fue el escenario del ¨²ltimo desfile de la colecci¨®n resort de Chanel. Sentados en las sillas, los famosos ve¨ªan pasar a las modelos mientras al fondo se alzaba un horizonte futurista, cuajado de infinitos rascacielos. Un Nueva York o un Tokio en medio del desierto. ¡°Esta localizaci¨®n inspira al viaje y evoca el aut¨¦ntico esp¨ªritu de la colecci¨®n crucero¡±, dec¨ªa Bruno Pavlovsky, presidente de la firma de lujo. En la web Style.com, Karl Lagerfeld lo defin¨ªa como ¡°el siguiente paso, la nueva realidad. Es algo totalmente inesperado, que no podr¨ªas haber imaginado hace 50 a?os¡±.
La estilista Teresa Karpinska, que colabor¨® con la casa francesa durante la preparaci¨®n del desfile, lleva un decenio viviendo en la ciudad y forma parte de la amplia comunidad de expatriados, que roza el 95% de los m¨¢s de dos millones de habitantes. Cuando lleg¨®, impart¨ªa cursos de seguridad en vuelo. Ahora trabaja como estilista, personal shopper y bloguera: ¡°Siempre digo que esto es lo que Am¨¦rica sol¨ªa ser: la tierra de las oportunidades. Si eres ambicioso y trabajador, triunfar¨¢s¡±. Seg¨²n Karpinska, la elecci¨®n de la ciudad por parte de Chanel para desfilar tiene que ver con el volumen de negocio que la marca mueve en la zona. Y con los muchos est¨ªmulos visuales que se pueden encontrar: ¡°La mezcla de culturas que se produce aqu¨ª, un lugar en el que conviven m¨¢s de 200 nacionalidades, es interesant¨ªsima¡±.
Seg¨²n cifras proporcionadas por la compa?¨ªa Emaar Properties, el 30% de las ventas de lujo en el mundo se facturan en Emiratos ?rabes Unidos, y la mitad de ellas ocurren en The Dubai Mall. Sus pasillos son una marabunta de clientes que visten lo mismo que se ofrece en los escaparates: tacones de Christian Louboutin, bolsos de Prada, gafas de sol de Dolce & ?Gabbana, piezas exclusivas de Gucci y pa?uelos de Herm¨¨s. La maquilladora brit¨¢nica Sheida Babareza, que vive en la ciudad desde hace cuatro a?os, camina por uno de esos corredores sorteando a decenas de mujeres. Visten, indistintamente, shaylas, burkas, pantalones vaqueros o modelitos de verano.
Babareza habla sobre el estilo de vida aspiracional de Dub¨¢i: ¡°No hay l¨ªmite de dinero que puedas gastar. Cuando te mudas aqu¨ª desde Europa te das cuenta de lo mucho que cuesta el lujo y de lo importante que es para ellos. Ves logotipos de marcas todo el tiempo; as¨ª, en un determinado momento, sientes la necesidad de conseguirlas para estar a la altura¡±. Esa logoman¨ªa, en la que los dubait¨ªes est¨¢n visiblemente inmersos, enturbia los deseos de Franca Sozzani: la directora de Vogue Italia, que ha viajado a Oriente Pr¨®ximo para fomentar una industria local de dise?adores, se ha encontrado con que, de los m¨¢s de 1.200 establecimientos abiertos en The Dubai Mall, tan solo uno, Symphony, ofrece a sus clientes prendas de talentos emergentes.
La organizaci¨®n de la semana de la moda de Vogue convoc¨® a ocho dise?adores internacionales (provenientes de lugares tan dispares como Corea del Sur, Australia o Arabia Saud¨ª) a participar en un desfile en el centro neur¨¢lgico de The Dubai Mall. Franca Sozzani est¨¢ dispuesta a cumplir lo prometido: llevar la creatividad adonde 80 millones de ojos puedan verla. Para ello, construy¨® una pasarela en una explanada de la planta baja del centro comercial. Desde los balcones de los pisos superiores, el p¨²blico pod¨ªa congregarse para disfrutar del espect¨¢culo.
