¡°No queda ni un solo musulm¨¢n en Bocaranga¡±
La familia de este trabajador humanitario est¨¢ dispersa en tres pa¨ªses de ?frica Huyeron por el recrudecimiento de la violencia contra los musulmanes en RCA
Crec¨ª en Bocaranga, en el norte de la Rep¨²blica Centroafricana. Hasta hace muy poco, all¨ª no hab¨ªa problemas entre cristianos y musulmanes. Ellos nos invitaban a celebrar sus fiestas en ocasiones como la Navidad o el a?o nuevo, y ven¨ªan despu¨¦s a celebrar con nosotros el fin del Ramad¨¢n.
No exist¨ªan barreras y viv¨ªamos tranquilos; todos juntos. Asist¨ªamos a la escuela los unos con los otros y nos divert¨ªamos jugando al f¨²tbol. Hab¨ªa tambi¨¦n parejas mixtas formadas por cristianos y musulmanes.
Al igual que muchos de mis familiares, yo trabaj¨¦ como tendero al acabar mis estudios, ya que mi familia ten¨ªa varios negocios en Bocaranga. Sin embargo, en 2008, el hambre golpe¨® nuestra regi¨®n y MSF abri¨® un centro de alimentaci¨®n terap¨¦utica. As¨ª fue como entr¨¦ en contacto con los que hoy son mis compa?eros. Mi primer trabajo con la organizaci¨®n fue como asistente del logista internacional que hab¨ªa en el proyecto.
Cuando el programa de Bocaranga cerr¨® en 2011, fui transferido a Paoua, donde me designaron como t¨¦cnico logista-biom¨¦dico. Despu¨¦s fui a Bangui, donde mi trabajo consist¨ªa en apoyar a los programas que ten¨ªamos abiertos en Bria, Paoua y Carnot.
Cuando adquir¨ª m¨¢s experiencia, me encargu¨¦ de dar apoyo a los logistas internacionales que llegaban por primera vez a una misi¨®n de MSF. Tambi¨¦n gestionaba campa?as de vacunaci¨®n y pon¨ªa en marcha actividades de agua y saneamiento. Continu¨¦ con mi trabajo y me fui a Burkina Faso como logista internacional, donde trabaj¨¦ en los programas de prevenci¨®n de la desnutrici¨®n y de asistencia a los refugiados. Estaba all¨ª cuando el grupo rebelde Seleka se hizo con el poder en Bangui. Era marzo de 2013.
Cuando regres¨¦ a RCA dos semanas m¨¢s tarde, el ambiente hab¨ªa cambiado y las cosas no estaban tan tranquilas. No pude llegar a Bocaranga debido a la inseguridad de las carreteras, as¨ª que me qued¨¦ en Bangui dando apoyo al equipo de coordinaci¨®n de MSF, que me enviaba de vez en cuando a Bria, al este del pa¨ªs, para llevar a cabo misiones exploratorias.
Hasta hace poco, no exist¨ªan barreras y viv¨ªamos tranquilos; todos juntos
La RCA se hund¨ªa r¨¢pidamente y los abusos entre los miembros de las distintas comunidades se convirtieron en algo tristemente com¨²n. La violencia no paraba de aumentar. Al principio, la comunidad cristiana fue la m¨¢s afectada, pero nosotros, los musulmanes, tambi¨¦n sufrimos mucho. Yo mismo fui atacado un d¨ªa cuando sal¨ªa de la oficina de MSF. Me robaron el tel¨¦fono, la moto y la documentaci¨®n. Mi familia en Bocaranga tambi¨¦n fue atacada dos veces por aquellas fechas. La situaci¨®n se hab¨ªa vuelto muy tensa y reinaba la desconfianza.
El 5 de diciembre de 2013, los Anti-Balaka atacaron Bangui, sembrando el terror entre la poblaci¨®n musulmana. Hab¨ªa disparos por todas partes y las calles se quedaron desiertas. Yo estaba asustado y me qued¨¦ en casa durante varios d¨ªas. Por aquel entonces, viv¨ªa en el barrio cristiano de Benz¨CVi y all¨ª todo el mundo sab¨ªa que yo era musulm¨¢n. Trat¨¦ de estar tranquilo pensando que, al ser un trabajador humanitario, mis vecinos comprender¨ªan que no ten¨ªa nada que ver con las crisis que estaban afectando al pa¨ªs.
