La sumisi¨®n y la sangre
M¨¢s que una fantas¨ªa pol¨ªtica sobre un posible Gobierno isl¨¢mico, la novela de Michel Houellebecq se revela como una grotesca burla de la Francia socialdem¨®crata de nuestros d¨ªas, y por extensi¨®n de Europa
La ma?ana del 7 de enero me encontraba en el aeropuerto de Newark, a punto de embarcar de vuelta a M¨¦xico, cuando comenc¨¦ a leer Sumisi¨®n, la nueva novela de Michel Houellebecq que acababa de descargar en mi Kindle horas despu¨¦s de haber sido publicada. Justo cuando le¨ªa la cita inicial de Joris-Karl Huysmans, el decadentista franc¨¦s que la inspira, prest¨¦ atenci¨®n al sonido de una de las pantallas en la sala de abordaje. La reportera de CNN anunciaba que un grupo de encapuchados hab¨ªa irrumpido en la redacci¨®n de la revista sat¨ªrica Charlie Hebdo, en Par¨ªs, y hab¨ªa asesinado a la mayor parte de sus redactores. S¨®lo despu¨¦s de aterrizar en M¨¦xico conocer¨ªa los detalles del acto terrorista, entre ellos que la portada de Charlie Hebdo de esa semana se burlaba precisamente de Michel Houellebecq quien, como de costumbre desde la publicaci¨®n de Las part¨ªculas elementalesen 1998, era motivo de un nuevo esc¨¢ndalo en el medio intelectual franc¨¦s, en esta ocasi¨®n por su declarada ¡°islamofobia¡±.
La conexi¨®n entre el tema central del n¨²mero y el atentado queda a¨²n por esclarecerse ¡ªla revista hab¨ªa sido amenazada desde que en 2004 reprodujese las c¨¦lebres caricaturas danesas sobre Mahoma, un personaje que se volver¨ªa habitual en sus p¨¢ginas¡ª, pero no parece del todo casual. Ambientada en 2022, Sumisi¨®n tambi¨¦n es una suerte de caricatura en la que un pol¨ªtico musulm¨¢n, Mohamed ben Abbes, dirigente de una ficticia Fraternidad Musulmana, llega a la presidencia de Francia, imponiendo una serie de medidas ¡ªen particular, la poligamia¡ª que al cabo son aceptadas por el conjunto de sociedad francesa con indiferencia, cuando no con discreto entusiasmo.
En su cubierta, Charlie Hebdo presentaba a un demacrado Houellebecq (apenas m¨¢s lamentable que en sus fotos recientes), anunciando sus predicciones de futuro: ¡°En 2015 pierdo los dientes. En 2022 hago Ramad¨¢n¡±. Una perla que, con la acidez caracter¨ªstica del medio, resume bastante bien la trama de Sumisi¨®n. Que el escritor franc¨¦s decidiese suspender la promoci¨®n de la novela esa misma tarde para refugiarse en un innominado sitio en la campi?a francesa casi sonar¨ªa como una prolongaci¨®n de la paranoia que alimenta su ficci¨®n de no ser por la espantosa resonancia de la tragedia.
Mucho antes de que aparezca en espa?ol, un sinf¨ªn de comentaristas ya se ha apresurado a ensalzar o denigrar la novela de Houellebecq, desde quienes piensan que se trata de una obra oportunista y marrullera, hasta quienes la defienden como un valeroso acto de libertad equiparable a las virulentas caricaturas de Charlie Hebdo. En la propia Francia, tan dada a estas aparatosas disputas intelectuales, los bandos tambi¨¦n se hallan bien diferenciados: de un lado quienes piensan que, m¨¢s all¨¢ de sus discutibles m¨¦ritos literarios, Sumisi¨®n es una pieza repugnante que ¡°pone a Marine Le Pen en las puertas del El¨ªseo¡±, y del otro quienes sostienen que, en su cuidada ambig¨¹edad, se trata de una s¨¢tira que, m¨¢s que ensa?arse con los musulmanes, se burla de Francia en su conjunto.
El nuevo rector permite que sus profesores elijan tres o cuatro esposas de entre las estudiantes
Fran?ois, una suerte de alter ego del autor, es un profesor universitario que, tras una carrera como especialista de Huysmans, se encuentra en un momento de decadencia o apat¨ªa. (Como la propia Francia: igual que en las vi?etas de Charlie Hebdo, la sutileza aqu¨ª no es relevante). Harto de sus recurrentes aventuras con sus alumnas, Fran?ois por fin se ha enamorado, o al menos encari?ado, de Myriam, una joven jud¨ªa ¡ªno pod¨ªa ser de otro modo¡ª que est¨¢ loca por ¨¦l. En ese contexto, Fran?ois describe el ambiente electoral, dominado por la oposici¨®n entre la Fraternidad Musulmana y el Frente Nacional, con el Partido Socialista y la UMP como residuos del pasado, y la creciente sensaci¨®n de peligro experimentada por los desplantes de los integristas del ¡°movimiento identitario¡±, es decir, de esas organizaciones que, bajo el lema de ¡°Francia para los franceses¡±, est¨¢n dispuestos a defender a los ¡°ind¨ªgenas¡± de la ¡°colonizaci¨®n isl¨¢mica¡±.
