Ser padre en pa¨ªs pobre
Un diario personal desde Ruanda sobre la odisea de los mil primeros d¨ªas de vida y la experiencia de la paternidad
1. Concepci¨®n
Yo ten¨ªa entonces 21 a?os (ahora tengo 27) cuando mi novia se qued¨® embarazada. Podr¨ªamos decir que era un chaval y ni siquiera hab¨ªa pensado en la posibilidad de ser padre. Mi novia a¨²n estaba en el instituto y yo no contaba con un salario fijo. Ambos viv¨ªamos en casa de nuestras familias. Cualquier intenci¨®n de tener hijos en esta situaci¨®n es un accidente lamentable. Creo que podemos decir que en general, en ?frica, cuando una chica se queda embarazada antes del matrimonio, es considerada una lacra para la familia. Para el chico es m¨¢s o menos lo mismo, aunque hay que reconocer que para las chicas la situaci¨®n es mucho peor. Muchas veces las echan de casa porque una nueva criatura en la familia representa una carga econ¨®mica, y si ella tiene hijos extra-matrimoniales, dif¨ªcilmente encontrar¨¢ un marido con el que casarse. As¨ª que tener familia es algo que se debe pensar bien antes de tomar el paso.
2. El d¨ªa en que te enteras
Cuando mi chica me llam¨® y me dijo ¡°Pascal, voy a tener un hijo tuyo¡±, me qued¨¦ helado. Lo primero que me vino a la cabeza fue: ¡°??C¨®mo no has pensado que esto pod¨ªa pasar, est¨²pido?!¡±. Pas¨® por mi cabeza la posibilidad de que el hijo no fuera m¨ªo, porque muchas chicas se relacionan con varios chicos a la vez. Pero despu¨¦s de hablar con ella tuve la certeza de que yo era el padre. Ella estaba muy asustada porque tem¨ªa que yo rechazara a esa criatura. Pero como yo era mayor que ella me dije a m¨ª mismo: ¡°Tienes que ser responsable¡±. Por supuesto, hablamos de la posibilidad de abortar. Pero aqu¨ª el aborto puede ser muy peligroso, y despu¨¦s de hablarlo muy en serio, decidimos que ¨ªbamos a tirar adelante.
Mi familia se disgust¨® much¨ªsimo. Yo era el ¨²nico var¨®n de la familia, entre cuatro chicas. Los chicos siempre son los que ayudan econ¨®micamente a sus padres en Ruanda, porque ellas normalmente, cuando se casan, se van con la familia del marido. As¨ª que para la m¨ªa, que yo tuviera un descendiente era una amenaza para econom¨ªa familiar. A pesar de todo, la situaci¨®n de mi novia era tan dura que mi familia tuvo que aceptar. Ella se tuvo que marchar de casa de sus padres, en la aldea de Gitarama, en la zona rural, y trasladarse a la capital, Kigali, a casa de una t¨ªa suya.
3. Las primeras visitas al ginec¨®logo
Aunque yo la visitaba a menudo para ver como estaba, o ella ven¨ªa a casa de mis padres, mi chica viv¨ªa con su t¨ªa, que es quien la cuidaba. Desde el principio, su t¨ªa era quien la acompa?aba al ginec¨®logo. Yo solamente fui una vez antes de que el beb¨¦ naciera. Por supuesto, en el hospital hay aparatos con los que puedes ver el sexo del beb¨¦ y verlo en una pantalla, pero es tan caro que no nos lo pod¨ªamos permitir. Solo cont¨¢bamos con mi ingreso, que por aquel entonces era peque?¨ªsimo. Mi novia ni siquiera trabajaba, as¨ª que ten¨ªamos que ser muy austeros. No ten¨ªamos ning¨²n tipo de seguro porque mi trabajo era parte de la ¡°econom¨ªa sumergida¡± o informal. As¨ª que era muy caro ir al m¨¦dico, y para el dinero que ten¨ªamos el servicio prestado no era muy bueno. Por eso no supimos el sexo del beb¨¦ hasta que naci¨®. Solamente chequeaban la barriga y ve¨ªan si el embarazo iba por buen camino o no. De todas formas, nunca sufrimos por si la cosa iba mal, al fin y al cabo, nuestras madres nos tuvieron con a¨²n menos recursos.