Pero las milicias Anti-Balaka fueron avanzando poco a poco y acabaron entrando en los distintos distritos de Bangui. Cuando empezaron a atacar a los musulmanes residentes en Benz-Vi, me di cuenta de que ten¨ªa que salir de all¨ª. MSF me ofreci¨® un trabajo en N¨ªger. Cuando el aeropuerto de Bangui volvi¨® a abrir, mis compa?eros me enviaron un coche y el 18 de diciembre logr¨¦ dejar el pa¨ªs.
Varias semanas despu¨¦s, mi hermano peque?o, con el que hab¨ªa estado viviendo en Bangui, fue atacado en Benz-Vi. Fue golpeado brutalmente y abandonado en la calle creyendo que estaba muerto. Los soldados franceses que lo encontraron vieron que a¨²n respiraba y lo llevaron al hospital de Bangui, donde mis compa?eros de MSF estaban trabajando. Consiguieron que se recuperara y que sobreviviera. Pasado un tiempo, pude sacarle de la RCA y enviarlo a Camer¨²n.
Por un momento pens¨¦ que nuestros problemas hab¨ªan acabado, ya que hasta entonces la violencia contra los musulmanes se limitaba a Bangui, la capital del pa¨ªs, y all¨ª las cosas se estaban calmando. Sin embargo, nada m¨¢s lejos de la realidad: en enero, los combates se extendieron al resto de la RCA y, finalmente, llegaron hasta Bocaranga, donde viv¨ªa mi familia.
Los Seleka se retiraron de la ciudad y la milicia Anti-Balaka tom¨® su lugar. Todos los musulmanes huyeron presos del p¨¢nico. Algunos de mis familiares lograron llegar a Chad y el resto se fueron a Camer¨²n. Nuestras tiendas, casas y negocios fueron saqueados y nos quedamos sin nada.
No queda ni un solo musulm¨¢n en Bocaranga. Mi familia vive dispersa en tres pa¨ªses diferentes.
Mis hermanas est¨¢n viviendo en tiendas de campa?a en un campamento de refugiados en Chad, y mis hermanos y sus familias se han establecido en una ciudad en el norte de Camer¨²n, donde se encuentran alojados con parientes lejanos. Yo llev¨¦ a mis dos hijos y a cuatro de mis hermanos a N¨ªger para intentar mantenerlos a salvo.
Mis hermanas est¨¢n viviendo en tiendas de campa?a en un campamento de refugiados en Chad
Acabo de terminar mi misi¨®n con MSF en N¨ªger y estoy reflexionando sobre el siguiente destino, pero es muy dif¨ªcil trabajar con la ONG y a la vez dar apoyo desde la distancia a unas treinta personas de mi familia que viven en tres lugares distintos. Mi prioridad era conseguir que llegaran a un lugar seguro, pero ahora es m¨¢s dif¨ªcil porque tenemos que pensar todo m¨¢s a largo plazo. Antes de que se vieran obligados a huir, los miembros de mi familia eran muy activos y emprendedores. Ahora se encuentran sin nada que hacer y eso es muy duro de aceptar.
Regresar a la RCA es imposible ahora mismo. Mis allegados se encuentran en lugares donde no conocen a nadie, as¨ª que se mantienen a la espera de que algo cambie. Ojal¨¢ recuperen sus vidas en alg¨²n momento, pero por ahora no tienen m¨¢s remedio que esperar. Me preocupa que esta situaci¨®n se alargue, pero ahora mismo lo que todo el mundo quiere es permanecer lejos de la RCA durante una temporada. Hablo con ellos y me dicen: ¡°Estamos aqu¨ª, y aqu¨ª es donde vamos a vivir por el momento. Es lo que hay¡±.
Sin embargo, tambi¨¦n me confiesan que son conscientes de las dificultades que tendr¨¢n si alg¨²n d¨ªa logran regresar a sus casas. Ya no tienen nada: sus hogares han sido saqueados y no tienen dinero para comenzar de nuevo su vida y sus negocios. El futuro que les espera no es nada halag¨¹e?o.
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