Aderezada con sus previsibles descripciones sexuales y las meditaciones pesimistas o pol¨ªticamente incorrectas que ya son marca de la casa ¡ªen especial contra las mujeres¡ª, Houellebecq hace que su personaje apenas se d¨¦ cuenta de la victoria de Ben Abbes (aliado en la segunda vuelta con el PS y la UMP) y de la brutal mutaci¨®n que ello acarrea. Temeroso de la violencia ¡ªque podr¨ªa provenir de unos extremistas u otros¡ª, Fran?ois huye de Par¨ªs y se refugia en Martel, un peque?o poblado del suroeste nombrado as¨ª en memora del caudillo que detuvo el avance ¨¢rabe en el medioevo. Entretanto Myriam, cuya familia teme quedarse en un pa¨ªs gobernado por un partido musulm¨¢n, ha emigrado a Israel con sus padres. Deprimido y solo, Fran?ois visita el santuario de Rocamadour, ansioso de que su famosa Virgen Negra lo ilumine.
Por desgracia, la anhelada experiencia m¨ªstica ¡ªparalela a la conversi¨®n al catolicismo de Huysmans¡ª no llega nunca y, cuando Fran?ois vuelve a Par¨ªs, encuentra a su patria transformada en un Estado isl¨¢mico. Aqu¨ª es donde la s¨¢tira deviene simple caricatura. Para llegar al poder, Ben Abbes ha cedido los principales Ministerios a sus aliados para quedarse con el ¨²nico que importa: el de Educaci¨®n. Gracias a ello, las universidades francesas han pasado a ser isl¨¢micas, las mujeres han perdido sus privilegios y acuden veladas a sus clases. Por si fuera poco, el nuevo rector, un acomodaticio intelectual convertido al islam, permite que sus profesores tomen tres o cuatro esposas de entre las estudiantes. Poco le preocupa a Houellebecq la inverosimilitud del planteamiento: su intenci¨®n, m¨¢s cercana a Kafka que a la ciencia-ficci¨®n, es colocarnos de pronto frente a un sistema totalitario y absurdo, pero que apenas se distingue de lugares como Arabia Saud¨ª.
Solo el islam parecer¨ªa tener la energ¨ªa suficiente para arrancar al pa¨ªs galo del marasmo
A diferencia de lo que ocurr¨ªa en Las part¨ªculas elementales o incluso en El mapa y el territorio, </CF>la novela se mueve en un terreno voluntariamente pedestre. M¨¢s que una fantas¨ªa pol¨ªtica, Sumisi¨®n se revela como una grotesca burla de la Francia socialdem¨®crata de nuestros d¨ªas, y por extensi¨®n de Europa. Un continente que, como predijo Nietzsche, ha perdido toda su fuerza justo por haber renunciado a la religi¨®n y haberse decantado por los valores facilones, femeninos, de la democracia liberal (una sombra, en cualquier caso, de la bestia negra de Houellebecq: la Ilustraci¨®n). En este contexto, s¨®lo el islam parecer¨ªa tener la energ¨ªa suficiente para arrancar a Francia del marasmo, as¨ª sea al precio de renunciar sus valores m¨¢s queridos (en especial, la igualdad).
Uno dudar¨ªa que un musulm¨¢n pudiese encontrar en esta farsa un solo argumento para sentirse vejado ¡ªpero si unas simples caricaturas fueron capaces de desatar semejante descarga de ira, quiz¨¢s Houellebecq tuvo raz¨®n en esconderse en la Francia profunda, como su personaje¡ª. Mucha m¨¢s raz¨®n para indignarse tendr¨ªan las mujeres, que no tienen aqu¨ª otra funci¨®n que la de objetos sexuales (como Myriam) o esposas (en el nuevo r¨¦gimen machista y pol¨ªgamo). Lo m¨¢s relevante del libro son, en todo caso, las especulaciones sobre el reacomodamiento pol¨ªtico previo a la victoria de Ben Abbes, en las que Houellebecq destaza por igual a la izquierda, la derecha y la ultraderecha de Marine Le Pen.
En un plano ¨ªntimo, Sumisi¨®n se presenta como el itinerario de una conversi¨®n fallida: Fran?ois nunca ser¨¢ Huysmans, sino apenas otro oportunista en una Francia que hoy, no en 2022, disfruta de la sumisi¨®n a sus hip¨®critas valores burgueses. Lo que quiz¨¢s se le escape a Houellebecq es que, al contentarse con una s¨¢tira de trazos gruesos, con una caricatura de los miedos de su ¨¦poca ¡ªincluida la islamofobia¡ª, ¨¦l ha seguido el ejemplo de Fran?ois y tampoco ha logrado escapar a su c¨®modo papel de provocador. Sumisi¨®n es, en este sentido, la sumisi¨®n a un ¨¦xito que su autor previ¨® desde el inicio y que s¨®lo la sangre de sus colegas ha conseguido adulterar.
Jorge Volpi es escritor. Twitter: @jvolpi
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