El reto democr¨¢tico de Europa
Urge un nuevo proceso pol¨ªtico amplio, abierto y no excluyente
Despu¨¦s del ¨¦xito electoral de Syriza en Grecia, la Uni¨®n Europea necesita volver a los or¨ªgenes y dise?ar una estrategia adecuada con la que abordar la presencia de los emergentes partidos antisistema.
Durante las primeras semanas de gobierno de Syriza se ha puesto el foco en la renegociaci¨®n de los pagos de la deuda de Grecia y en las reformas estructurales. Sin embargo, los retos que ahora afronta la Uni¨®n Europea van mucho m¨¢s all¨¢ del ¨¦xito o el fracaso de las conversaciones sobre el rescate griego.
La victoria de Syriza en Grecia confirma que el ascenso de los partidos antisistema est¨¢ preparado para dominar la pol¨ªtica europea. Las ra¨ªces de la crisis del euro no se han resuelto y los partidos antisistema ¡ªya sean de extrema izquierda, populistas o euroesc¨¦pticos¡ª est¨¢n al alza en pa¨ªses tan distintos como Suecia, Espa?a y Reino Unido.
Hay enfrente un peligro indiscutible. Y es que ahora que parece alcanzarse un acuerdo sobre los nuevos t¨¦rminos del rescate de Grecia, la ¨¦lite pol¨ªtica de la UE respirar¨¢ con alivio y no sentir¨¢ la necesidad de reexaminar las bases, m¨¢s amplias, de la integraci¨®n europea.
El hecho de que el acuerdo sobre la deuda griega sea por lo general bienvenido, no deja de ser un paliativo. Lo que se necesita es un debate m¨¢s fundamental y sustantivo sobre lo que los ciudadanos realmente requieren de un ¡°proyecto europeo¡±.
Si los partidos predominantes comienzan a aliarse para defender el statu quo, ello reforzar¨¢ el aut¨¦ntico elitismo que caus¨® la presente crisis. Se trata de un impulso instintivo que margina la leg¨ªtima frustraci¨®n que sienten los ciudadanos hacia la interesada irresponsabilidad, la corrupci¨®n y la incapacidad para enfrentarse a la recesi¨®n en curso y al letargo institucional de Europa.
Una de las m¨¢s importantes lecciones que pueden extraerse de la victoria de Syriza es la de que la Uni¨®n Europea necesita de un proceso mucho m¨¢s participativo en su toma de decisiones. La legitimidad democr¨¢tica de la Uni¨®n Europea es hoy extremadamente fr¨¢gil. Los Gobiernos no pueden pedir siempre a los votantes que acepten sacrificios en nombre de un idealismo europeo que solo ellos han definido. Y no pueden desviar las quejas sobre el d¨¦ficit democr¨¢tico de la Uni¨®n Europea arguyendo que la Uni¨®n cumple con el crecimiento sostenible y la justicia distributiva. No lo hace.
El apoyo a las pol¨ªticas y a la cooperaci¨®n tiene que ser pacientemente construido desde abajo hacia arriba
A menudo parece como si la Europa de hoy se enfrentase al dilema siguiente: o tenemos una cooperaci¨®n europea m¨¢s estrecha o tenemos una mejor democracia a nivel local. Mientras las ¨¦lites predominantes ven la cooperaci¨®n europea como algo necesario para lograr la recuperaci¨®n econ¨®mica, los partidos antisistema parecen tener ahora una mejor narrativa para recuperar el control democr¨¢tico sobre la toma de decisiones en la Uni¨®n Europea.
Es necesario que los pol¨ªticos europeos demuestren que una m¨¢s profunda cooperaci¨®n en el seno de la UE y una m¨¢s profunda democracia pueden ir juntos. Y para eso necesitar¨¢n algo m¨¢s que alianzas t¨¢cticas entre fuerzas predominantes dise?adas para preservar los modos existentes de hacer pol¨ªtica en la UE.
El apoyo a las pol¨ªticas y a la cooperaci¨®n europeas tiene que ser pacientemente construido desde abajo hacia arriba. La lecci¨®n que otros pa¨ªses europeos deber¨ªan extraer de las elecciones griegas es que tal cosa no puede hacerse excluyendo a los partidos populistas.
Con ello no sugerimos que los partidos etiquetados como antisistema o populistas ofrezcan soluciones bien elaboradas. Sus programas contienen flagrantes incongruencias. Pero algunos de ellos tienen propuestas v¨¢lidas para el empoderamiento de los Parlamentos nacionales, para un uso mayor de la democracia directa y para limitar lo que las decisiones de Bruselas puedan dictar a los Estados miembros.
El ascenso de los partidos antisistema en Europa es m¨¢s que un incidente ef¨ªmero, algo que pueda revertirse mediante nuevos rescates o algunos retoques pol¨ªticos. Se asienta sobre profundos cambios sociol¨®gicos y de clase que han hecho que muchos sectores de la poblaci¨®n no se sientan representados en el actual espectro pol¨ªtico.
Europa necesita ahora dar algunos sensatos pasos atr¨¢s y hacer lo que deber¨ªa haberse hecho antes de que se pusiera en marcha la maquinaria del intrincado proyecto de integraci¨®n de la UE. Los l¨ªderes pol¨ªticos tienen que dar espacio a un debate no excluyente, abierto y fundamental sobre los principios b¨¢sicos de la cooperaci¨®n europea.
Es sabido que populismo es un concepto manifiestamente impreciso. No es del todo patol¨®gico: las pol¨ªticas que reflejan las preferencias populares son, al fin y al cabo, la esencia de la democracia sensible. El populismo es peligroso cuando se desliza hacia el autoritarismo y la intolerancia. La prioridad debe consistir en revitalizar la democracia europea y no en oponerse a priori a partidos de nuevo cu?o o hablar de ¡°derrotar al populismo¡±.
La victoria de Syriza y el descontento a¨²n mayor con los partidos convencionales nos ense?a que si Europa quiere permanecer fiel a los valores del pluralismo y de la tolerancia liberal necesita de un proceso pol¨ªtico que sea amplio, abierto y no excluyente. La Uni¨®n Europea necesita establecer cimientos m¨¢s firmes para su futura integraci¨®n. Esos cimientos deben descansar sobre un esp¨ªritu de voluntaria, y no forzosa, solidaridad, como expresi¨®n de un l¨²cido y duradero inter¨¦s com¨²n europeo.
Richard Youngs es asociado senior en Carnegie Europe y Kalypso Nicola?dis es profesora de Relaciones Internacionales y directora del Center for International Studies de la Universidad de Oxford.
Traducci¨®n de Juan Ram¨®n Azaola.
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