El mejor vino del mundo
Mil hect¨¢reas de vi?edos convierten a Paul Symington en el mayor bodeguero de Portugal. Y en el m¨¢s brillante de ellos. En 2014 uno de sus oportos ha sido reconocido como el n¨²mero uno del planeta, y otro de sus vinos ha obtenido el tercer puesto.
Desde 1988 la revista estado?unidense Wine Spectator elabora una lista con, a su prestigioso parecer, los 100 mejores vinos del mundo. Sus analistas valoran tres aspectos: la calidad, el precio y que se pueda encontrar en las tiendas americanas, es decir, que los vinos sin distribuci¨®n en ese pa¨ªs quedan fuera de su an¨¢lisis.
Para la lista de 2014, que se public¨® el pasado noviembre, Wine Spectator realiz¨® 18.000 pruebas de 5.400 vinos y, de entre ellos, eligi¨® a los 100 mejores. El n¨²mero uno es Dow¡¯s Vintage de 2011, un ejemplar de oporto, salido de las vi?as de la familia Symington.
¡°Para una empresa familiar es un gran orgullo, pero tambi¨¦n para la regi¨®n de Oporto¡±, explica Paul Symington, director general de las bodegas que miran a la ciudad de Oporto desde el otro lado del Duero, los topon¨ªmicos de sus dos afamados vinos. ¡°Siempre he dicho que hay una gran afinidad entre vino y familias. Una empresa p¨²blica, con acciones en Bolsa, tiene que justificar cada tres meses sus rendimientos porque el inversionista busca un retorno inmediato de su dinero. En una empresa familiar, la pregunta es si se han plantado cepas nuevas: hasta dentro de cinco o diez a?os no empezar¨¢ a rendir vinos buenos. Por eso, esta distinci¨®n es muy importante. Justifica nuestra misi¨®n¡±.
Los vinos de la denominaci¨®n de origen Oporto llevan produci¨¦ndose m¨¢s de cuatro siglos y, desde su nacimiento, con una profunda conexi¨®n luso-brit¨¢nica. Los conflictos b¨¦licos entre Inglaterra y Francia favorecieron que los comerciantes de Reino Unido viajaran al primer puerto de Portugal para proveerse de vino. De ah¨ª el nombre: O Porto.
Pero la historia del mejor vino de este a?o, el Dow¡¯s, comenz¨® al rev¨¦s. Fue un portugu¨¦s, Bruno da Silva, quien, en 1798, viaj¨® con su vino a Londres. All¨ª se cas¨® con una inglesa, lo que favoreci¨® su introducci¨®n en la sociedad del pa¨ªs. Su poder fue tal que la Corona le permiti¨® navegar con protecci¨®n armada para esquivar los nav¨ªos napole¨®nicos.
Su hijo continu¨® el negocio, asoci¨¢ndose con bodegueros brit¨¢nicos instalados en Oporto, como George Warre y Dow and Co, de tan buena reputaci¨®n que adopt¨® su marca. Cinco a?os despu¨¦s, en 1882, el primer Symington aterrizaba en tierras del Duero: el joven escoc¨¦s Andrew James lleg¨® con 18 a?os y una carta de recomendaci¨®n de su padre. Dando la vuelta a la historia, se cas¨® con Beatrice de Carvalhosa, descendiente del primer ingl¨¦s, Walter Maynard, que envi¨® vino a Inglaterra (1652). Desde 1961, los Symington atesoran el 100% de la propiedad de Dow¡¯s. Despu¨¦s de 13 generaciones, es la ¨²nica familia superviviente entre los grandes vinos de Oporto.
Paul Symington, de 60 a?os, lleva 35 en la empresa. Se dedica a la administraci¨®n. Su primo Charles es el en¨®logo. ¡°Cuando empec¨¦¡±, dice Paul, ¡°las multinacionales dominaban todo. Bacardi, Seagram, Domecq¡, los mayores del mundo estaban aqu¨ª. Me preguntaba c¨®mo competir con ellas. Casi 40 a?os despu¨¦s, ellos no est¨¢n y nosotros seguimos aqu¨ª. El premio justifica esa misi¨®n de tener calma y mirar a largo plazo. Familia y vino es una combinaci¨®n imbatible¡±.
