¡®Je suis¡¯ Tania Bruguera
A veces no hacen falta caricaturas, ni palabras, ni gestos. Para el fan¨¢tico la posibilidad de la ofensa es suficiente
Conmueve la sencillez de la opini¨®n del papa Francisco en torno al ataque terrorista a las oficinas de Charlie Hebdo y la discusi¨®n sobre los l¨ªmites de la libertad de expresi¨®n que ha suscitado el mismo: ¡°Si alguien dice una mala palabra en contra de mi mam¨¢, puede esperarse un pu?etazo¡±. Conmueve tambi¨¦n el hecho de que el vicario de Cristo reconozca en p¨²blico que este pecado capital (la ira) le es sumamente familiar. Esta respuesta resume, con la apabullante precisi¨®n con la que los ni?os y los idiotas articulan lo complejo, la justificaci¨®n milenaria de la actitud del fan¨¢tico deportivo, religioso y pol¨ªtico frente a la supuesta ofensa. A veces no hacen falta caricaturas, ni palabras, ni gestos. Para el fan¨¢tico la posibilidad de la ofensa es suficiente.
El 2 de enero del a?o en curso la artista cubana Tania Bruguera hab¨ªa convocado al p¨²blico en general para una performance en la plaza de la Revoluci¨®n de La Habana. Un micr¨®fono abierto estar¨ªa a disposici¨®n de la gente durante unas horas para que compartiesen sus ideas sobre el reci¨¦n anunciado deshielo entre Cuba y Estados Unidos. Antes de la cinco de la madrugada del mismo d¨ªa, Bruguera fue arrestada en un operativo que priv¨® de libertad a decenas de disidentes, periodistas y artistas que el r¨¦gimen supon¨ªa acudir¨ªan a la controvertida cita.
La plaza de la Revoluci¨®n es, como la plaza de San Pedro en el Vaticano, el lugar donde se celebran las multitudinarias liturgias solemnes del fervor revolucionario. Producto de la magn¨ªfica formaci¨®n art¨ªstica de la que puede jactarse el castrismo, Tania Bruguera no es un senador republicano miamense, es una activista a favor de los derechos de los inmigrantes que trabaja la mitad del tiempo en su isla. Pero la libertad de expresi¨®n sigue siendo tab¨² en la capital cultural del Caribe y el canonizado ¨ªmpetu ideol¨®gico de su Gobierno no pod¨ªa sino divisar la silueta de un Godzilla en ese peque?o micr¨®fono en el horizonte, y probablemente no se equivocaban.
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