Objetivo: salir de Honduras
En un pa¨ªs con casi seis millones de pobres, 100.000 personas migran cada a?o en busca del 'sue?o americano'
Un fuerte olor a caf¨¦ verde invade la condensada y h¨²meda atm¨®sfera de las primeras horas del d¨ªa en la aldea de El Guantillo (Honduras). Desde las cinco de la ma?ana sus calles empinadas, sin asfaltar y apenas transitables para los coches, son un vaiv¨¦n de mujeres cargadas con cubos llenos de masa de ma¨ªz. Ser¨¢n los desayunos que dar¨¢n fuerzas a adultos y menores para cortar sus siembras: el caf¨¦ que se cultiva en las monta?as de la zona, una la variedad de gran calidad conocida como n¨²mero 9.
La fuerte ca¨ªda de la exportaci¨®n del caf¨¦ hondure?o el a?o pasado, los bajos precios que pagan las empresas cafeteras a los productores, apenas 1,5 lempiras la libra (0,04 euros por 0,45 kilos), cuando en los mercados internacionales su precio es 15 veces superior (100 d¨®lares por quintal, es decir, 83,55 euros por 50 kilos) se unen a la falta de ayudas gubernamentales y los desastres naturales que azotan el pa¨ªs. El resultado de todo esto es una fuerte emigraci¨®n rural hacia la capital (Tegucigalpa) o a zonas conurbanas. Con consecuencias desastrosas para el tejido social, como son la desintegraci¨®n, la violencia, los altos ¨ªndices de desempleo y la precariedad en las condiciones de vida, muchos hondure?os optan por migrar a los Estados Unidos, resignados a rif¨¢rsela en el camino, y a asumir todas sus consecuencias.
Vista la falta de oportunidades, los altos niveles de violencia, la falta de tierras para cultivar, el dif¨ªcil acceso a salud, vivienda y educaci¨®n, la migraci¨®n se ha convertido en un elemento estructural de la vida nacional hondure?a y en un verdadero drama debido a las desapariciones de migrantes en tr¨¢nsito hacia el norte.
Hist¨®ricamente, el ¨¦xodo migratorio masivo de hondure?os hacia EE UU empez¨® a hacerse visible a partir de 1990 y se dispar¨® a ra¨ªz del hurac¨¢n Mitch, en noviembre de 1998. Es un fen¨®meno que ha venido creciendo de forma exponencial en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Hoy por hoy puede considerarse una de las migraciones m¨¢s masivas y dram¨¢ticas del mundo contempor¨¢neo.
Las cifras son devastadoras, de una poblaci¨®n de 8.5 millones de habitantes, se estima que casi seis millones de hondure?os son pobres. M¨¢s impactante es saber que 4,2 millones se hallan en situaci¨®n de extrema pobreza y 1,6 millones viven en pobreza relativa, seg¨²n reflejan los datos oficiales del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE). Casi dos millones de hondure?os tienen que vivir con menos de un d¨®lar (20,42 lempiras) al d¨ªa. El porcentaje de hogares que est¨¢ en la pobreza es de 66,5%, de los cuales 20,5% viven en pobreza relativa y 46% en pobreza extrema.
Si lo ¨ªndices de pobreza en zonas urbanas resultan estremecedores, es pavoroso saber que en el interior del pa¨ªs son del 70%, 80% o mayores. Seg¨²n los ¨²ltimos estudios, Honduras tiene el ¨ªndice de pobreza m¨¢s alto de Am¨¦rica Latina como refleja el ¨²ltimo informe Panorama Social de Am¨¦rica Latina, de la Comisi¨®n Econ¨®mica para Am¨¦rica Latina y el Caribe (Cepal).
Esta realidad propicia que entre 80.000 y 100.000 hondure?os migren cada a?o a EE UU. Seg¨²n estimaciones de activistas y defensores de derechos humanos se prev¨¦ que en este a?o el n¨²mero se incremente un 150% con respecto a los anteriores.
El Guantillo es una comunidad situada m¨¢s de dos horas de su cabecera municipal, El Porvenir, en el departamento de Francisco Moraz¨¢n, en el centro de Honduras. Con alt¨ªsimos ¨ªndices de marginaci¨®n y pobreza, la principal fuente de ingresos de los apenas 1.300 habitantes que forman esta comunidad proviene del cultivo de caf¨¦ y el poco dinero que mandan familiares que lograron tener ¨¦xito en su aventura migratoria.
