Arde la casa
En la calle encontrar¨¢s a muchos amigos que tambi¨¦n tratan de salvarse del incendio. Cada cual tiene su f¨®rmula. Uno ya no compra ning¨²n peri¨®dico, solo lee a Catulo y a Montaigne, trata de regenerarse escuchando a Mozart y a Schubert
Si tu casa est¨¢ ardiendo, sal de ella corriendo sin preguntarte qu¨¦ pasa fuera. No importa si en la calle llueve, hace fr¨ªo o calor o est¨¢ plagada de enemigos. L¨¢rgate antes de que se derrumbe el techo sobre tu cabeza. Esta par¨¢bola que Buda explic¨® a sus disc¨ªpulos bajo una higuera le sirve hoy a cualquier ciudadano que sienta que su mundo se est¨¢ viniendo abajo. La casa en llamas es ahora este Gobierno y este Parlamento servidos por un c¨²mulo de pol¨ªticos mafiosos, est¨²pidos o mediocres; son las instituciones del Estado podridas hasta la ra¨ªz por la corrupci¨®n; es la propia asfixia ante el desplome de los valores morales o est¨¦ticos que a uno lo sustentaban. No hay forma de mirar hacia alguna parte de la casa que no veas c¨®mo avanzan las llamas hasta tu estancia secreta. Huye, huye, no importa ad¨®nde. En la calle encontrar¨¢s a muchos amigos que tambi¨¦n tratan de salvarse del incendio. Cada cual tiene su f¨®rmula. Uno ya no compra ning¨²n peri¨®dico, solo lee a Catulo y a Montaigne, trata de regenerarse escuchando a Mozart y a Schubert. Otro presume de ver solo documentales de monos y cocodrilos del segundo canal porque en ellos encuentra lo m¨¢s profundo del ser humano. Otro no escucha la radio ni lee libros, solo sigue algunas series famosas de televisi¨®n y ve cine negro, porque en estas viejas pel¨ªculas de g¨¢nsteres puede comprobar que los di¨¢logos de Albert Anastasia, Dillinger o Lucky Luciano, que se producen en cualquier garito de Chicago con un whisky en la mano y un rev¨®lver en el sobaco son piezas maestras de alta literatura comparada con la garruler¨ªa grabada entre el comisario Villarejo y el pol¨ªtico Gonz¨¢lez, dos mafiosos ratoneros de cuarta, tomando un caf¨¦ con porras en la pasteler¨ªa La Mallorquina. S¨¢lvese quien pueda, es la consigna general. Huye, amigo, dice Buda. Est¨¢ ardiendo la casa.
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