Planeta voluntario
Cinco millones de voces en Espa?a revelan que es posible una sociedad solidaria Muchas vienen del compromiso de las grandes empresas por aportar su granito de arena
Cuando todo se desmorona, queda la poes¨ªa. "Ning¨²n hombre es una isla entera por s¨ª mismo. Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo". Estos versos del poeta ingl¨¦s John Donne que Ernest Hemingway rescat¨®, para siempre, en su novela ?Por qui¨¦n doblan las campanas? resuenan en todas las historias de voluntarios que narran las pr¨®ximas palabras. Alguien que viaja al ?frica del ¨¦bola porque sabe que sus conocimientos como ingeniero salvan vidas. Alguien a quien se le diagnostica c¨¢ncer y transforma la angustia en comunicaci¨®n. Alguien que integra a los chicos con discapacidad del barrio organizando partidos de f¨²tbol. Son historias grandes y peque?as. Contadas por Prado, Margarita o Luis, que dibujan la topograf¨ªa de un nuevo continente: el del voluntariado. Junto a estas nos llegan otras narraciones. Cristina cuenta su implicaci¨®n con las mujeres inmigrantes; Paloma pone en valor los conocimientos financieros para quienes comprenden m¨¢s despacio y Marina relata una historia de superaci¨®n en el Camino de Santiago. Todos dibujan un espacio que en Espa?a ya agrupa a cinco millones de voces que revelan que es posible una sociedad solidaria y atenta con la vida de los otros. Entre ellas, muchas proceden del compromiso social de grandes empresas.
Viaje interior
Margarita Lozares, Repsol
La palabra y la conversaci¨®n curan. Esta es la lecci¨®n de vida que deja la historia de Margarita Lozares, quien lleva cerca de 26 a?os trabajando en Repsol. En diciembre de 2010 le diagnosticaron un c¨¢ncer de mama. Valiente, no edulcora el recuerdo. ¡°Fue duro y pas¨¦ momentos malos en los que apenas pod¨ªa levantarme de la cama¡±. Pero, a la vez, la cabeza le iba a mil. No paraba. ¡°El c¨¢ncer es un viaje interior; te das cuenta de las absurdas mochilas que llevamos en la vida¡±, explica. La idea surgi¨® tras librarse de parte de ese peso. Su iniciativa iba a llamarse Punto rosa (por su asociaci¨®n con el c¨¢ncer de mama) pero, dada la gran respuesta, terci¨® en Punto solidario.
Es un lugar de encuentro (bien puede ser, por ejemplo, la cafeter¨ªa de algunas de las oficinas de la petrolera) entre dos personas de la empresa que hayan pasado por una misma experiencia. Un viaje duro. Un ictus, un infarto, un c¨¢ncer, una operaci¨®n complicada e incluso un embarazo m¨²ltiple. Margarita, 52 a?os, los llama ¡°voluntarios testimoniales¡±. Se conocen, hablan y comparten la experiencia. En casos como el c¨¢ncer, estos voluntarios reciben un curso en la Asociaci¨®n Espa?ola Contra el C¨¢ncer. Hay que hilar fino en materia tan delicada. ¡°No sustituimos al m¨¦dico ni a las familias. Somos una especie de desahogo¡±, aclara Lozares. El programa lleva dos a?os en marcha y ayuda a una docena de trabajadores anualmente. Su base de datos contabiliza cien voluntarios de los 1.150 empleados de Repsol.
Voces de emergencia
Prado Paz, Ericsson
En Sud¨¢n del Sur (?frica), el viento golpea las alambradas que protegen los campos de refugiados como si en vez de arena arrastrara esquilarlas de vidrio. Prado Paz, 46 a?os, voluntaria que trabaja en el centro de I+D de Ericsson en Madrid, lleg¨® all¨ª bajo la protecci¨®n de la ONU dispuesta a ayudar en el drama de los miles de desplazados del conflicto armado. Era un destino dif¨ªcil. ¡°Conf¨ªas en el sistema de seguridad de la Organizaci¨®n y tomas medidas b¨¢sicas de seguridad personal, como no recorrer sola determinadas zonas¡±, relata Prado. Tampoco fue sencillo su paso en 2013 por Filipinas. El supertif¨®n Haiyan hab¨ªa prescindido de 10.000 vidas y la situaci¨®n era muy complicada.
