Cuando los protagonistas son los lectores
Cr¨ªticas y sugerencias para las cartas al director. ?Qu¨¦ es m¨¢s necesario, abrir los art¨ªculos de opini¨®n a los comentarios o mejorar el sistema de moderaci¨®n de los mismos?
Cartas al director es una secci¨®n tradicional en todos los peri¨®dicos, y una de las m¨¢s le¨ªdas. EL PA?S dedica diariamente a esta correspondencia de los lectores algo m¨¢s de media p¨¢gina en su edici¨®n impresa. Obviamente, s¨®lo se publican unas pocas cartas de las muchas que llegan a la secci¨®n de Opini¨®n, que es donde se recogen y supervisan.
Recibo con alguna frecuencia correos de lectores decepcionados porque sus cartas no se publican. O porque no est¨¢n conformes con los criterios de selecci¨®n. Una lectora, Teresa del Arco, me ha escrito indignada tras observar durante los ¨²ltimos tres a?os una escasez alarmante de cartas de mujeres. Con la doble decepci¨®n, cuenta, de que cuando hay cartas de lectoras, los temas son siempre los mismos: ¡°educaci¨®n, infantil, ancianos y asuntos sociales. Nada de nada m¨¢s. El hecho me molesta hasta tal punto que me he negado a leer m¨¢s esta secci¨®n. ?En serio debo pensar que no reciben cartas escritas por mujeres? ?Es verdad que las ¨²nicas cartas que reciben, escritas por mujeres, tratan siempre los mismos temas? ?Qui¨¦n selecciona estas cartas? ?Con qu¨¦ criterio?¡±.
Jos¨¦ Manuel Calvo, subdirector de Opini¨®n y responsable de lo que se publica en Cartas al director, est¨¢ de acuerdo con la lectora, aunque apunta: ¡°Hay d¨ªas en los que el equilibrio es mayor, como ocurri¨® el martes y el mi¨¦rcoles pasado¡±. El problema es que los hombres escriben m¨¢s cartas. ¡°Un c¨¢lculo aproximado de las personas que manejan ese flujo indica que hay dos tercios de hombres por uno de mujeres¡±, dice Calvo. ¡°A lo que aspiramos, y en ocasiones no conseguimos, es a equilibrar en la medida de lo posible su presencia¡±.
Hay lectores que albergan todo tipo de sospechas sobre las razones de que sus cartas se rechacen. Esto es lo que me escrib¨ªa recientemente uno de ellos, ?ngel Luis Ramos Villar: ¡°Soy suscriptor y escribo de vez en cuando a la secci¨®n Cartas al director, y l¨®gicamente, unas cartas me las publican y otras no, pero de las que versan sobre el Estado de Israel, los jud¨ªos, etc¨¦tera, y tienen una visi¨®n cr¨ªtica con ellos, no me publican ni una sola, por lo que tengo la sensaci¨®n de que existe cierta censura, o presiones de la Embajada israel¨ª¡±.
Calvo rechaza este extremo y explica: ¡°Las cartas cr¨ªticas con cualquier Gobierno, cualquier organizaci¨®n o movimiento, se publican atendiendo a los criterios generales que rigen sobre los comentarios: bienvenido todo aquello que enriquezca el contenido y la calidad del peri¨®dico, sin miedo a la discrepancia, y exclusi¨®n de insultos, descalificaciones, etc¨¦tera. Es f¨¢cil equivocarse a la hora de juzgar la conveniencia o el inter¨¦s de una carta u otra, pero no se practican discriminaciones selectivas sobre cartas que no incluyen las caracter¨ªsticas mencionadas¡±.
En realidad, el motivo fundamental de que se queden sin publicar tantas cartas es la falta end¨¦mica de espacio en la edici¨®n impresa. De las decenas que se reciben a diario, se publican no m¨¢s de siete. Antoni Montell¨¤ Dalmau, lector asiduo, dice comprenderlo, pero se?ala: ¡°Lo que no entiendo es por qu¨¦ EL PA?S s¨®lo dedica media p¨¢gina diaria a las opiniones de los lectores, cuando hay otros peri¨®dicos que dedican dos p¨¢ginas, por ejemplo La Vanguardia o El Peri¨®dico¡±.
Calvo aplaude la propuesta de ampliar el espacio para las cartas, pero la considera irrealizable en la edici¨®n impresa. Y explica el proceso de criba de las numerosas cartas que se reciben a diario. ¡°Una primera selecci¨®n elimina circulares, spam, cartas sin datos, misivas insultantes¡ Ese ejercicio nos deja todav¨ªa decenas de cartas, que hay que seleccionar con cuidado. Finalmente, se publican, entre el papel y la web, no m¨¢s de 10. Es muy comprensible la frustraci¨®n de los que encuentran escaso el espacio, y desde luego en el papel no vamos a ir a mejor. Precisamente por eso, lo que desarrollaremos progresivamente ser¨¢ la secci¨®n digital para Cartas, independientemente de las que se publiquen en el papel¡±.
