ARCO parlamentario
Yo que Celia Villalobos me alquilaba a una galer¨ªa sentadita en el esca?o jugando al Frozen y pasaba a la historia de la infamia como una alegor¨ªa de nuestro tiempo
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He tenido una semana de ¨®rdago, y eso que mi contacto m¨¢s ¨ªntimo con el mus es el ¨ªdem de trufa y nata que me aprieto cada d¨ªa en el curro cuando me asalta, no s¨¦, la n¨¢usea, el espl¨ªn, la hipoglucemia de estar viva. Te cuento mis penas por orden cronol¨®gico, que si no me l¨ªo con las subordinadas. Resulta que el lunes ten¨ªa apalabrada mi aclamaci¨®n como presidenta de mi urba por mi estatus de mujer de letras, que es lo que lo peta ahora entre los candidatos, mira si no el tironazo electoral de ?ngel Gabilondo y Luis Garc¨ªa Montero. Pero el mi¨¦rcoles por la noche, viendo la tele, se me trastabill¨® la tableta, tuite¨¦ mi programa de m¨ªnimos desde el fake @maritrospida que utilizo para soltar chorradas durante la emisi¨®n de Qui¨¦n quiere casarse con mi hijo, y ahora la astrof¨ªsica del adosado de la esquina ha impugnado mi candidatura por petarda.
Que no se puede ir de intelectual org¨¢nica y ver esas paridas al mismo tiempo, dice, la muy marciana. Pues una cosita te digo, lista, si nos quitamos la careta, nos la quitamos todas. Vale que haya hinchado un poco el curr¨ªculo, que mis lecturas m¨¢s exigentes sean las de la revista hom¨®nima y que hasta 50 sombras de Grey, el ladrillazo, perd¨®n, trilog¨ªa, se me hiciera bola. Pero mejor eso que las ¨ªdem chinas que lleva ella insertas todo el santo d¨ªa donde yo te diga, seg¨²n nos confes¨® tan ancha despu¨¦s de los chupitos en la ¨²ltima cena de confraternizaci¨®n de vecinas. Que es para reforzar el suelo p¨¦lvico tras los partos, se justific¨®, toda cient¨ªfica, la que tuvo trillizos de bote por ces¨¢rea. Lo que no nos ha explicado todav¨ªa es el numerito de los chillidos que mont¨® el otro d¨ªa ella sola en el s¨²per justo cuando el terremoto, que casi tienen que llamar al SAMUR.
As¨ª que, menos lecciones, enterada. Las mujeres del siglo XXI somos poli¨¦dricas, polifac¨¦ticas y multitarea, y estamos al plato y a las tajadas. Mira si no a Celia Villalobos, vicepresidiendo plenipotenciariamente el debate del Estado de la Naci¨®n, abducida por el jueguecito de las frutas prohibidas y sin perderse ni una coma et¨ªlica del discurso de Mariano. Con dos ovarios, Celia, t¨² ni caso, que yo estoy contigo. Envidia de g¨¦nero, es lo que te tienen todos esos machos opresores que te acusan de dejaci¨®n de funciones y de pasarte el cargo p¨²blico por el arco del triunfo, perd¨®n, parlamentario. M¨¢s quisieran ellos saber compatibilizar como t¨² ocio y negocio, cuando est¨¢ televisivamente acreditado que pierden el hilo hasta con el cambio de guardia de las taqu¨ªgrafas.
En fin, que no puede una bajar la guardia ni en los ratos muertos. Yo, por mi parte, voy a pasar al contrataque y a invitar a los vecinos a una Jornada de Puertas Abiertas de mi casa para que vean que soy la candidata m¨¢s cultivada. Modestia aparte, mis camas deshechas, mis vasos a medias encima de las mesillas y mis libros tirados por los suelos tienen m¨¢s intrahistoria que algunas performances de Arco. Ahora, para instalaci¨®n posmodern¨ªsima, la de Celia. Yo que t¨² me alquilaba por horas a una galer¨ªa estrella sentadita en tu esca?o de la presidencia del Congreso ech¨¢ndote una partidita al Frozen y pasaba a la historia de la infamia como una alegor¨ªa de nuestro tiempo. De nada.
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