4. S¨ªndrome del nido
No ten¨ªamos mucha intenci¨®n de irnos a vivir juntos por el momento porque no pod¨ªamos afrontar los costes de un alquiler, y ten¨ªamos que priorizar ese dinero para que ella pudiera seguir estudiando cuando el peque?o o la peque?a hubiera cumplido el a?o. De hecho, yo ni siquiera pod¨ªa alquilar una habitaci¨®n compartida, as¨ª que decidimos que, por el momento, ser¨ªa mejor que cada cual se quedara en casa de sus parientes, donde al menos ten¨ªamos un techo. Su t¨ªa era muy pobre y no nos pod¨ªa ayudar, y mis padres me dejaron claro que ten¨ªa que espabilarme a tirar mi beb¨¦ adelante como pudiera, as¨ª que la prioridad era esa. Pero recuerdo que un buen d¨ªa, cuando mi mujer estaba sobre el octavo mes de embarazo, su t¨ªa me llam¨® grit¨¢ndome por el tel¨¦fono y me dijo: ¡°Tenemos que comprar cosas para el beb¨¦, un beb¨¦ necesita ropa, una camita, una manta...¡±. Me acuerdo que me qued¨¦ perplejo porque no sab¨ªa que un beb¨¦ necesitara tantas cosas al nacer, pero me tuve que apresurar a conseguir el dinero. La t¨ªa me hizo una lista y me pidi¨® 25.000 francos ruandeses (unos 30 euros), aunque para ese momento solo pude conseguir 20.000 (unos 24 euros). Imag¨ªnate lo que significaba ese dinero para m¨ª, cuando cobraba 30.000 francos (unos 35 euros) mensuales, y cuando ten¨ªa que aportar dinero para la casa de mis padres, pagar la comida, etc.
5. Cursos de preparaci¨®n
No s¨¦ como funciona fuera de Ruanda, pero en mi pa¨ªs no hay preparaci¨®n para el parto. Supongo que la t¨ªa de mi novia le dar¨ªa alg¨²n consejo, o quiz¨¢s el ginec¨®logo, pero por lo que concierne a m¨ª, no hab¨ªa que prepararme para nada. Los chicos no podemos entrar a la sala de partos en el momento de dar a luz. En los hospitales p¨²blicos, las mujeres paren juntas, lo mismo en un pasillo que en una habitaci¨®n conjunta, no necesariamente en el quir¨®fano. S¨¦ que en los hospitales privados es muy distinto, pero en mi caso, no pod¨ªa permitirme eso. Los padres pobres no pueden asistir al parto, porque hay muchas mujeres dando a luz en el mismo espacio, y no est¨¢ permitido ver a las dem¨¢s mujeres. El parto es un trabajo de las mujeres, yo ni siquiera pens¨¦ en la posibilidad de poder ayudarla a dar a luz.
6. Parto p¨²blico
Cuando mi novia se puso de parto me llam¨®. Estaba muy asustada, me dijo ¡°tienes que venir inmediatamente, me tienes que llevar al hospital¡±. Me fui para su casa y cuando vi que estaba tumbada en el suelo, retorci¨¦ndose de dolor, me lanc¨¦ a la calle para buscar un taxi o alguien que nos trasladara. La cosa es que yo ten¨ªa muy poco dinero, y como mi chica estaba de parto, los taxistas no se atrev¨ªan a llevarnos al hospital por si daba a luz en el taxi y les dej¨¢bamos todo manchado. Cuando por fin consegu¨ª un taxista dispuesto a trasladarnos, mi mujer estaba literalmente dando a luz. Al llegar al hospital el doctor puso cara de p¨¢nico y nos dijo: ¡°?C¨®mo hab¨¦is tardado tanto? Vuestro beb¨¦ podr¨ªa haber nacido en medio de la calle¡±. En ese momento me entr¨® el p¨¢nico y empec¨¦ a sufrir por la vida del beb¨¦. Pero en menos de diez minutos mi hija ya hab¨ªa nacido.
