El fin de la indiferencia ante la explotaci¨®n sexual infantil
En Rep¨²blica Dominicana se ha ignorado durante a?os la prostituci¨®n de menores
Cuando sale a la calle a encontrar clientes, Gabriela Flores lo tiene m¨¢s dif¨ªcil que unos a?os atr¨¢s. ¡°Buscan carne fresca¡±, lamenta. No es que quieran jovencitas; ella tiene 23 a?os. Muchos andan tras adolescentes. Otros van directamente a por ni?as. Sucede en Boca Chica, una zona tur¨ªstica venida a menos de la Rep¨²blica Dominicana, uno de los destinos emergentes para el turismo sexual infantil.
A menos de 40 kil¨®metros de la capital del pa¨ªs caribe?o, Boca Chica es probablemente uno de los municipios donde la explotaci¨®n de menores es m¨¢s conocida. Aunque no es evidente, se puede encontrar en la calle, donde las chicas rivalizan con Flores en busca de clientes. O de forma m¨¢s sutil. Existe todo un entramado de mediadores en la playa que ofrecen al turista ¡°lo que quiera¡±. Son conseguidores que pueden ir desde las masajistas acreditadas, que durante las friegas en la espalda recomiendan ¡°algo m¨¢s¡±, hasta quienes hacen trenzas, que se sirven de su cat¨¢logo de peinados para ofrecer a las chicas que salen en la fotograf¨ªa. Si el turista acepta, llaman a un motoconcho (una especie de recadero-taxista en moto) para que vaya a por la menor o la lleve a uno de los moteles donde se consuma el intercambio. Una cadena en la que cada uno se queda con una peque?a comisi¨®n de quienes no tienen reparos en pagar por acostarse con una menor, seg¨²n explica Jessica Rosario, de la asociaci¨®n Caminante, que desde hace 20 a?os, y de la mano de Unicef, lucha contra esta lacra y trata de ofrecer ayuda a los ni?os y adolescentes explotados.
En parte sucede porque, en palabras de Marleny Guante, fiscal de menores de Boca Chica, ¡°muchos dominicanos ven normal que un menor vaya con un extranjero¡±. ¡°Ni siquiera algunos polic¨ªas lo contemplan como un il¨ªcito, as¨ª que no hacen nada cuando la situaci¨®n se da delante de ellos. Es necesaria una concienciaci¨®n que comience en la escuela¡±, afirma Guante.
La impunidad es casi total. No solo para los clientes; tambi¨¦n para quienes explotan a los menores. Hasta la segunda d¨¦cada de este siglo, pr¨¢cticamente no se luchaba contra esta lacra: entre 2003 y 2011 hubo solo tres condenas en toda la Rep¨²blica Dominicana por explotaci¨®n sexual de menores. Lentamente, este panorama est¨¢ comenzando a cambiar. La Procurador¨ªa (lo que en Espa?a ser¨ªa una fiscal¨ªa) Especializada contra el Tr¨¢fico Il¨ªcito de Migrantes y trata de Personas ha empezado a trabajar en serio contra la prostituci¨®n infantil, liderados por el procurador Jonathan Bar¨®. En 2014 hubo cuatro condenas, m¨¢s que en el periodo de ocho a?os antes citado. Y 54 personas est¨¢n encausadas. Las cifras, seg¨²n reconoce el propio Bar¨®, no son nada en comparaci¨®n con el tr¨¢fico sexual infantil: ¡°Es una realidad muy dif¨ªcil de controlar. Las jovencitas se encuentran desamparadas y vienen de situaciones muy complicadas. El embarazo adolescente [muy frecuente en la Rep¨²blica Dominicana, donde casi un 25% de las mujeres son madres antes de los 18 a?os] es un ejemplo: las chicas son expulsadas de sus casas y es frecuente que caigan en el tr¨¢fico de personas o que incluso sean ellas las que acudan voluntariamente a burdeles o a la calle a prostituirse¡±.
Hasta hace apenas un par de a?os no hab¨ªa una unidad especializada en perseguir estos delitos. Ahora, son cinco agentes para un pa¨ªs de 10 millones de habitantes quienes los investigan y persiguen de la mano de la Procurador¨ªa de Bar¨®. ¡°Necesitamos profesionales muy preparados y especializados. Por un lado hemos habilitado un tel¨¦fono de denuncia para trabajar a partir de ah¨ª. Pero tambi¨¦n estamos empezando a aplicar otras estrategias con ayuda exterior, como se?uelos que se hacen pasar por turistas. Gracias a esto, hace un mes rescatamos de la explotaci¨®n a 16 menores de una comunidad. Detuvimos a seis personas¡±, explica el fiscal.
