Oportunidad de cambio
La revoluci¨®n en la pol¨ªtica espa?ola ser¨ªa alejarse de la polarizaci¨®n y aprender a pactar
Despu¨¦s de cinco mayor¨ªas absolutas y seis relativas en el Congreso de los Diputados, y siempre con un solo partido al frente del Gobierno, Espa?a se encuentra ante un escenario completamente in¨¦dito. Nunca han existido cuatro fuerzas pol¨ªticas suficientemente pr¨®ximas en la intenci¨®n de voto de los ciudadanos como para que todas ellas queden lejos de la mayor¨ªa, que es la situaci¨®n reflejada en el sondeo de Metroscopia publicado hoy por EL PA?S.
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Un panorama tan abierto traduce los intensos efectos del cuestionamiento del sistema de alternancia entre dos partidos. Esa estructura ha contribuido positivamente a la gobernabilidad del Estado, a costa de forzar las crispaciones y los enfrentamientos entre las dos fuerzas principales, caracter¨ªsticos de buena parte del periodo democr¨¢tico. Manifiestamente, los espa?oles no ven la utilidad de continuar por ese camino ni tampoco quieren volver el sistema del rev¨¦s.
Faltan muchos meses para las elecciones generales ¡ªsalvo que Mariano Rajoy nos sorprenda con un adelanto¡ª y todav¨ªa puede cambiar el panorama. En todo caso, cabe esperar una carrera muy competida entre cuatro corredores por situarse en las dos plazas de cabeza. Los que terminen en primer y segundo lugar recibir¨¢n la prima de esca?os que corresponde a los partidos m¨¢s votados, a causa de un sistema electoral en que el 40% de los diputados se elige en distritos peque?os. Si esa ayuda t¨¦cnica resultara insuficiente para decantar una mayor¨ªa absoluta, o al menos aproximarse a ella, habr¨¢ que resolver la situaci¨®n por medio de pactos. Y a este respecto, la encuesta es ilustrativa: un acuerdo entre IU y PSOE, o entre PSOE y Ciudadanos, cuenta en la actualidad con m¨¢s apoyo que un pacto entre socialistas y Podemos o entre PP y PSOE. Aunque lo m¨¢s deseado es que gobierne el que logre m¨¢s votos, con apoyos puntuales de otros.
En gran parte de Europa son habituales los pactos complicados entre partidos que se enfrentan en las urnas. En la propia Espa?a los ha habido en varias comunidades aut¨®nomas o en distintos Ayuntamientos, con resultados poco satisfactorios, tanto por la falta de costumbre como por el excesivo esc¨¢ndalo que suele hacerse del mercadeo de apoyos. Sin embargo, los Gobiernos de Adolfo Su¨¢rez, que nunca tuvieron mayor¨ªas absolutas, fueron capaces de acordar tanto un pacto econ¨®mico y social como la Constituci¨®n. F¨®rmulas puede haber muchas: lo que debe cambiar es la cultura de la sospecha hacia todo lo que implique pacto y transacci¨®n.
No se trata de conducir a la gente a trav¨¦s del mar Rojo en busca de ignotas tierras prometidas, ni de forzar giros extremistas en un pa¨ªs donde seis de cada 10 personas se sit¨²an en posiciones ideol¨®gicas claramente moderadas. Asumir como positivos los principios de la transacci¨®n y del pacto es una condici¨®n indispensable para no convertir la fragmentaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica en un peligro de inestabilidad.
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