El Dow¡¯s premiado, cosecha 2001 Vintage, se puede encontrar por menos de 100 euros en cadenas espa?olas como Lavinia o El Gourmet de El Corte Ingl¨¦s. La distribuidora, un eslab¨®n clave en la industria vin¨ªcola, es la familia espa?ola Torres, con quien les une una estrecha amistad. Su vino ya est¨¢ repartido por el mundo; adem¨¢s es escaso, apenas 6.000 cajas cuando un ch?teau de Burdeos suele producir unas 40.000, as¨ª que los beneficios de Wine Spectator se ver¨¢n en el futuro. ¡°La influencia de Wine Spectator es mundial¡±, explica el bodeguero. ¡°S¨¦ que dar un n¨²mero a un vino (99 sobre 100) es rid¨ªculo, pero lo cierto es que la revista tiene un poder solo comparable al del cr¨ªtico Robert Parker. Recuerdo que la regi¨®n de la Toscana solo era conocida por sus vinos baratos para pizzer¨ªas. Hoy el Chianti est¨¢ al m¨¢s alto nivel y la regi¨®n es de las m¨¢s visitadas por los turistas. Creo que el origen fue una portada de Wine Spectator, que mostr¨® a sus lectores que adem¨¢s de Burdeos o de la Champagne, exist¨ªa una regi¨®n incre¨ªble en Italia. Ahora la revista pone el foco en la regi¨®n de Oporto y del Duero. No son est¨²pidos, reconocen una regi¨®n con mucha historia. El reconocimiento de la publicaci¨®n va a ser muy importante en los pr¨®ximos a?os¡±. Casualidad o no, a la semana de la distinci¨®n, The Wall Street Journal dedicaba una p¨¢gina a la ciudad portuguesa.
En el top 10 de la revista hay tres vinos del Duero, junto a dos vinos australianos, un chileno y dos norteamericanos, algo dif¨ªcil de creer para un europeo. Pese a ser premiado por la revista americana, Symington reconoce una tendencia favorable hacia los caldos del Nuevo Mundo. ¡°Ha habido una inclinaci¨®n por los vinos de California, Australia y Nueva Zelanda, pero son suficientemente inteligentes para notar la diferencia. No estoy preocupado, porque veo que aquellos vinos se est¨¢n reconvirtiendo a nuestro estilo. Los demasiado afrutados y extractivos no son buenos. Y empiezan a reconocerlo. En California se van inclinando hacia nuestro modelo. Demasiada fruta, demasiado dulce, tan cargados, no casan bien con la mesa. No son elegantes. Puedes tomarte una copa durante la comida, pero no dos. Cansa. Un buen vino espa?ol o portugu¨¦s tiene elegancia, equilibrio, y apetece tomarse m¨¢s de una copa¡±.
El regalo de Wine Spectator no lleg¨® solo. Al n¨²mero uno le acompa?aba el n¨²mero tres, un Chryseia 2011, salido de los vi?edos de la misma familia, pero con otra denominaci¨®n de origen, Douro. ¡°Es hist¨®rico. Burdeos es Burdeos; pero dos grandes vinos de la misma regi¨®n y la misma empresa es incre¨ªble: el oloroso Oporto y el vino de mesa Douro¡±.
La partida de Chryseia a¨²n es m¨¢s peque?a. Apenas 2.400 cajas; cuesta unos 45 euros la botella. ¡°Su producci¨®n es muy dif¨ªcil, en bancales peque?os sobre las riberas del r¨ªo; precisa mucha mano de obra para el mantenimiento y recolecci¨®n. La ¨²nica salida es producir vino de alta calidad. No podemos hacer vino barato con estas condiciones climatol¨®gicas y geogr¨¢ficas¡±.
