El civismo y la arquitectura
FOTO: Pol Viladoms
El entendimiento entre este edificio y el lugar donde se ubica retrata los acuerdos entre diversas administraciones, distintos colectivos ciudadanos y variadas tipolog¨ªas que han sumado afinidades hasta convertirse en una ¨²nica infraestructura.
Han sido los ciudadanos los que han bautizado el centro que lleva por nombre El Roure (el roble) para rendir homenaje a un viejo roble pubescente que, marca el meandro junto al arroyo. En sinton¨ªa con esa colaboraci¨®n entre las partes, y tambi¨¦n para fomentarla ¨Cdurante el proceso de dise?o- y para mantenerla ¨Ctras la entrega del edificio-, los arquitectos trataron los diversos usos a partir de una suma. Optaron por levantar un ¨²nico inmueble horizontal y comenzaron a describirlo como una plaza interior, como un lugar de encuentro.
Tomada esta decisi¨®n, lo siguiente fue tratar de no molestar, partir de la simpat¨ªa hacia el arroyo o, lo que es lo mismo, de la voluntad de no estropear ni el lugar ni el paisaje ni por supuesto el viejo roble. As¨ª, fue el ¨¢rbol el que indic¨® el giro, quebrando el edificio y, de ese modo, asent¨¢ndolo en la orilla del arroyo.
Para referirse al inmueble, los arquitectos hablaban a la vez de plaza interior y de ¡°arquitectura pluric¨¦ntrica¡±. Se trata, efectivamente, de que las partes sumen unidas, pero no solapadas. Los 336 espectadores del teatro polivalente, los usuarios de la biblioteca y la gran cantidad de personas reunidas en el centro c¨ªvico deb¨ªan poder encontrar su sitio. As¨ª, de la misma manera que el roble armoniz¨® la relaci¨®n entre arquitectura y paisaje formando una terraza mirador, la entrada en esta infraestructura cultural se hace por esa plaza com¨²n, un ¨¢gora de encuentro entre el arroyo y el pueblo o, alternativamente, por accesos individuales.
Por fuera, el edificio horizontal ¡°acepta los l¨ªmites del solar como propios¡±, explican los proyectistas, y ocupa la totalidad de un espacio triangular para rebajar su presencia. M¨¢s all¨¢ de unificar y armonizar, Calder¨®n-Folch-Sarsanedas buscaron recuperar el recuerdo colectivo de un lugar, junto al arroyo, que hab¨ªa sido tambi¨¦n escenario de ocio estival. De este modo, la fachada principal, orientada al norte, busca recibir a los visitantes y recuperar la relaci¨®n entre el centro urbano y esa otra zona perif¨¦rica del pueblo.
¡°El edificio quiere ser arroyo, meandro y campo de juego¡±, explican. Por eso este inmueble que es uno y muchos a la vez se ha construido tambi¨¦n con una suma de opuestos: los vidrios reflectantes que miran al arroyo se hacen eco del paisaje y la fachada de pino que afronta la relaci¨®n con el pueblo trata de sumarse al lugar, intenta convertir el edificio en z¨®calo para que la antigua orilla no desaparezca visualmente.
El interior tambi¨¦n est¨¢ organizado por el paisaje en estratos longitudinales fluidos y di¨¢fanos (la biblioteca, el bar, el punto para j¨®venes) mientras que las salas de ensayo, el teatro y los servicios quedan recogidos y alejados de las vistas al arroyo.
M¨¢s all¨¢ de poner de acuerdo a ciudadanos y servicios, a una suma de promotores (Ayuntamiento y Generalitat) y a un edificio con un lugar, este proyecto ¨Ccon catalogaci¨®n energ¨¦tica A- trata de favorecer tambi¨¦n la compleja relaci¨®n entre construcci¨®n y naturaleza. Abastecido por dos calderas de biomasa ¨Cque consumen madera de los bosques cercanos- y con capacidad para autoabastecerse reciclando el agua de lluvia, el edificio quiere recuperar la memoria de antiguos usos apostando por un futuro largo y responsable. El paisajista Eliseu Guillam¨®n y los dise?adores Zoe Sarsanedas y Mar¨ªa Retamero completan la suma de profesionales que han cuajado un inmueble capaz de conjugar arquitectura y civismo.
Precio por metro cuadrado seg¨²n arquitectos: 1.400 euros m¨¢s IVA.
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