Mis padres vinieron en seguida al hospital. Mi padre quer¨ªa asegurarse de que esa criatura era m¨ªa y de que no estaba tirando el dinero para la hija de otro. Yo sosten¨ªa al beb¨¦ en brazo y la miraba fijamente. Por mi cabeza me repet¨ªa: ¡°?Qui¨¦n es esta criatura? Soy padre¡±. Al ver a mi hija, mi padre me mir¨® y me dijo: ¡°Est¨¢ claro que ¨¦sta es tu hija. Tenemos a una ni?a preciosa¡±. Est¨¢bamos todos muy contentos. A las dos horas de haber parido, mi mujer se fue con la beb¨¦ a casa de su t¨ªa y yo volv¨ª a casa de mis padres.
No fue hasta el cabo de siete d¨ªas que decidimos como ¨ªbamos a llamarla, y entonces convenimos, entre los dos, que se iba a llamar Jheza Delice.
7. Lactancia
Mi chica, que por entonces hab¨ªa tenido que dejar la secundaria para poder tener a la cr¨ªa, fue una madre a tiempo completo durante toda la lactancia. Aqu¨ª no les damos el biber¨®n a los ni?os, solamente se alimentan de leche materna. Al fin y al cabo es lo m¨¢s adecuado y lo m¨¢s econ¨®mico. As¨ª que durante el primer a?o de vida, la ni?a estuvo tomando leche materna la mayor parte del tiempo. Segu¨ªamos viviendo separados y yo iba a visitarlas a menudo, o ella se trasladaba a casa de mis padres para que mi familia tambi¨¦n pudiera disfrutar de la ni?a.
?8. Baja de maternidad/paternidad
Cuando tienes un trabajo fijo, con un buen contrato, se suelen tener diez d¨ªas de permiso del trabajo cuando eres el chico, o un mes si eres la chica. Sin embargo yo no tuve baja por paternidad, y como la madre de mi hija no trabajaba, tampoco. El gobierno no te da ninguna ayuda para madres solteras, as¨ª que continu¨¢bamos viviendo de lo que yo ingresaba. En esas circunstancias tampoco quieres tomarte vacaciones para disfrutar de tu paternidad, porque si no trabajas, no ingresas. As¨ª que b¨¢sicamente, mi vida sigui¨® siendo la misma. Mis visitas a mi chica y mi hija eran en mis d¨ªas libres, o si terminaba pronto el trabajo, iba a pasar las tardes en casa de su t¨ªa. Si no, los domingos siempre est¨¢bamos juntos. Si ahora tuvi¨¦ramos otro beb¨¦, probablemente tendr¨ªamos bajas maternas o paternas, porque ahora tenemos trabajo fijo los dos.
9. Terror del principiante
Las primeras semanas, cuando estaba con el beb¨¦, no me gustaba mucho sostenerla en brazos. Siempre ten¨ªa miedo de no cogerla apropiadamente o de hacerle da?o. La ve¨ªa tan vulnerable, tan peque?a. As¨ª que prefer¨ªa que estuviera en brazos de su madre, de su t¨ªa o de mi madre. Recuerdo que los primeros meses la ni?a cog¨ªa resfriados muy a menudo, pero nos parec¨ªa algo normal. Todos los ni?os cogen resfriados y tambi¨¦n es bueno para ellos, porque el sistema inmunitario trabaja y as¨ª se hacen m¨¢s fuertes. Pero a parte de eso, nunca se ha puesto enferma de nada. Los resfriados son comunes en un pa¨ªs como Ruanda, porque suele hacer fr¨ªo y tenemos un clima m¨¢s bien h¨²medo. Pero no hay que preocuparse por muchas enfermedades aqu¨ª.
