Un vampiro llamado Pegida
El movimiento de extrema derecha surgido en Dresde, Alemania, est¨¢ contribuyendo con su demonizaci¨®n del islam a fomentar un estado de ¨¢nimo que puede favorecer el crecimiento de una diab¨®lica espiral de violencia
No, no, no puede ser. Adem¨¢s de todo lo dem¨¢s, encima eso. Tres d¨ªas antes del asesinato de un joven eritreo en Dresde, en la puerta de su apartamento apareci¨® una esv¨¢stica pintarrajeada. La noche en que lo mataron a pu?aladas, el lunes de la semana pasada, el movimiento xen¨®fobo conocido ya en todo el mundo con el nombre de Pegida hab¨ªa llevado a cabo su mayor manifestaci¨®n hasta la fecha en esa deliciosa ciudad a orillas del r¨ªo Elba. Y no me preocupa solo Alemania. Al mismo tiempo que se desbarataba un plan terrorista islamista en B¨¦lgica, inmediatamente despu¨¦s de la matanza de Charlie Hebdoen Par¨ªs, los pol¨ªticos de la extrema derecha xen¨®foba se han lanzado a tratar de captar votos en toda Europa. Nos encontramos ante el peligro real e inminente de caer en una espiral en la que las minor¨ªas radicalizadas, musulmanas y antimusulmanas, arrastren a unas mayor¨ªas inquietas, musulmanas y no musulmanas, en la direcci¨®n equivocada. Lo ¨²nico que puede impedirlo es un esfuerzo consciente y cotidiano de todos nosotros.
Afortunadamente, por el momento, el caso de Dresde no es t¨ªpico de toda Alemania. Dresde se encuentra en el pintoresco coraz¨®n de una regi¨®n muy peculiar de la antigua Alemania del Este. A diferencia de las grandes ciudades del oeste del pa¨ªs, tiene pocos inmigrantes y escasa experiencia de convivir con las diferencias culturales. En la ¨¦poca comunista, a esta zona la llamaban el ¡°Valle de los desorientados¡±, porque sus habitantes no pod¨ªan recibir las emisiones de la televisi¨®n occidental. Todo parece indicar que, hasta ahora, la base de Pegida est¨¢ formada sobre todo por personas de mediana edad, que crecieron en la burbuja de la vieja Alemania Oriental. En Sajonia, desde la unificaci¨®n, los partidos de extrema derecha han obtenido un n¨²mero incre¨ªblemente alto de votos, incluido un sorprendente 9,2% para el NPD (Partidos Nacionaldemocr¨¢tico de Alemania) en las elecciones de 2004 al Parlamento estatal. Algunos han llegado a sugerir que el recuerdo del bombardeo angloamericano de Dresde en la II?Guerra Mundial ha contribuido a este fen¨®meno al convertir a la ciudad en v¨ªctima.
Los manifestantes han adoptado el himno revolucionario de 1989, Wir sind das Volk, pero con un significado muy distinto: no ¡°nosotros somos el pueblo¡±, un pueblo que aspiraba a la autodeterminaci¨®n democr¨¢tica, sino ¡°nosotros somos el Volk, una etnia concreta, como si lo hubiera dicho Adolf Hitler. El propio nombre del movimiento es anacr¨®nico. Pegida son las siglas de Patriotische Europ?er gegen die Islamisierung des Abendlandes, Patriotas Europeos contra la Islamizaci¨®n de Occidente, pero Abendland es una palabra muy anticuada que significa literalmente ¡°la tierra del anochecer¡± y que utiliz¨® Oswald Spengler en su monumental tratado sobre el pesimismo cultural alem¨¢n tras la I?Guerra Mundial, La decadencia de Occidente. Tambi¨¦n lo de ¡°patriotas europeos¡± muestra una extra?a mezcla de modestia y firmeza. Parece que casi quieren a?adir ¡°cristianos¡±. Y blancos. Blancos con un toque de pardo.
?Qui¨¦nes son los europeos antipatriotas? Uno de los organizadores de Pegida, Thomas Tallacker, escribi¨® en Facebook en 2013: ¡°?Qu¨¦ debemos hacer con las hordas, analfabetas en un 90%, que se aprovechan de nuestras prestaciones sociales y exprimen nuestro Estado de bienestar?¡±. Y despu¨¦s de una agresi¨®n con navajas: ¡°Seguro que ha sido otra vez un turco loco o muerto de hambre por el Ramad¨¢n¡±. Encantador, este Tallacker. Durante a?os fue concejal en la ciudad de Meissen, famosa por sus porcelanas, en representaci¨®n del partido de Angela Merkel, la UDC.
Es aterrador o¨ªr a los jud¨ªos franceses decir que ya no se sienten a salvo en su pa¨ªs
Desde Par¨ªs, por su parte, Jean-Marie le Pen tuitea: ¡°Mantened la calma y votad Le Pen¡±. Es inevitable que, si el musulm¨¢n discreto y educado que reparte pizzas acaba siendo un asesino islamista (como en el caso de los hermanos Kouachi), la gente corriente desconf¨ªe m¨¢s de los musulmanes. Las mezquitas y los centros isl¨¢micos brit¨¢nicos dicen que est¨¢n recibiendo muchos m¨¢s mensajes amenazadores. Seg¨²n un estudio encargado por la Fundaci¨®n Bertelsmann, el 57% de los alemanes no musulmanes consideran que el islam es un peligro. Y hay muchos pol¨ªticos, periodistas y agitadores dispuestos a alimentar ese miedo. Nigel Farage ha hablado de una ¡°quinta columna¡± entre los ingleses (?se refiere al Volk ingl¨¦s?).