Antes de la Procurador¨ªa, los intentos para controlar la prostituci¨®n infantil eran muy t¨ªmidos. Lo que se conoc¨ªa como Politur, una polic¨ªa tur¨ªstica que hace poco m¨¢s de un a?o se convirti¨® en un cuerpo militarizado y cambi¨® su nombre por Cestur, era uno de los pocos nexos entre estos menores y el Estado. Pero, seg¨²n Rosario, estaban mucho m¨¢s preocupados del bienestar de los visitantes que del de los propios ni?os. ¡°Era una polic¨ªa mal pagada y mal formada que no ten¨ªa conciencia de la gravedad de este delito. Resultaba dif¨ªcil que un menor acudiera a ellos porque sab¨ªa que era m¨¢s probable que sufrieran un chantaje a que recibieran ayuda¡±, relata esta trabajadora de Caminante. El Ministerio de Turismo no dio su versi¨®n de la situaci¨®n a pesar de los numerosos requerimientos de este peri¨®dico. Seg¨²n cuenta Rosario, el nuevo cuerpo tampoco realiza un trabajo ideal, todav¨ªa se mantienen viejas pr¨¢cticas y corruptelas locales que no ayudan a la lucha contra la prostituci¨®n infantil, pero al menos hay una voluntad de los mandos por colaborar.
Entre 2003 y 2011 hubo solo tres condenas en toda la Rep¨²blica Dominicana por explotaci¨®n sexual de menores
Su asociaci¨®n es uno de los principales apoyos para los menores que caen en la prostituci¨®n. Les asesoran, forman y ayudan a salir de ese mundo, aunque no es un camino sencillo, porque en muchas ocasiones los menores no tienen donde ir ni de d¨®nde sacar dinero una vez que dejan la calle.
A ellos acudi¨® Gabriela Flores hace a?os. Aunque ella ya no es una ni?a y, en teor¨ªa ha abandonado esta pr¨¢ctica, cuando se le pregunta reconoce que ¡°de vez en cuando¡± baja a la calle a buscar alg¨²n cliente. ¡°Necesito el dinero para alimentar a mis hijos¡±, justifica. A sus 23 a?os, tiene cuatro, algo que en la Rep¨²blica Dominicana es muy frecuente. Trabaja en casa como peluquera, pero asegura que, en ocasiones, el dinero no le alcanza. Adem¨¢s de este empleo, ha retomado los estudios de primaria. Quiere finalizarlos para acceder al bachillerato y cursar Derecho. Cuando era ni?a no pudo obtener el graduado escolar porque la se?ora que la cuidaba ¡ªcon quien la dejaron sus padres por no poder mantenerla¡ª muri¨® cuando ella ten¨ªa 14 a?os. Fue entonces cuando baj¨® a la calle. "Una amiga y yo comenzamos a acostarnos con turistas para sacar dinero. De todas las nacionalidades. Cada d¨ªa hac¨ªamos tres o cuatro servicios", narra. Les cobraban entre 1.500 y 3.000 pesos (entre 30 y 60 euros), con lo que en un mes pod¨ªa cobrar alrededor de 100.000 pesos (unos 2.000 euros), lo que multiplica por 10 el salario m¨ªnimo del pa¨ªs. Pero no ahorraban, viv¨ªan al d¨ªa: "Compr¨¢bamos ropa, tonter¨ªas... No nos preocup¨¢bamos por el futuro", reconoce.
Ahora s¨ª lo hace. Por el suyo y el de sus hijos. El mayor, de seis a?os, fue el detonante para proponerse dejar la prostituci¨®n y acudir a Caminante. Hoy no sabe si les dir¨¢ alg¨²n d¨ªa a qu¨¦ se dedic¨® (y a qu¨¦ se dedica todav¨ªa en ocasiones) su madre. "Quiz¨¢s es mejor que se enteren por m¨ª que por otra persona", reflexiona.
Su historia es un patr¨®n que se cumple en muchos casos de menores prostituidos. Familias desestructuradas, dinero que parece f¨¢cil y falta de alternativas. Seg¨²n cuenta Bar¨®, una de las mayores dificultades que se encuentran cuando liberan a los menores de la explotaci¨®n es que no vuelvan a ella. "Es frecuente que pasen por casas de acogida temporal, no se les ubique de forma definitiva y al poco vuelvan a caer en las redes de este negocio", reconoce.
La falta de medios del Estado para combatir esta situaci¨®n es clave para que no mejore. Algunas empresas asentadas en la isla centran buena parte de su responsabilidad social corporativa en intentar acabar con esta lacra. La compa?¨ªa espa?ola Meli¨¢ Hotels International, que cuenta con varios complejos tur¨ªsticos en la Rep¨²blica Dominicana, fomenta todo tipo de actividades para recoger y donar fondos que tienen como destino final la lucha contra la prostituci¨®n: desde galas en los resorts en las que han actuado artistas como David Bisbal, lo que denominan "ckeck- in solidario", a trav¨¦s del cual se carga un d¨®lar adicional de la primera estancia en el hotel y donaciones directas de empleados. ¡°Adem¨¢s, aqu¨ª les hablamos mucho de la labor que hacemos y suelen poner m¨¢s plata¡±, explica un empleado del hotel.
