?Las fronteras de Google?
Los mapas del buscador est¨¢n llenos de fronteras pol¨ªticas que son al mismo tiempo imaginarias. Como la Iglesia, Estados Unidos o Dios
La artista Javiera Pintocanales en realidad pinta mapas. Y los contiene en libros porque cree ¡°que son m¨¢quinas perfectas para convertirlo todo a una escala manejable, una interrelaci¨®n entre lo inabarcable y tu mano¡±. Desde su taller provisional y n¨®mada de Barcelona se ha embarcado en varios proyectos que dan buena cuenta de esa fe. Uno se llama Mapa de bolsillo de una ballena y parte del furoshiki, esa pieza de tela con que los japoneses lo envuelven casi todo, para encerrar en su interior una suerte de mapa anat¨®mico desplegable del m¨ªtico cet¨¢ceo: ¡°Tanto el furoshiki como el mapa nos invitan a vivir la lectura como un acto de despliegue¡±. Otro se titula Del viaje, el vuelo y es un libro con alas; pero de hecho todas sus propuestas son de un modo u otro viajeras.
La ¨²ltima tiene que ver con el Chile que dej¨® atr¨¢s hace nueve a?os y se titula L¨ªmite por precisar. Las p¨¢ginas son un juego m¨®vil que alterna mapas y dibujos de los Andes, despojando a la frontera con Argentina de cualquier tipo de univocidad. Porque de hecho en los Campos de Hielo Patag¨®nicos la frontera no est¨¢ legalmente definida. En la cartograf¨ªa oficial esa zona aparece como un recuadro gris. Y Google Maps no ayuda: la l¨ªnea desaparece en alg¨²n momento entre el parque nacional Torres del Paine y el parque nacional Bernardo O¡¯Higgins. En ¨¦ste ¨Cel colmo de la incertidumbre¨C naci¨® el a?o pasado una isla.
Los mapas nunca han sido inocentes. Los monopolios y los imperios todav¨ªa menos. Julian Assange ha afirmado que ¡°Google es m¨¢s poderoso de lo que la Iglesia nunca fue¡±. En ese litigio entre Chile y Argentina, Google Maps decidi¨® cortar por lo sano y borrar la l¨ªnea, pero en 2010 un error suyo de demarcaci¨®n estuvo a punto de causar una guerra entre Costa Rica y Nicaragua. Cuatro a?os m¨¢s tarde naci¨® Disputed Territories, un proyecto online que analiza los diversos modos en que la empresa representa las fronteras m¨¢s discutidas del globo, los puntos al rojo vivo de la geopol¨ªtica mundial. De momento ya han comparado algunos mapas euroasi¨¢ticos: los territorios en disputa entre China e India, entre Rusia y Crimea o entre China y Jap¨®n. Inquieta ver las l¨ªneas lim¨ªtrofes tan desplazadas seg¨²n si el usuario est¨¢ frente a una pantalla de un pa¨ªs, del otro o de Estados Unidos.
Hace siglos que las fronteras se pixelan. Esas l¨ªneas imaginarias son inestables por naturaleza, pero las frecuencias de radio o la se?al de los tel¨¦fonos m¨®viles fueron acabando con cualquier rastro de antigua solidez. Cuando conduces por tierras fronterizas, los locutores cambian sin avisar de idioma; mucho antes de que te sellen el pasaporte ya te ha dado la bienvenida la compa?¨ªa telef¨®nica local. Fr¨¦deric Martel ha escrito en Smart (Taurus, 2014): ¡°Podr¨ªamos formular la idea de que si bien no hay borders en Internet, lo que s¨ª hay son frontiers, por utilizar la distinci¨®n cl¨¢sica en ingl¨¦s americano entre la frontera pol¨ªtica legal y el l¨ªmite abstracto y simb¨®lico¡±. La distinci¨®n es sugerente, pero inexacta: Google est¨¢ lleno de fronteras pol¨ªticas que son al mismo tiempo imaginarias. Como la Iglesia, Estados Unidos o Dios, tiene tant¨ªsimas fronteras internas que parece que no tenga ninguna.
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