Sin embargo Paz, quien lleva 14 a?os trabajando en Ericsson, sabe que su mundo es la programaci¨®n y los computadores. Esa es su contribuci¨®n. Hacer posible las comunicaciones ¡ªdentro del programa Ericsson Response, bajo la tutela de la ONU¡ª en situaciones de emergencia. La ¨²ltima le ha llevado a Accra (Ghana), en los aleda?os del ¨¦bola. El brote, identificado por primera vez a comienzos del a?o pasado en Guinea, alcanza ya a seis naciones africanas. Pero Guinea, Sierra Leona y Liberia son quienes suman el recuento m¨¢s duro: 20.000 infectados y unos 8.000 muertos. All¨ª, a Accra, Prado reconoce que lleg¨® con cierta ¡°inquietud¡±. Sin embargo ¡°al final te das cuenta de que el riesgo para el personal no sanitario es bastante bajo¡±. Palabras tranquilas que seguro ha repetido a su familia cuando las pasadas navidades prescindi¨® de ese tiempo de vacaciones y prefiri¨® marchar. Entre el 15 diciembre y el 12 de enero (cuatro semanas, que es el tiempo m¨¢ximo que permite Ericsson Response) estuvo montando los sistemas que permit¨ªan conectarse con Sierra Leona o Liberia. Pa¨ªses donde el virus a¨²n no se ha contenido.
Unidos por el bal¨®n
Luis Manuel Merlo, OHL
Luis Manuel Merlo es un hombre de n¨²meros ¡ªtrabaja en el departamento de tesorer¨ªa de la constructora OHL, una casa en la que lleva 25 a?os¡ª, pero tambi¨¦n es un hombre de personas. Desde hace a?os vive en Vallecas (Madrid). Un barrio que ha mejorado mucho aunque a¨²n tiene que resolver la integraci¨®n de bastantes inmigrantes. No es un lugar sencillo. Lleg¨® al mundo del voluntariado en 2005 con una de sus pasiones: el deporte. Por aquel entonces colaboraba con la escuela de f¨²tbol Adepo Palomeras, donde su hijo de cinco a?os (como otros muchos ni?os) jugaba a ser Messi o Ronaldo. Pero, pens¨®, si algo debe ser el deporte es una fuerza centr¨ªpeta y no centr¨ªfuga. Ha de unir, no separar. Mir¨® a su entorno, en el trabajo, y se le ocurri¨® la idea. Un torneo de f¨²tbol entre empleados de OHL y personas con discapacidad. Una propuesta que surgi¨® peque?a ¡ª"y en la que la empresa se ha comprometido profundamente", sostiene Merlo¡ª y que lleva nueve ediciones. Ya escrib¨ªa Arist¨®teles hace 2.000 a?os que una bellota es una potencia de encina.
Por eso cada ¨²ltimo s¨¢bado de mayo o primero de junio el bal¨®n rueda de una forma muy diferente en Vallecas. Se llama Torneo de F¨²tbol Integrado y en ¨¦l participan empleados de la constructora, Adepo, la Fundaci¨®n Adecco, la organizaci¨®n Special Olympics y chicos con alguna discapacidad. M¨¢s de 200 personas involucradas (15 voluntarios de OHL) en la belleza de la diferencia o en que, tal vez, la gran belleza es que no existe ninguna diferencia.
Movidas infantiles
Paloma Rodr¨ªguez de Pablos, Bankinter
¡°Hacer la vida m¨¢s f¨¢cil a los dem¨¢s siempre es gratificante¡±. Esta es la frase que cierra la conversaci¨®n con Paloma Rodr¨ªguez de Pablos. Esta licenciada en Derecho de 39 a?os lleva varios a?os participando en lo que en Bankinter llaman movidas. Son proyectos e ideas que proponen los empleados, o bien que ofrece el banco, dirigidos a aquellos trabajadores con esencia de voluntario. M¨¢s del 10% de la plantilla, por ahora, participa de este sentimiento. La contabilidad deja 425 personas.
Son n¨²meros y porcentajes elevados que se reparten en una triple estrategia dentro de la entidad financiera: voluntariado social, medio ambiental y educaci¨®n financiera. En esta ¨²ltima se encuentra el compromiso de Paloma. Transmitir esa clase de formaci¨®n a chicos de entre 13 y 15 a?os. Los hay con discapacidad y sin ella. En el caso de Madrid, todos pasan por las oficinas centrales del banco en la Castellana. Un edificio de ladrillo naranja intenso que proyectara en 1974 un joven Rafael Moneo.