10. Conciliaci¨®n, empieza a caminar
La ni?a empez¨® a gatear muy temprano. Era una ni?a fuerte y muy espabilada. La dej¨¢bamos que se moviera a su antojo por el suelo. Los ni?os africanos tienen bastante libertad y se espabilan solos. As¨ª que un buen d¨ªa, cuando ya estaba de visita en casa de la t¨ªa, le dije en kinyaruanda: ¡°tr¨¢eme la taza de leche¡±. La ni?a me mir¨®, se fue hacia la taza de leche y me la se?al¨®. Me qued¨¦ pasmado y me dije: ¡°Entiende todo lo que le dijo¡±. Creo que la ni?a ten¨ªa a penas diez meses. Se levant¨® sujet¨¢ndose a una mesa, cogi¨® la taza de encima de la mesita y, gateando, me la acerc¨®. Al cabo de dos d¨ªas empez¨® a andar. Aunque yo no estaba ah¨ª para sus primeros pasos.
11. Hitos, de los dientes a las palabras
Le salieron los dos primeros dientes al mismo tiempo. No me acuerdo si fueron arriba o abajo, pero me acuerdo que mi abuela me dijo: ¡°Si le salen los primeros dientes abajo significa que tendr¨¢s dinero en un futuro, si le salen primero los dientes de arriba, significa que ser¨¢s pobre¡±. Ese dicho me hizo mucha gracia, aunque no creo que eso determine si eres rico o pobre, creo que debi¨® ser que le salieron arriba porque nos va mucho mejor ahora que cuando la cr¨ªa naci¨®. Ahora tenemos trabajo tanto mi mujer como yo, nos casamos, vivimos juntos en una casa que pudimos comprar... As¨ª que si ese dicho es cierto, hay que estar atento para cuando nazca el segundo beb¨¦.
Otro hito de mi hija fue cuando empez¨® a hablar. Como no me ve¨ªa a diario, cuando yo estaba delante ten¨ªa mucha verg¨¹enza y no se atrev¨ªa a hacer gran cosa. Pero recuerdo un d¨ªa que ¨ªbamos andando mi chica y yo, y la ni?a estaba detr¨¢s, en la espalda de su madre. Estaba sonando una canci¨®n que dec¨ªa ¡°ntago noli ndyandya¡±, que en kinyaruanda significa algo como ¡°no soy un mentiroso¡± o ¡°no soy malvado¡±. Y de repente, la ni?a repiti¨® el estribillo de forma muy espont¨¢nea. As¨ª que lo primero que le escuch¨¦ no fue una palabra sino una frase, muy compleja para un beb¨¦, que adem¨¢s cant¨®. Su madre y yo nos empezamos a re¨ªr, y despu¨¦s ella se uni¨® a carcajadas. Muy, muy divertido.
12. Abuelos
Los abuelos maternos rechazaron a su propia hija cuando se qued¨® embarazada, as¨ª que nunca vieron al beb¨¦. Mis padres fueron los ¨²nicos en apoyarnos. Cuando mi novia, que pas¨® a ser mi mujer cuando nuestra hija hab¨ªa cumplido el primer a?o, ten¨ªa que salir a comprar o arreglar cualquier cosa, y yo trabajaba, nuestra hija se quedaba siempre con mis padres o con mis hermanas peque?as, que al no estar casadas a¨²n, viv¨ªan en casa de mis padres. De hecho, mis padres ten¨ªan hijos no muy mayores que mi hija, as¨ª que la ni?a estaba en casa de sus abuelos como en su propia casa. En mi cultura, las abuelas son cruciales en la educaci¨®n de los ni?os. Como los padres normalmente trabajan, las abuelas se hacen cargo de los cr¨ªos como si fueran sus propios hijos.