El ¨¦xodo migratorio masivo de hondure?os empez¨® a hacerse visible en los noventa y se dispar¨® a ra¨ªz del hurac¨¢n Mitch, en noviembre de 1998
Es a esta comunidad a la que Janel Navarro ha regresado hace apenas nueve meses. Tras ser un nombre m¨¢s en la larga lista de desaparecidos en territorio mexicano, paso obligado en su viaje hacia el sue?o americano Janel se reencontr¨® con su familia, 16 a?os despu¨¦s de haber comenzado su aventura hacia una vida mejor. Form¨® parte de un grupo de migrantes forzados a trabajar como esclavos y rescatados en el estado de Hidalgo (M¨¦xico) por el Movimiento Migrante Mesoamericano durante la X Caravana ¡° puentes de esperanza¡± .
¡°Sal¨ª de mi pa¨ªs cuando ten¨ªa 17 a?os. A mi paso por el estado de Hidalgo ya me sent¨ªa cansado y con mucho miedo por lo que hab¨ªa visto en el camino. Una persona me encontr¨® sentado en la v¨ªas del tren, me invit¨® a su rancho a comer, luego me ofreci¨® trabajo. All¨ª me qued¨¦ los otros 15 a?os de mi vida¡±, cuenta Navarro.
Una vez vista la realidad de su familia y sus nulas oportunidades de futuro, su deseo es volver a intentar emigrar a EE UU, a pesar de los riesgos que ello implica. ¡°En M¨¦xico por lo menos ten¨ªa trabajo en el rancho cuidando a los animales¡±, asegura.
Mar¨ªa Delmi Valle, madre de Janel y otros cuatro hijos, es integrante de la X Caravana Puentes de esperanza del Movimiento Migrante Mesoamericano que recorri¨® M¨¦xico. Perdi¨® a su marido con apenas 20 a?os. Como es habitual en Honduras, se cas¨® a los 17 y tuvo que mantener ella sola a sus hijos. El mayor migr¨® a los Estados Unidos hace ya 20 a?os, y nunca ha vuelto a tener noticias suyas. Janel quiso seguir sus pasos. Erwin, el tercero, es el m¨¢s afortunado. Lleg¨® a vivir dos a?os en EE UU, fue deportado al ser declarado culpable de tr¨¢fico y posesi¨®n de estupefacientes y al menos en cinco a?os no podr¨¢ intentarlo de nuevo. "Cuando llegas all¨¢, al otro lado, la manera m¨¢s f¨¢cil de hacer dinero r¨¢pido es traficar con lo que sea; uno tiene la idea de ganar dinero pronto para poder mandar algo a la familia. Regresar sin nada y ser deportado es un fracaso¡±, explica Erwin.
Ahora, de nuevo en su comunidad natal, Janel, ayuda a sus hermanos en una peque?a plantaci¨®n de caf¨¦ con la que apenas llegan a cubrir las necesidades de las cuatro familias. Unas casas m¨¢s all¨¢, vive su hermana, Delmi. Con su mirada perdida y un beb¨¦ entre sus brazos relata la alegr¨ªa del reencuentro con su hermano desaparecido y el recibimiento de toda la comunidad le dio.
En El Guantillo es dif¨ªcil encontrar una casa en la que no se haya vivido el drama de la migraci¨®n, con alguno de sus miembros desaparecido en su intento o, en el mejor de los casos, deportado. A pocos metros de la casa de Mar¨ªa Delmi, su vecina Edys muestra unas im¨¢genes de su hija, Mar¨ªa Yolanda Cruz. Desaparecida hace ya nueve a?os en tr¨¢nsito hacia los Estados Unidos. Su ¨²ltimo contacto con ella fue una llamada desde alg¨²n lugar en M¨¦xico. Mar¨ªa Yolanda decidi¨® dejar atr¨¢s una vida de pobreza y sin futuro acompa?ada de su hijo de apenas cuatro a?os. A su lado, observando atentamente, su hijo menor comenta: ¡°No hay oportunidades, no hay nada que hacer. De la capital, Tegucigalpa, ni hablar. O le entras a la mara o no hay nada que hacer¡±. Reci¨¦n deportado por venta de crack , vivi¨® como ilegal durante dos a?os en Salt Lake City. En apenas unas semanas saldr¨¢ rumbo a Corintos o Agua Caliente ¡ªen la frontera con Guatemala¡ª para intentar de nuevo el salto al otro lado.