La consecuencia de todo esto ser¨¢ m¨¢s nerviosismo entre los musulmanes europeos y, si no tenemos cuidado, una mayor radicalizaci¨®n de una peque?a minor¨ªa. Resulta ir¨®nico que la manifestaci¨®n de Pegida prevista para el lunes se desconvocara por una aparente amenaza yihadista contra uno de sus l¨ªderes. Los s¨ªntomas de radicalizaci¨®n se ven en el aumento de las agresiones antisemitas, que ahora parecen ser m¨¢s obra de extremistas musulmanes que de los viejos ¡°patriotas europeos¡± con sus esv¨¢sticas. Es aterrador o¨ªr a los jud¨ªos franceses, miembros de una de las mayores y m¨¢s antiguas poblaciones jud¨ªas en Europa, decir que ya no se sienten a salvo en su pa¨ªs. Y esos ataques alimentan todav¨ªa m¨¢s la suspicacia y el miedo ante los musulmanes, que, a su vez...
?C¨®mo detenemos la espiral? Tradicionalmente, los partidos europeos de centroderecha, como la CDU y los conservadores brit¨¢nicos, han girado a¨²n m¨¢s hacia la derecha para recuperar votantes e impedir que formaran una fuerza pol¨ªtica independiente. Es leg¨ªtimo, hasta cierto punto. Sin embargo, a partir de ese punto, lo que hay que hacer es lo que ha hecho la canciller Merkel, decir ¡°basta¡±.
Los mensajes que transmiten los pol¨ªticos son importantes. Tambi¨¦n los de los dirigentes religiosos, as¨ª como la informaci¨®n que ofrecen los medios. Pero, a la hora de la verdad, todo depende de nosotros, los ciudadanos. El gran historiador franc¨¦s Ernest Renan escribi¨® que una naci¨®n es ¡°un plebiscito diario¡±. El domingo posterior al ataque contra Charlie Hebdo, m¨¢s de tres millones de personas en las calles de Francia dieron un magn¨ªfico ejemplo de c¨®mo responde una gran naci¨®n europea ¡ªcomo ingl¨¦s, dir¨¦ que incluso la gran naci¨®n europea por excelencia¡ª a ese reto. Franceses musulmanes, hombres y mujeres, entregaban rosas blancas a sus compatriotas jud¨ªos, cristianos y ateos. Y todos cantaron juntos La Marsellesa, el himno nacional m¨¢s emocionante del mundo.
La lucha para construir una Europa de pa¨ªses c¨ªvicos e integradores es un reto de todos los d¨ªas
Magnifique. Pero eso pas¨® un domingo. La lucha para construir una Europa de pa¨ªses c¨ªvicos e integradores se ganar¨¢ o se perder¨¢ todos los dem¨¢s d¨ªas, los d¨ªas laborables, los d¨ªas grises. Al regresar de la manifestaci¨®n de unidad en Par¨ªs, David Cameron destac¨® una pancarta que hab¨ªa visto. Dec¨ªa ¡°Je suis Charlie, Je suis flic, Je suis juif¡± (Soy Charlie, soy poli, soy jud¨ªo). Faltaba una frase: Je suis Ahmed. Porque uno de los polic¨ªas asesinados a sangre fr¨ªa por los hermanos Kouachi era un franc¨¦s musulm¨¢n llamado Ahmed. En Twitter surgi¨® la etiqueta ¡°#Je suis Ahmed¡± junto a ¡°#Je suis Charlie¡±, no en contra de ella, y yo me apresur¨¦ a utilizarla.
Sin hacer jam¨¢s ninguna concesi¨®n sobre los principios fundamentales de una sociedad abierta, empezando por la libertad de expresi¨®n, los europeos no musulmanes debemos enviar este tipo de se?ales a nuestros conciudadanos musulmanes, tanto en Internet como en nuestros contactos personales cotidianos. La mejor se?al de todas es dejar claro que no es necesaria ninguna se?al expl¨ªcita. Es lo que sucede la mayor parte del tiempo en una ciudad como Londres: se da por descontado que los brit¨¢nicos musulmanes son tan brit¨¢nicos como todos los dem¨¢s, que no existe un ¡°ellos¡±, sino un ¡°nosotros¡± m¨¢s amplio, maravillosamente mezclado y embrollado. As¨ª saldremos triunfantes en el plebiscito diario. As¨ª conseguiremos deshacernos de un vampiro llamado Pegida.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige en la actualidad el proyecto freespeechdebate.com, e investigador titular de la Hoover Institution en la Universidad de Stanford. Su ¨²ltimo libro es Los hechos son subversivos: Escritos pol¨ªticos de una d¨¦cada sin nombre. Twitter: @fromTGA
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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