Pues bien, los programas (con la colaboraci¨®n de Adecco y la Fundaci¨®n Junior Achievement) se extienden durante seis meses, abarcan 25 horas lectivas y cuentan con la participaci¨®n de 30 voluntarios en toda Espa?a, quienes dan clase a unos 20 chavales por curso. ?Y qu¨¦ finanzas ense?an? Primero inculcan el valor de la econom¨ªa del ahorro, despu¨¦s abordan el mundo pr¨¢ctico. ?C¨®mo usar una tarjeta? ?Para qu¨¦ sirve un dep¨®sito? ?Qu¨¦ productos de inversi¨®n son los m¨¢s adecuados seg¨²n m¨ª perfil? Saberes muy ¨²tiles en una sociedad que vive tiempos financieros.
Alma de sacrificio
Cristina Barbero, Iberdrola
En el municipio de Guarulhos, en el estado de S?o Paulo, se siente la fractura. Esa que separa el Brasil pr¨®spero y el pobre. A esta grieta lleg¨® hace tres a?os Cristina Barbero, psic¨®loga, 43 a?os, quien trabaja en el ¨¢rea de Recursos Humanos de Iberdrola. Antes de entrar en la empresa, donde lleva 10 a?os, ya hab¨ªa tenido experiencia en el mundo del voluntariado. Siempre le hab¨ªa atra¨ªdo. Pero en Iberdrola ¡ªque el a?o pasado ofreci¨® 6.100 oportunidades de este tipo de contribuci¨®n social a su plantilla¡ª hall¨® el paisaje id¨®neo. "Los proyectos ven¨ªan muy seleccionados por la empresa y sab¨ªa que mi aportaci¨®n era, de verdad, ¨²til", analiza Barbero.
Una de esas ¨²ltimas causas en las que Cristina ha estado involucrada es el programa S?o Paulo 2.0, que ayuda a un grupo de ni?os en riesgo de exclusi¨®n social que viven en las favelas de Guarulhos. Chicos de entre 12 y 17 a?os para quienes Iberdrola crea, en un aula, un taller de inform¨¢tica. Durante tres semanas, en tiempo de vacaciones ¡ª"si de verdad quiere tener sentido ha de tener un punto de sacrificio para nosotros", comenta la voluntaria¡ª, les ense?an, por ejemplo, a manejar el programa Office de Windows o una tabla Excel.
En la ¨²ltima convocatoria de agosto pasado fueron m¨¢s de 20 voluntarios de cuatro pa¨ªses distintos quienes, tras pasar un proceso de selecci¨®n, se involucraron. Sin embargo para Cristina es el principio del comienzo. Acaba de completar el curso b¨¢sico de la Cruz Roja y tambi¨¦n participa en la Fundaci¨®n 38?, dirigida a resolver los asuntos pendientes de enfermos terminales (volver a ver el mar, reencontrarse con un ser querido). Lleva alma de voluntaria.
Mujeres como en casa
Cristina Cabezudo, Mutua Madrile?a
Debe arder mucho la tierra en su pa¨ªs de origen para que una persona abandone su patria e intente llegar, a veces en esas fr¨¢giles pateras que son una invitaci¨®n a la sepultura, por todos los medios a un nuevo destino. La inmigraci¨®n es el drama social m¨¢s doloroso del siglo XXI. Cristina Cabezudo, 40 a?os, gerente del ¨¢rea de Desarrollo Corporativo y Estrategia de Mutua Madrile?a, lo sabe. En enero de 2010 comenz¨® a colaborar con la ONG Pueblos Unidos. Esta organizaci¨®n naci¨® en 1990 para ayudar en el barrio de la Ventilla (Madrid), una zona, sobre todo aquellos d¨ªas, de paro e inmigraci¨®n. En Pueblos Unidos Cristina desarroll¨® esa mirada hacia los dem¨¢s. Especialmente en el programa de vivienda, que acoge a personas en riesgo de exclusi¨®n y marginalidad.
Pero justo un a?o despu¨¦s, en 2011, Mutua Madrile?a inici¨® su programa de Responsabilidad Social Corporativa, que deja la puerta abierta a que sean los trabajadores quienes planteen los proyectos. ¡°No me lo pens¨¦. Sub¨ª al despacho de Lorenzo Cooklin [director general de la fundaci¨®n de la aseguradora] y le coment¨¦ que pod¨ªamos trabajar con Pueblos Unidos. Me dijo: adelante. Presenta la idea¡±.
Esa inquietud se ha transformado en un curso de inform¨¢tica para mujeres inmigrantes en el que participan 25 voluntarios de Mutua Madrile?a. Son 12 s¨¢bados al a?o, frente a 15 alumnas, y desde 2011 ya se han impartido ocho cursos. Sobre todo hablamos de mujeres latinoamericanas y marroqu¨ªes que aprenden desde lo b¨¢sico (qu¨¦ es un rat¨®n) a lo m¨¢s complejo (buscar empleo por Internet). Peque?as cosas que marcan la diferencia entre estar en un pa¨ªs o ser en ¨¦l.