M¨¢s all¨¢ de la sensibilizaci¨®n y la recaudaci¨®n de fondos, la compa?¨ªa est¨¢ trabajando en un proyecto para dar empleo a los menores que salgan de la prostituci¨®n. Rafael Torres, gerente de los resorts Paradisus de Punta Cana, explica que van a comenzar formando a unos pocos para incorporarlos a su plantilla para que esto se convierta con el tiempo en un trabajo sistem¨¢tico. "Adem¨¢s de ayudar a estos chavales en concreto, queremos servir como ejemplo para que las empresas vean que es posible contribuir a la lucha contra la explotaci¨®n sexual de forma muy activa", explica.
Los hoteles de su compa?¨ªa comenzaron hace a?os con lo m¨¢s b¨¢sico que estaba en su mano para atajar estos comportamientos, formando sus empleados en protocolos de seguridad e identificaci¨®n de comportamientos sospechosos para ponerlos en conocimientos de la Fiscal¨ªa. En sus instalaciones est¨¢ completamente prohibido que un adulto acceda acompa?ado de un menor si no son parientes y para evitarlo solicitan escrupulosamente la identificaci¨®n a todos los que entran. Cada vez es menos frecuente, pero todav¨ªa ocurre.
Un menor en prostituci¨®n puede sacar unos 2.000 euros al mes, diez veces el salario m¨ªnimo del pa¨ªs. Aunque lo normal es que los beneficios se los lleven los explotadores
La zona en la que est¨¢ este hotel, en una de las m¨¢s lujosas de Punta Cana, poco tiene que ver con Boca Chica. Ni el tipo de turista ni el ambiente de las calles y playas hacen pensar que all¨ª el turismo sexual infantil sea frecuente, muy al contrario que en el otro escenario. La prostituci¨®n en los alrededores s¨ª es muy habitual, tanto en locales habilitados para ello como en lugares tan variopintos como un lavadero de coches que funciona como un bar al aire libre en el que el camarero ofrece a los clientes chicas con las que acostarse. Tambi¨¦n es muy normal que en un local de copas corriente se acerquen a los turistas mujeres ofreciendo sexo a cambio de "un regalo". Tanto estas como las de los prost¨ªbulos o los lavados de coches son j¨®venes, pero de ninguna podr¨ªa asegurarse con certeza que tiene menos de 18 a?os. Y todas lo niegan. As¨ª que, por precauci¨®n o por falta de demanda, no parece que el sexo infantil sea un atractivo tur¨ªstico en la zona. "Pero tambi¨¦n se dan casos. En ciertas calles se pueden ver chicas o chicos menores, que son m¨¢s frecuentes de lo que la gente piensa, prostituy¨¦ndose", matiza Torres.
Lejos de lo que se puede pensar, el cliente de esta actividad no suele ser un ped¨®filo. ¡°Simplemente se encuentran con disponibilidad de estos ni?os y se aprovechan de ello¡±, asegura Selma Fern¨¢ndez, responsable del Programa de Prevenci¨®n de la Explotaci¨®n sexual Comercial Infantil de la red Ecpat International.
La concienciaci¨®n entre los turistas tambi¨¦n es, por lo tanto, crucial. M¨¢s de 1.000 actores del sector en el todo mundo (aerol¨ªneas, agentes de viaje, hoteles¡) han suscrito un C¨®digo de Conducta para tratar de erradicar estas pr¨¢cticas. Pero es m¨¢s sencillo concienciar a la comunidad local que a todos los for¨¢neos que acuden a estos destinos. Ra¨²l Valette, presidente de la asociaci¨®n de comerciantes de Boca Chica, trabaja desde hace un par de a?os en ello. Seg¨²n cuentan en Unicef, al principio era muy reacio y ni siquiera quer¨ªa mencionar el tema por la mala imagen que puede dar a la zona. Hoy le quita importancia ¡ª"no es tan generalizado como la gente piensa, son excepciones"¡ª, pero tambi¨¦n reconoce la necesidad de poner medios para suprimirlo. "Es una labor de toda la sociedad: los restauradores, los sindicatos, los motoconchos". Coincide con la fiscal de menores: "Es el empoderamiento de la comunidad lo que realmente puede terminar con la explotaci¨®n sexual infantil".
Es muy extra?o que sean las v¨ªctimas quienes denuncien. Tampoco las familias suelen acudir a la polic¨ªa, bien porque no existen o bien porque se lucran de este negocio. Los turistas que pagan por sexo con menores, obviamente tambi¨¦n lo silencian. Y quien va a disfrutar de una semana de relax a la sombra de una palmera, raramente se implica si ve alguna conducta sospechosa. As¨ª que est¨¢ en manos de los propios dominicanos y de sus autoridades acabar con esta pr¨¢ctica. Tras mucho tiempo de indiferencia, al menos parece que ya se han puesto a trabajar.
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