¡°Ni siquiera me acuerdo de que el sexo existe¡±
Los asexuales exigen no ser estigmatizados, pero surgen las dudas sobre su conducta. ?Es sano renunciar al placer?
Vivimos en una sociedad en la que las marcas lim¨ªtrofes del amor, el sexo y el romanticismo se confunden entre ellas, dando lugar a lo que, arquet¨ªpicamente, compone un t¨¢ndem perfecto dentro de las relaciones de pareja. Sin embargo, existe quienes se desmarcan de la f¨®rmula, decidiendo vivir sin el placer ven¨¦reo (relativo a Venus, que no al contagio). Se hacen llamar ¡°asexuales¡±, y forman un movimiento compuesto por hombres y mujeres de diversas nacionalidades, que reivindican el derecho a vivir sin sexo sin ser por ello estigmatizados socialmente. A¨²n hay pocos estudios al respecto, pero seg¨²n Journal of Sex Research, un 1% de los brit¨¢nicos pertenecen a este colectivo.
El precursor de esta corriente asexual es Anthony F. Bogaert, acad¨¦mico de la Universidad canadiense de Brock, y especializado en los estudios de sexualidad humana. Sus publicaciones, especialmente el libro Understanding Asexuality, han ayudado a miles de personas a comprenderse mejor a s¨ª mismas en lo que concierne a su impulso sexual o a la carencia de este. Su obra es un manual de referencia.
¡°La asexualidad se define como una falta persistente de deseo sexual hacia los dem¨¢s¡±, dice el autor. Incluso hay quien lo se?ala como la cuarta opci¨®n, despu¨¦s de la heterosexualidad, la homosexualidad y la bisexualidad. ¡°Aunque la renuncia a la actividad sexual se trata de un acto volitivo, al igual que el celibato, no existe en ella el componente de la abstenci¨®n vinculado a la religi¨®n¡±, prosigue Bogaert.
La asexualidad se define como una falta persistente de deseo sexual hacia los dem¨¢s¡±, dice Anthony F. Bogaert
Esta elecci¨®n personal genera una ¡°identidad propia¡±, a la que se adhieren un gran n¨²mero de personas que, hasta hace pocos a?os, no encontraban una explicaci¨®n a lo que, a¨²n hoy en d¨ªa, se juzga y castiga socialmente con la incomprensi¨®n.
Afortunadamente para los asexuales, existe AVEN (del ingl¨¦s, Asexual Visibility and Education Network), una comunidad internacional donde se pueden expresar sin miedo y en la que sus m¨¢s de 100.000 miembros luchan activamente por la aceptaci¨®n social. Adem¨¢s de constituir la mayor presencia online de este colectivo, AVEN proporciona recursos en investigaci¨®n sobre la tem¨¢tica, favoreciendo la integraci¨®n de estas personas.
Seg¨²n afirman, los asexuales tienen las mismas necesidades emocionales que los dem¨¢s y por ello son capaces de intimar con sus semejantes, aunque lo har¨¢n de una forma no sexual. Asimismo se sienten realizadas como personas y no se pierden ni renuncian a nada, en la medida en que no sienten ese impulso sexual primario hacia los dem¨¢s.
Se puede vivir sin sexo de la misma manera que se puede vivir sin m¨²sica", compara el sex¨®logo Pere Font
Sin embargo, no todos los profesionales piensan igual. Por su parte, Pere Font, sex¨®logo y director del Instituto de Estudios de la Sexualidad y la Pareja, de la Universidad de Lleida, explica c¨®mo ser asexual se relaciona con concepciones de la sexualidad muy concretas: ¡°Las personas asexuales o con bajo nivel de deseo no acostumbran a valorar la intimidad sexual, el placer er¨®tico u otros aspectos de la sexualidad como algo estimulante, sino todo lo contrario¡±. Ante la pregunta de si se puede vivir sin sexo, el experto responde que es, efectivamente, muy posible, si bien no deja de suponer una renuncia a algo que la mayor¨ªa encuentra placentero: ¡°Se puede vivir sin sexo de la misma manera que se puede vivir sin m¨²sica. Tambi¨¦n podr¨ªa afirmarse que se vive peor en la medida en que ciertas experiencias enriquecen la vida humana. No son imprescindibles, pero aportan calidad y esplendor a la vida¡±, responde el experto.
No obstante, la falta de deseo no ha de interpretarse como un problema, seg¨²n explica Font, salvo en los casos en los que se observe un cambio en la conducta sexual, que no se justifique ni busque, o que obedezca a situaciones farmacol¨®gicas o de estr¨¦s personal. ¡°En esa situaci¨®n, se hablar¨ªa de un deseo sexual inhibido, cuyo diagn¨®stico es muy identificable en la sexolog¨ªa y tiene un tratamiento conocido¡±, narra.