El espacio para cartas puede ampliarse, pero no en la edici¨®n impresa
El periodismo moderno es cada vez m¨¢s interactivo y busca las reacciones y la opini¨®n de los lectores a toda costa. EL PA?S tiene abierta en su p¨¢gina web la posibilidad de hacer comentarios en multitud de reportajes, art¨ªculos informativos y de opini¨®n, pero, siempre hay un pero. Un lector, Gonzalo Moure, se queja de que mientras es posible opinar en casi todas las noticias ¡ª¡°a menudo con el resultado de correos insultantes¡±, se?ala¡ª, no ocurre lo mismo, ¡°en muchos art¨ªculos de opini¨®n (la mayor¨ªa, pero especialmente los referidos a Podemos)¡±. Y cita algunas tribunas que sobre este partido se han publicado ¨²ltimamente. ¡°?No es una incongruencia?, se pregunta.
El responsable de la edici¨®n digital, Bernardo Mar¨ªn, explica que el criterio es el mismo desde hace a?os. ¡°Como norma general no se abren a comentarios los editoriales y el resto de art¨ªculos de la secci¨®n de Opini¨®n. Es un criterio que merece volver a ser debatido, por cuanto presenta cierta incongruencia, ya que s¨ª se abren a comentarios los art¨ªculos de an¨¢lisis y opini¨®n que se publican como complemento a las noticias de las distintas secciones. Tambi¨¦n cerramos el foro en determinadas informaciones cuando consideramos imposible reconducir sobre ellas un debate civilizado¡±.
Lo cierto es que los comentarios, ya sean a prop¨®sito de informaciones o de art¨ªculos de columnistas, incluyen con demasiada frecuencia t¨¦rminos hirientes. Algo que a otro lector, Jes¨²s Garc¨ªa S¨¢nchez, le parece intolerable, con toda raz¨®n. ¡°Es indignante que se insulte de forma an¨®nima a Antonio Elorza, uno de los intelectuales m¨¢s brillantes de Espa?a¡±, me escribi¨® hace un tiempo, acompa?ando su correo con la reproducci¨®n de un comentario insultante ¡ªe incomprensiblemente no censurado por los moderadores¡ª, que se public¨® bajo un art¨ªculo de Elorza. ¡°Es un tema recurrente desde hace a?os¡±, se queja este lector, ¡°?no puede EL PA?S acabar de una vez por todas con los insultos en el peri¨®dico web?¡±.
El tema es preocupante, desde luego. Mar¨ªn explica el sistema que permite estos disparates: ¡°Los comentarios se moderan a posteriori, una vez que han sido publicados, pero nuestra intenci¨®n es cambiar dicha pol¨ªtica para que se haga antes de que aparezcan en la p¨¢gina. Tambi¨¦n queremos avanzar hacia el fin del anonimato. Hasta ahora los participantes del foro pueden ocultarse tras un alias; en el modelo que estamos estudiando los lectores deber¨¢n identificarse con nombre y apellidos. Este y otros requisitos se exigen, por ejemplo, a los lectores que desean publicar cartas al director en la edici¨®n impresa. Creemos que ambas medidas contribuir¨¢n a elevar el nivel de los debates¡±.
En las condiciones generales que fija este peri¨®dico para tener acceso a los comentarios se especifica que no se permitir¨¢n aquellos que ¡°vulneren el respeto a la dignidad de la persona, que sean discriminatorios, xen¨®fobos, racistas, pornogr¨¢ficos, que atenten contra la juventud o la infancia, el orden o la seguridad p¨²blica¡±, y el diario se reserva la posibilidad de retirar aquellos que no considere ¡°adecuados para su publicaci¨®n¡±.
El problema, como apunta Jos¨¦ Manuel Calvo, ¡°es que hay casos claros, y otros menos claros: los comentarios agresivos, o de mal gusto, o despectivos; los que se protegen en el anonimato¡ Por eso encuentro razonable que haya columnistas que prefieran no verse sometidos a esas opiniones, y que nos pidan que se cierren sus art¨ªculos a los comentarios¡±, se?ala. ¡°Al tiempo, entiendo que la interactividad y la participaci¨®n del lector es una de las normas b¨¢sicas de la comunicaci¨®n, y que es decepcionante, para aquellos que tienen un esp¨ªritu m¨¢s participativo, encontrarse con un muro cerrado¡±.
Por mi parte, creo que es prioritario afrontar un cambio profundo en el sistema de moderaci¨®n de los comentarios. Es una l¨¢stima que aportaciones de calidad, que a?aden inter¨¦s a un art¨ªculo, se pierdan en un debate tumultuoso dominado por la agresividad y los malos modos.
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