En la planta baja del Burj Khalifa otro grupo de dise?adores convocados por Vogue Italia se congregaba para exponer su trabajo al p¨²blico local. Entre ellos, la joven Shamsa Alabbar, no por casualidad hija de Mohamed Alabbar, propietario y presidente de Emaar. ¡°La diferencia entre cuando yo fui al colegio teniendo dos camisetas para todo el a?o y cuando mis hijos han ido es abismal¡±, resume el magnate. Este empresario, segundo en la lista de los 100 l¨ªderes ¨¢rabes m¨¢s poderosos seg¨²n la revista Arabian Business y uno de los principales lugartenientes del jeque Mohamed, es la prueba viviente del cambio radical que ha transformado Dub¨¢i en menos de medio siglo.
A lo largo de 2009, la crisis?econ¨®mica global afect¨® severamente a la liquidez de los inversores en Dub¨¢i
Hace 15 a?os, el jeque Mohamed proclam¨® que quer¨ªa convertir su ciudad en el centro mundial de inversi¨®n y turismo del siglo XXI. Les explic¨® que desplazar a Londres y Nueva York no era imposible. As¨ª que solo hab¨ªa que elaborar un plan y luchar por ¨¦l. Este a?o, la revista Forbes ha situado a Emiratos ?rabes Unidos como el vig¨¦simo sexto mejor pa¨ªs para hacer negocios y ha posicionado a Dub¨¢i como la s¨¦ptima ciudad m¨¢s influyente del mundo (por detr¨¢s de Londres, Nueva York, Par¨ªs y Singapur) y la que goza de una mejor conexi¨®n a¨¦rea.
La aerol¨ªnea Emirates, fundada en 1985 por el Gobierno y presidida por Ahmed bin Saeed Al Maktoum (t¨ªo del jeque Mohamed), es en gran parte responsable de este ¨¦xito. En 30 a?os ha transformado un poblado beduino en uno de los principales nudos a¨¦reos del planeta. Dub¨¢i est¨¢ a tan solo un vuelo de distancia de 140 ciudades del mundo y cuenta con la flota m¨¢s importante de Airbus A-380, el avi¨®n m¨¢s grande del planeta. El inmenso Aeropuerto Internacional, que planea una ambiciosa ampliaci¨®n para transformarse en el mayor del mundo, ya pugna con Heathrow (en Londres) por posicionarse como el m¨¢s transitado del a?o: cuando acabe el ejercicio, el n¨²mero de pasajeros rozar¨¢ los 72 millones. Muchos de ellos llegar¨¢n a la ciudad, visitar¨¢n sus centros comerciales, cenar¨¢n en sus restaurantes y dormir¨¢n en sus hoteles. Otros har¨¢n escala en alguna de sus terminales y tomar¨¢n alg¨²n caf¨¦, o har¨¢n alguna compra en la inabarcable retah¨ªla de tiendas duty-free que se agolpan en sus infinitos pasillos.
El futuro del emirato, como ha sido hasta ahora, depende de las decisiones que tome una sola persona. En 2008, Hamdan bin Mohamed bin Rashid Al Maktoum, segundo hijo del jeque Mohamed, fue nombrado pr¨ªncipe heredero. Este joven moreno, apuesto y aventurero se presenta, a su 32 a?os, como la versi¨®n 2.0 de su padre. En 2009 inaugur¨® la primera e-universidad en la ciudad y no es dif¨ªcil seguir sus pasos a trav¨¦s de las redes sociales. Su alias en Twitter es ?@hamdanmohammed, y en Instagram se hace llamar @Faz3.
El periodista Leonard Stall le entrevist¨® en 2012 para la revista local Vision. El discurso del joven heredero y sus proyectos para este ins¨®lito territorio no se salen del guion. ¡°Hoy d¨ªa, trabajando mano a mano con mi padre, mi prioridad es apoyar la transici¨®n de Dub¨¢i a la pr¨®xima etapa en su crecimiento. Primero, asegur¨¢ndonos de que los sectores clave de nuestra econom¨ªa (comercio, log¨ªstica, finanzas, turismo y retail) son cada vez m¨¢s fuertes y competitivos. A continuaci¨®n, debemos enfocarnos a transformarnos en el epicentro de un gran mercado de m¨¢s de 2.000 millones de personas de Oriente Pr¨®ximo, el norte de ?frica y el sur de Asia. Lo haremos apoyando el desarrollo de las mejores ideas emirat¨ªes y dando la bienvenida a las mentes con m¨¢s talento del resto del planeta¡±.
Mientras llega su momento, el pr¨ªncipe heredero se dedica otras actividades, como sobrevolar el Burj Khalifa en avioneta o escalar hasta la parte m¨¢s alta del rascacielos, para luego difundir las im¨¢genes en las redes sociales.
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