Otra sombra de sospecha que planea sobre la asexualidad tiene que ver con aquella programaci¨®n gen¨¦tica por la que tendemos a reproducirnos con el fin biol¨®gico de transmitir nuestros genes. Pero cabe recordar que como especie, vamos m¨¢s all¨¢ de las necesidades b¨¢sicas, y las convertimos en recursos para el placer en la relaci¨®n. ¡°As¨ª como llevamos la necesidad de comer a la gastronom¨ªa, trasladamos la de reproducirnos al erotismo. En general, el deseo sexual est¨¢ muy vinculado al impulso de conseguir placer¡±, aclara el sex¨®logo. ¡°A no ser que alguien hable de sexo delante de m¨ª o vea en la tele a una pareja haciendo el amor, ni siquiera me acuerdo de que existe. No est¨¢ en mi mente. Es como si alguien te recuerda un objeto que perdiste hace a?os y ya no recuerdas. ¡®Ah, s¨ª, eso¡¯, dices. Y vuelves a olvidarlo. El sexo no me ofende. Y no me parece mal que otros lo practiquen. Simplemente me es totalmente indiferente¡±, detalla una usuaria asexual en el foro de AVEN.
Sexo s¨ª, rosas no
Al igual que algunos no experimentan deseo, el arrom¨¢ntico no siente atracci¨®n rom¨¢ntica por otras personas. Ser¨¢ capaz de amar, aunque se parecer¨¢ m¨¢s al afecto que solemos destinar a familiares o amigos.
Aunque el amor rom¨¢ntico es dif¨ªcil de definir, est¨¢ muy vinculado a la idealizaci¨®n del otro a trav¨¦s del enamoramiento y a la distorsi¨®n de la realidad a la hora de percibir al ser amado. El propio Ortega y Gasset aport¨® sus tesis al respecto: ¡°un estado ano?malo de la atencio?n¡±, ¡°un estado inferior del espi?ritu¡± o "una imbecilidad transitoria¡±. El arrom¨¢ntico no es v¨ªctima del hormigueo ni de las mariposas en el est¨®mago, pero sabr¨¢ lo que es el impulso sexual: su carencia de sentimentalismo no le incapacitar¨¢ para mantener relaciones de cama.
A lo largo de la historia ha habido algunos personajes asexuales o arrom¨¢nticos a los que no se les ha conocido pareja ni inter¨¦s de este tipo por otras personas. Una de ellas es el cient¨ªfico Isaac Newton, de quien se sospecha que era asexual, aunque pudiera ser, sencillamente, debido a un car¨¢cter reprimido, derivado de su gran puritanismo. Otra figura declarada como tal es el escritor e ilustrador estadounidense Edward Gorey, quien profesaba, en cambio, un amor incondicional a sus gatos, algo que manifestaba en sus propios dibujos. En cualquier caso, ambos estuvieron solos, potenciando (no hay mal que por bien no venga) una frondosa creatividad.
Los presos, un encuentro ¨ªntimo al mes
En ocasiones, la falta de sexo es una imposici¨®n. Y si no, ah¨ª tiene las c¨¢rceles, hoy pobladas por tantos nombres c¨¦lebres (y los que est¨¢n por venir). Para ellos, igual que para los an¨®nimos, existe id¨¦ntico sino: reducir la frecuencia de su actividad sexual a un encuentro ¨ªntimo al mes. Estos actos, producidos sin la presencia de funcionarios de prisiones y con el fin de mantener relaciones sexuales, tienen una duraci¨®n variable de, como m¨ªnimo, una hora, y popularmente se conocen como vis-¨¤-vis, expresi¨®n proveniente del franc¨¦s antiguo y que significa 'cara a cara'. El n¨²mero de visitas est¨¢ regulado por el Reglamento Penitenciario, en el Cap¨ªtulo 4 del t¨ªtulo II, que establece "un m¨¢ximo de dos comunicaciones (una ¨ªntima y otra familiar) al mes" . Si bien es cierto que existen centros no acondicionados para este fin, "con car¨¢cter extraordinario, los convictos pueden conseguir alguna otra visita como recompensa y con motivos debidamente justificados". ?Es suficiente? "Personas con un bajo impulso sexual o con alto grado de autocontrol podr¨¢n pasar mejor su estancia en prisi¨®n que personas con un alto impulso. Tambi¨¦n depender¨¢ de si el reo manten¨ªa una relaci¨®n estable al entrar, o de si su sexualidad ten¨ªa un ritmo inconstante", explica Pere Font. El sex¨®logo tambi¨¦n afirma que, en circunstancias excepcionales, "algunas personas disminuyen su deseo sexual, y es como si lo apagaran hasta que vuelve a ser posible su reactivaci¨®n". Esta asexualidad temporal obedece a temas de adaptaci¨®n.
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