Cuidado con la ostentaci¨®n
Los signos externos de riqueza pueden delatar a un defraudador
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Todos aquellos ciudadanos a los que les guste exhibir en Twitter su suntuosa mansi¨®n o se dediquen a colar en YouTube v¨ªdeos a bordo de su lujoso coche deben saber que adem¨¢s de sus followers, hay otros ojos que les observan con atenci¨®n. Son los inspectores fiscales 2.0, dedicados a rastrear las redes sociales en busca de todos aquellos contribuyentes que aparentan un tren de vida demasiado elevado y poco acorde con lo que deber¨ªa deducirse de los datos que aparecen en su declaraci¨®n de la renta.
Los signos externos de riqueza pueden delatar a un defraudador como los restos de una colilla pueden acusar a un fumador. De ah¨ª que la Agencia Tributaria revise al mil¨ªmetro los peri¨®dicos y, sobre todo, las revistas del coraz¨®n, a la caza del famoso de turno que aparece fotografiado en un entorno sospechoso.
Lo sabe bien el campe¨®n de motociclismo Jorge Lorenzo, a quien Hacienda le abri¨® una inspecci¨®n despu¨¦s de que los funcionarios vieran en una publicaci¨®n su posado ante una opulenta vivienda en el Maresme barcelon¨¦s.
Las nuevas tecnolog¨ªas y su capacidad para explorar las plataformas digitales a gran velocidad est¨¢n permitiendo que afloren en toda su dimensi¨®n los patrimonios de los contribuyentes, y en especial si estos se dedican no solo a no ocultarlos sino a dar muestras de ostentaci¨®n.
En busca de indicios de fraude, los ciberinvestigadores navegan entre miles de p¨¢ginas web y blogs y escrutan los foros que frecuentan los millonarios, como las dedicadas a viviendas de lujo, los coches de marcas exclusivas o las joyer¨ªas prohibitivas. Facebook se ha convertido en una herramienta ¨²til para comprobar los v¨ªnculos familiares o empresariales de supuestos evasores.
Aunque ni siquiera hace falta ser un personaje famoso para despertar las sospechas de los sabuesos inform¨¢ticos. Alardear, por ejemplo, de que un hijo tiene dinero como para asar una vaca ¡ªtal y como presum¨ªa la madre de uno de los implicados en el caso de los ERE¡ª es m¨¢s que suficiente para poner en alerta a todo el cuerpo de funcionarios que dependen de la Agencia Tributaria.
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