La falta de oportunidades y la violencia han convertido a la migraci¨®n en un elemento estructural de la vida hondure?a y en un verdadero drama debido a las desapariciones
La decisi¨®n de migrar ya no es s¨®lo una salida para los j¨®venes, seg¨²n diferentes organizaciones de derechos humanos hondure?as y mexicanas consultadas. A los albergues situados en la frontera mexicana llegan familias enteras. En junio de 2014 saltaron las alarmas en la conocida como crisis de los menores migrantes ante la llegada masiva de menores no acompa?ados en una huida dram¨¢tica hacia los EE UU. Seg¨²n fuentes oficiales, las autoridades estadounidenses detuvieron a m¨¢s de 10.500 ni?os solo entre mayo y junio de 2014, en su mayor¨ªa procedentes de Guatemala, Honduras y El Salvador. Estos menores que a menudo viajan solos est¨¢n huyendo por niveles cada vez m¨¢s grandes de extrema pobreza, extorsi¨®n, el riesgo de reclutamiento forzoso a pandillas en sus comunidades y escuelas locales, violencia f¨ªsica, abuso dom¨¦stico y otros tipos de inseguridad.
Pobreza, inseguridad y la falta de un Estado de derecho ha hecho que grupos de ciudadanos decidan imponer la ley (su ley) al estilo del antiguo oeste en comunidades de todo el pa¨ªs, no reconociendo la autoridad del estado e impidiendo cualquier intervenci¨®n de la polic¨ªa. Esto ha desembocado en situaciones de enfrentamiento, como la que llev¨® a El Guantillo a las portadas de todos los diarios nacionales en 2008 por la muerte de dos polic¨ªas y tres lugare?os en un enfrentamiento durante el intento de detenci¨®n de un bolo (ebrio) que hacia disparos al aire y al que los habitantes de la comunidad defendieron a balazos. ¡°Seg¨²n estaba diciendo un polic¨ªa, en ese lugar ha habido m¨¢s de 200 muertos, porque esa gente no quiere a los polic¨ªas, yo no s¨¦ porque los mandan ah¨ª, que los dejen mejor que se maten unos con otros", dice un agente. Es muy habitual escuchar frases como esta por la zona: ¡°Ay, mis muchachitos, me los mataron, yo no s¨¦ nada, s¨®lo s¨¦ que me los asesinaron los polic¨ªas, esos han matado un mont¨®n de gente de aqu¨ª de El Guantillo, por eso no los queremos¡±.
Honduras, con una tasa de 79 homicidios por cada 100.000 habitantes, en su mayor¨ªa atribuidas al narcotr¨¢fico y a las pandillas o maras, parece resignado a que estas cifras hayan aumentando considerablemente entre 2005 y 2013. En esta etapa, la cantidad de muertes violentas de mujeres aument¨® en un 263,4% y se convirti¨® en una de las primeras causas de la migraci¨®n de mujeres y ni?as.
El v¨ªnculo entre violencia de g¨¦nero ¡ªya sea sexual, f¨ªsica o de otra ¨ªndole¡ª y la migraci¨®n es evidente y se refleja en los bajos salarios de las mujeres que trabajan en las maquilas, la discriminaci¨®n de la que son objeto cuando ya no son econ¨®micamente activas o el maltrato al que se ven sometidas en algunos centros de atenci¨®n del gobierno a menores en riesgo social.
La violencia, la explotaci¨®n, las desapariciones y el desplazamiento forzoso de la familia o de la comunidad son algunas de las consecuencias de la migraci¨®n, a las que se suma el tr¨¢fico de personas con fines de explotaci¨®n sexual que est¨¢ aumentando dram¨¢ticamente en Honduras como forma de violencia contra la mujer, como reconoce Rashida Manjoo, relatora especial de la ONU en su informe sobre los factores que inciden en la violencia contra las mujeres y su impunidad, pese a que este tipo de delito se encuentra a un nivel de subregistro, casi oculto.
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