Rusia se empe?a en debilitarnos
Justo cuando urge combatir al Estado Isl¨¢mico, Putin busca desgastar a Occidente
Aumento de las amenazas¡±: esta expresi¨®n suelen utilizarla los historiadores para describir los periodos que preceden a las grandes guerras. Aunque no soy uno de esos p¨¢jaros de mal ag¨¹ero que siempre anuncian lo peor, no queda m¨¢s remedio que admitir que estamos asistiendo a un incremento de las amenazas, tanto dentro como fuera de nuestras sociedades. Fragmentaciones dentro, agresiones fuera. Sin embargo, solo una de ellas deber¨ªa concentrar nuestra atenci¨®n y nuestros esfuerzos: la que ha desencadenado el Daesh.
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Al principio en Siria y en Irak, y con un ¨¦xito militar fulgurante, si consideramos la extensi¨®n de los territorios que controla este movimiento; despu¨¦s, progresivamente, con ramificaciones en Yemen, luego en Libia y tal vez ya en el sur del S¨¢hara, en pos de una confluencia con Boko Haram, el movimiento que asuela el norte de Nigeria a sangre y fuego y amenaza N¨ªger y Camer¨²n. Es como una maniobra de envolvimiento que acerca enormemente la amenaza a la frontera sur de Europa. Adem¨¢s, por supuesto, de los estragos causados por el terrible poder de atracci¨®n que el Daesh ejerce sobre algunos cientos, e incluso miles, de j¨®venes europeos.
El argumento que se utiliza m¨¢s frecuentemente es el de una guerra de civilizaciones: la nuestra contra esa otra que se declara isl¨¢mica. Este enfoque es falso y peligroso, pues el Daesh es un movimiento que est¨¢ en guerra contra todas las formas de civilizaci¨®n, ya sean de inspiraci¨®n judeocristiana o musulmana, y qui¨¦n sabe si alg¨²n d¨ªa incluso budista o hinduista. De hecho, no podemos excluir que tambi¨¦n aparezcan ramificaciones del Daesh en China y en los confines de Rusia. Esta regresi¨®n, que no tiene nombre de tan b¨¢rbara como es, no queda patente ¨²nicamente en la destrucci¨®n masiva de los vestigios de civilizaciones antiqu¨ªsimas en Siria e Irak, sino tambi¨¦n en los miles de cad¨¢veres de hombres, mujeres y ni?os que el Daesh deja a su paso.
Sin embargo, en este preciso momento, ha surgido otra amenaza en el interior de Europa, tras la cual est¨¢ el sue?o imperial de Vlad¨ªmir Putin. Cuando todo deber¨ªa conducir a la comunidad internacional y, en su seno, a aquellos que pretenden desempe?ar un papel en ella, a unir sus esfuerzos para hacer retroceder al Daesh ¡ª?nos hemos parado a pensar lo que podr¨ªa representar para Europa que este movimiento controlase el territorio libio?¡ª, he aqu¨ª que Vlad¨ªmir Putin decide hacer todo lo posible para debilitar a Europa en nombre de una guerra que supuestamente habr¨ªa que librar a europeos y norteamericanos, culpables de querer cercar a Rusia. Empleo la palabra ¡°guerra¡± a prop¨®sito, pues es la que utilizan en la televisi¨®n rusa los propagandistas del presidente Putin, dado que esta tem¨¢tica permite justificar las operaciones militares que hace poco desarrollaban en Crimea y hoy desarrollan en el este de Ucrania.
Ha surgido otra amenaza en el interior de Europa, tras la cual est¨¢ el sue?o imperial de? Putin
Volviendo al Daesh, hay que recordar que si Vlad¨ªmir Putin no hubiera decidido apoyar a toda costa al r¨¦gimen de Bachar el Assad, la oposici¨®n siria democr¨¢tica tal vez habr¨ªa tenido ¨¦xito. Por el contrario, fueron las facciones m¨¢s fan¨¢ticas las que se impusieron y, m¨¢s tarde, dieron origen al Daesh.
Ni Estados Unidos ni Europa han buscado en ning¨²n momento un enfrentamiento con Vlad¨ªmir Putin. Al contrario. En 2008, este pudo invadir de facto dos regiones de Georgia; luego, se anexion¨® Crimea y ahora nos coloca ante un hecho consumado en las regiones del este de Ucrania. Los esfuerzos de paz desplegados por Angela Merkel y Fran?ois Hollande tal vez consigan estabilizar la situaci¨®n para evitar que Putin lleve su pol¨ªtica expansionista m¨¢s lejos, en direcci¨®n a los pa¨ªses b¨¢lticos, lo que supondr¨ªa un riesgo de enfrentamiento directo con la OTAN. Pero, presumiblemente, este reconocimiento no traer¨¢ la neutralidad de Ucrania, sino un acercamiento a Europa de lo que queda del pa¨ªs, precisamente lo que Vlad¨ªmir Putin quer¨ªa evitar.
Algunos ver¨¢n en esta situaci¨®n una prueba suplementaria de la implicaci¨®n norteamericana y pensar¨¢n, como Mosc¨², que la revoluci¨®n ucrania es fruto de una manipulaci¨®n por parte de Estados Unidos. Usan este tipo de justificaci¨®n como coartada para volver cuanto antes al business as usual. Aunque es cierto que las sanciones contra Rusia penalizan m¨¢s al comercio entre Europa y Rusia, que es importante, que al comercio entre Rusia y Estados Unidos, que es d¨¦bil, no lo es menos que, hoy por hoy, estas sanciones son la ¨²nica forma de intentar moderar las tentaciones territoriales de Vlad¨ªmir Putin.
Tras invadir dos regiones de Georgia y anexionarse Crimea, nos coloca de nuevo ante un hecho consumado en Ucracia
Desde este punto de vista, la visita a Mosc¨² del primer ministro italiano, Matteo Renzi, no ha sido muy oportuna. Este ¨²ltimo ha dado entender con ella que la reanudaci¨®n de los negocios es m¨¢s importante para ¨¦l que la anexi¨®n de Crimea o la ofensiva rusa en el este de Ucrania. Este desequilibrio, que intentaba exonerar a Vlad¨ªmir Putin de su responsabilidad, no es muy pertinente. Es lo contrario de lo que buscan Francia y Alemania, a saber, la reanudaci¨®n de los negocios, sin duda, pero a condici¨®n de que Vlad¨ªmir Putin deje de ser una amenaza.
La paradoja de la situaci¨®n actual es, por tanto, la siguiente: en un momento en que necesitar¨ªamos a Rusia para hacer retroceder a Daesh, Rusia se afana en debilitarnos. ?Hasta cu¨¢ndo?
Jean-Marie Colombani, periodista y escritor, fue director de Le Monde.
Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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