La familia es la primera productora de vino del pa¨ªs, con m¨¢s de mil hect¨¢reas a lo largo del Duero, en las fincas de Bomfim y Senhora da Ribeira, y botellas con las etiquetas Graham¡¯s, Cock?burn¡¯s, Dow¡¯s Warre¡¯s, Quinta do Vesuvio y Altano. Vinos diferentes de la misma tierra.
¡°El Duero tiene condiciones muy espec¨ªficas¡±, explica Sy?mington. ¡°Aqu¨ª llueve tanto como en Londres, subimos el r¨ªo en direcci¨®n a Espa?a, 100 kil¨®metros, y tenemos la mitad de lluvia, mucho calor en verano y mucho fr¨ªo en invierno; aqu¨ª la temperatura es m¨¢s estable. En Oporto, cerca del Mi?o de Galicia, la tierra es gran¨ªtica, de piedra, en el Douro es arcillosa; luego est¨¢n las cepas, muy espec¨ªficas, propias, como las tourigas. Espa?ola solo hay la tempranillo, que llamamos roriz. Por esas diferencias de cepas, climatolog¨ªa y orograf¨ªa, podemos hacer un vino generoso, como el Oporto, y otro de mesa de calidad, el Douro¡±.
Y define sus dos joyas del a?o: ¡°Dow¡¯s es un vino para guardar, en 15 o en 20 a?os tendr¨¢ su plenitud. Ahora es un beb¨¦, pero un beb¨¦ muy pesado, lleno de estructura; est¨¢ iniciando un largo viaje en la botella y cada a?o ser¨¢ mejor. Es un monstruo, fabuloso, muy profundo. El Chryseia solo precisa tres o cuatro a?os para su perfecci¨®n en botella. Es muy elegante para la mesa. Producto de una asociaci¨®n con Bruno Prats, gran productor de Burdeos. Nosotros no sab¨ªamos hacer vinos de mesa y ¨¦l quer¨ªa producir en el Duero, pero no conoc¨ªa la zona. Fue un casamiento feliz¡±.
La bodega de Dow¡¯s exhibe el museo hist¨®rico de la familia, con cartas de la Corona brit¨¢nica, fotos y un ¨¢rbol geneal¨®gico de siglos. ¡°Al vino hay que identificarlo con la pasi¨®n de las personas que lo han hecho posible¡±. Symington agita su tableta iPad. ¡°A la gente le es indiferente si est¨¢ hecha en China, Taiw¨¢n o California; lo que le importa es que funcione. Con el vino no ocurre lo mismo. El consumidor quiere tener un buen vino, pero en su cerebro imagina de d¨®nde es, su paisaje, su historia, lo que los franceses llaman le terroir. Si la empresa familiar consigue transmitir eso, siempre venceremos a las multinacionales. Pueden hacer buen vino, pero les falta la pasi¨®n de la tierra¡±.
En este lluvioso d¨ªa de noviembre, la empresa ha celebrado reuni¨®n de accionistas. Diez personas en torno a una mesa y todas se apellidan Symington. ¡°Una reuni¨®n feliz¡±, comenta Paul, en esa misma mesa. ¡°De las diez personas, cuatro t¨ªos, ya jubilados, han pasado por esto. Solo uno de los diez nunca ha trabajado en las bodegas. Una familia unida es casi imbatible. Una empresa familiar dividida es horrible¡±. Y se le muda la cara cuando se le comentan los desaguisados de los Vega-Sicilia. ¡°Estos a?os he aprendido que hay que trabajar mucho, pero tambi¨¦n dedicar tiempo a algo que no se ve, las relaciones familiares, para mantener el equilibrio y el sentimiento de unidad¡±.
La familia Symington ha hecho historia. Dos vinos entre los tres mejores del mundo y de diferentes denominaciones de origen es tan extraordinario que han decidido romper con sus ra¨ªces escocesas para que, el 29 de diciembre, sus 500 empleados hayan tenido un d¨ªa de fiesta.
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