?Es Podemos totalitario?
La divisi¨®n que crean entre "gente" y "casta" no basta para justificar la acusaci¨®n
Los disidentes desaparecen de la faz de la tierra, y tras ellos tan solo queda su recuerdo en aquellos que los conocieron y los amaron, y una de las m¨¢s complicadas tareas que la polic¨ªa secreta tiene entonces que llevar a cabo consiste en cerciorarse de que incluso esos recuerdos han de desaparecer junto con los condenados¡±. Esta cita de Los or¨ªgenes del totalitarismo refleja bien las entra?as siniestras de la ideolog¨ªa y la pr¨¢ctica totalitarias, cuya absoluta excepcionalidad Hannah Arendt nunca se cans¨® de subrayar. Toda su obra es un recordatorio tan certero como atroz de la ¡°espantosa originalidad¡± del totalitarismo, una originalidad que ella conoci¨® de primera mano y a cuyo an¨¢lisis dedic¨® su vida.
Otro fragmento, en el que contrapone al asesino con el totalitario, insiste en esa idea: ¡°El asesino que mata a un hombre (¡) permanece todav¨ªa en los l¨ªmites de un espacio que nos es familiar, el de la vida y la muerte. El asesino deja un cad¨¢ver tras de s¨ª y no pretende que su v¨ªctima no haya existido nunca; si borra huellas, son las de su propia identidad, no las del recuerdo y el dolor de las personas que amaban a su v¨ªctima; destruye una vida, pero no destruye el hecho de la misma existencia¡±. Una imagen, esta, que complementa a la perfecci¨®n el c¨¦lebre Ministerio de la Verdad de Orwell, encargado de reescribir la historia de acuerdo no a lo que pas¨®, sino a lo que deber¨ªa haber pasado conforme a la ideolog¨ªa totalitaria. Mientras el mero asesino asume sus actos en un escenario familiar que es, precisamente, el que dota a los mismos de maldad, el que moraliza sus acciones ¡ªy las de todos¡ª en un sentido u otro, el totalitario pretende eliminar el propio escenario, redibujarlo, dise?ar otro a imagen y semejanza de sus actos, de tal manera que sus acciones resulten siempre correctas. Nada ni nadie escapa a ese designio.
Dada esa pavorosa especificidad del totalitarismo, sorprende que se haya defendido entre nosotros que Podemos pueda ser tildado de tal cosa. Totalitario no es un adjetivo comparable a otros que pueblan el debate pol¨ªtico cotidiano ¡ªradical, populista, antisistema, etc¨¦tera¡ª, a los que se les podr¨¢ reprochar un mayor o menor acierto, pero que se mantienen en todo caso dentro de los l¨ªmites del di¨¢logo razonable. Elevar una acusaci¨®n de ¡°totalitarismo¡±, y hacerlo no desde cualquier foro, sino desde uno en el que se asume que cada palabra atesora un significado concreto y no otro, supone cavar un abismo moral y pol¨ªtico entre quien emite esa acusaci¨®n y quien la recibe. Todos sabemos a qu¨¦ nos retrotrae ese vocablo, y esgrimirlo en el debate equivale a arrojar sobre el rostro del adversario no un argumento que permita proseguir la discusi¨®n, sino un pa?o empapado en sangre que tan solo puede abortarla.
Ni hay ideolog¨ªa opresiva, ni el m¨¦todo es el terror. Su ideario es plenamente democr¨¢tico
Una denuncia as¨ª ha de acompa?arse de una consistencia excepcional, pero no es el caso. La divisi¨®n que establece Podemos entre ¡°gente¡± y ¡°casta¡± ni remotamente podr¨ªa ¡ªcontra lo argumentado, por ejemplo, por Ruiz Soroa¡ª se?alar una concepci¨®n totalitaria de la pol¨ªtica. Esa divisi¨®n en absoluto configura un ¡°l¨ªmite¡± que demarque la mera pertenencia a la comunidad, el ¡°todo¡± y la ¡°nada¡±. Para Podemos son casta todos aquellos pol¨ªticos que no buscan el inter¨¦s com¨²n sino el propio. Se podr¨¢ estar o no de acuerdo con la distinci¨®n y con su virtualidad anal¨ªtica, pero es evidente que para los que la asumen como v¨¢lida no se?ala ning¨²n l¨ªmite existencial entre quien merece ser exterminado o eliminado del nuevo ¡°todo¡± a construir ¡ªalgo que para su desgracia s¨ª fueron todas las v¨ªctimas del totalitarismo: el jud¨ªo, el gitano, el homosexual, el enemigo de clase, etc¨¦tera¡ª y quien no. Tan solo se?ala una dicotom¨ªa pol¨ªtica entre quien merece estar en las instituciones y quien no y, en consecuencia, entre quien merece el voto y quien no. No hay nada de totalitario en eso, y es una divisoria tan v¨¢lida en el foro democr¨¢tico como las de izquierda/derecha, burgu¨¦s/proletario o cualquier otra.
Considerar, como algunos hacemos, que la irrupci¨®n de Podemos ¡ªjunto a la de Ciudadanos, UPyD y otros¡ª supone una noticia enormemente positiva para nuestra democracia, porque permite romper una situaci¨®n de duopolio y atisbar una de libre competencia, es, por supuesto, completamente subjetivo. Pero, y solo tener que se?alarlo provoca cierta estupefacci¨®n intelectual, creo que es abrumadoramente objetivo que en Podemos est¨¢n por completo ausentes los dos elementos constitutivos del totalitarismo, a saber: una ideolog¨ªa opresiva y el terror como m¨¦todo. Su ideario es plenamente democr¨¢tico, y lo encabeza la mism¨ªsima declaraci¨®n de los Derechos Humanos. Con respecto al terror ¡ªun terror que en el totalitarismo se sustancia en los campos de exterminio y el gulag, recordemos¡ª mucho me temo que el ¨²nico miedo que a d¨ªa de hoy desprende Podemos es el de algunos a perder el puesto¡ no la vida, ni las libertades, ni desde luego el recuerdo que guardar¨¢n de ellos sus allegados.
Durante mucho tiempo, al menos desde Linz, muchos han sostenido que Franco fue autoritario, no totalitario. Ahora algunos de los que afirmaban eso se descuelgan, no s¨¦ si conscientes de lo que est¨¢n diciendo, con que Podemos es marcadamente totalitario. Con su cruzada de sangre y su anti-Espa?a, Franco no; con su proceso constituyente y con su casta, Podemos s¨ª¡ ?De veras tiene sentido, un sentido que todos podamos compartir y que por tanto posibilite el di¨¢logo, este uso descarriado del lenguaje?
Jorge Urd¨¢noz Ganuza es profesor de Filosof¨ªa del Derecho en la Universidad P¨²blica de Navarra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.