13. La guarder¨ªa
No s¨¦ c¨®mo ser¨¢ para los ruandeses que tienen m¨¢s dinero, pero la mayor¨ªa de ni?os, en Ruanda, no van a la guarder¨ªa. Mi hija ha estado con su madre y con mi madre desde que naci¨®. Primero con mi esposa, pero cuando gan¨® una beca del estado para ir a la universidad, la ni?a se qued¨® con la abuela. Ahora tiene tres a?os y medio y hasta que no tenga los cuatro a?os no podr¨¢ ir a primaria. De momento a¨²n es demasiado peque?a. Creo que lo que los ni?os ricos hacen en la guarder¨ªa es b¨¢sicamente lo que los ni?os pobres hacen en la calle con los ni?os de los vecinos: jugar. No creo que los ni?os de la guarder¨ªa aprendan m¨¢s que mi hija jugando con sus t¨ªas m¨¢s j¨®venes o con sus vecinos de la misma edad. Nuestra guarder¨ªa est¨¢ en casa, nuestra profesora es la abuela y nuestro profesor es el abuelo.
14. Segregaci¨®n infantil
En Ruanda, y en otros pa¨ªses que conozco como Uganda o Tanzania, las ni?as tienen unos roles diferentes de los de los ni?os desde peque?os. Las ni?as siempre ayudan en casa. Ayudan a las madres a preparar la comida o a limpiar la casa. Los ni?os pueden ayudar a cargar le?a o ir a buscar agua si viven en el campo, pero normalmente tienen m¨¢s libertad que las ni?as. Quieren jugar m¨¢s y est¨¢n m¨¢s tiempo a la calle jugando al f¨²tbol. Mi hija desde peque?a imitaba a mi esposa. Tiene una mu?eca peque?a hecha de trapo y siempre se la pone en la espalda y se la ata con una tela, justo como su madre hac¨ªa con ella cuando era un beb¨¦. A veces dice, ¡°pap¨¢, ya le he dado de comer a mi mu?eca y ahora est¨¢ durmiendo¡±. Juega a ser una madre. De hecho, no quiere jugar con los ni?os y le dan miedo las pelotas de f¨²tbol. No es que la obliguemos a jugar con mu?ecas, pero aqu¨ª a las ni?as, de normal, les gusta jugar con aquello con lo que trabajan sus madres. Siempre est¨¢n pidiendo a las madres si pueden ayudar a lavar los platos, etc. Por eso, siempre se dice que es bueno que el primer hijo sea una ni?a, porque va a ayudar a la madre a cuidar a sus hermanos peque?os y a mantener la casa.
15. Mira lo que hago
Cuando mi mujer y yo nos fuimos a vivir juntos, cuando la ni?a ten¨ªa un poco m¨¢s de dos a?os, la ni?a empez¨® a coger confianza conmigo. Hasta el momento era pr¨¢cticamente un extra?o para ella, porque me ve¨ªa poco. Estaba acostumbrada a estar con otros ni?os o con mujeres, pero no s¨¦ si mi voz grave la asustaba. Cuando ya llevaba unas semanas bajo el mismo techo un d¨ªa nos llam¨® a su madre y a m¨ª. Apenas hablaba claramente pero era una ni?a muy activa. Nos cogi¨® de la mano y nos puso delante del televisor. Era una cadena de m¨²sica en la que ponen videoclips locales casi todo el d¨ªa. En casa casi siempre tenemos ese canal puesto. La ni?a empez¨® a bailar para nosotros, imitando las coreograf¨ªas de la tele. Fue algo muy gracioso porque era a¨²n muy peque?a pero ve¨ªas que se lo estaba pasando tan bien bailando que su madre y yo nos pusimos tambi¨¦n a bailar con ella. Lo que quer¨ªa era eso, bailar con nosotros.
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