Camino a los otros
Marina Moreno, Telef¨®nica
Todo comenz¨® en el Camino de Santiago. El moj¨®n se?alaba el kil¨®metro 111. Estaba en el municipio de Arzua (A Coru?a). Quedaban unos 200 kil¨®metros hasta ver el santo. Y ten¨ªa cinco d¨ªas para recorrerlo con unos compa?eros muy especiales. Una decena de chavales con discapacidad. ¡°Al principio sientes un poco de respeto porque convivir¨¢s con personas que necesitar¨¢n tu ayuda y a veces te planteas si vas a estar a la altura¡±. Es la voz de Marina Moreno, 29 a?os, licenciada en Empresariales, quien trabaja en el ¨¢rea de Direcci¨®n de Empresas del Territorio Centro de Telef¨®nica. Pero esa peque?a angustia ces¨® pronto. ¡°Es incre¨ªble el cari?o que te pueden dar. Te apetece no separarte ni perder nunca el contacto con ellos¡±. Marina recuerda, por ejemplo, la amistad, a¨²n viva, que trab¨® con Edu, uno de los chicos que recorri¨® con ella el Camino, y el esfuerzo del chaval por acabar cada etapa. Esta historia transcurre dentro de la iniciativa de la operadora Vacaciones solidarias. El trabajador dedica su tiempo de ocio a los otros. Una mirada que arraiga, pues el a?o pasado 27.000 empleados de la compa?¨ªa, de 32 pa¨ªses distintos, formaron parte de actividades de voluntariado.
Marina representa muy bien ese compromiso. Participa en infinidad de proyectos e ideas. En el Valle de la Barranca (Sierra de Guadarrama, Madrid) se implica en una iniciativa de reforestaci¨®n (Reto solidario, lo llaman en la casa) de 1.000 ¨¢rboles y, al tiempo, descuelga el tel¨¦fono para ser teleoperadora en la Gala inocente, inocente de Radio Televisi¨®n Espa?ola (RTVE). Pero ya piensa en el futuro. Las Vacaciones solidarias en Latinoam¨¦rica. Un compromiso promovido por la Fundaci¨®n Telef¨®nica. Estos d¨ªas apura la presentaci¨®n de su proyecto. ¡°Tengo escogido el colectivo, pero quiero aterrizar todas las ideas¡±, sentencia.
Un trabajo gratis por norma
La ¨²ltima norma que regula la actividad del voluntariado en Espa?a nos lleva a 1996. A un pa¨ªs que ya no somos. El envejecimiento de la sociedad, el alto desempleo juvenil, la p¨¦rdida de cobertura social y m¨¦dica, los desahucios, la pobreza energ¨¦tica; las heridas, a¨²n abiertas, de la austeridad han cambiado esta tierra. El nuevo anteproyecto de Ley de Voluntariado que ha presentado el Gobierno nace en este rocoso paisaje y quiere poner orden.
Por primera vez se separa el altruismo del mundo laboral y se recoge una definici¨®n precisa de voluntariado. ¡°Aquella actividad de inter¨¦s general, realizada de forma solidaria, libre y sin contraprestaci¨®n econ¨®mica a trav¨¦s de entidades de voluntariado¡±. Tambi¨¦n, para evitar abusos, distingue esta actividad, obligatoriamente gratuita, frente a las becas o las pr¨¢cticas en las empresas. Y les recuerda a las compa?¨ªas y a la Administraci¨®n que no se pueden valer de ¨¦l para extinguir un contrato de trabajo por cuenta ajena. Adem¨¢s, los condenados por atentar contra los derechos de los menores no podr¨¢n formar parte de proyectos en los que estos participen e id¨¦ntica salvaguarda protege a las mujeres que han sufrido violencia dom¨¦stica. Otra limitaci¨®n, que quiz¨¢ se introduzca durante su paso parlamentario, afectar¨ªa a las personas sentenciadas por terrorismo.
Todo esto sucede en el lado del haber, en el debe, Eduardo G¨®mez, director de responsabilidad social corporativa de ESIC, echa de menos que el texto no concrete m¨¢s la ¡°implicaci¨®n del voluntario¡± porque es ¡°distinto¡±, asegura, ¡°colaborar de forma puntual que sistem¨¢tica¡±. Sea como fuere, quiz¨¢ se resuelva, en el anexo legislativo, con la incorporaci¨®n del estatuto del voluntario, que recoge sus derechos y obligaciones.
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