Rollizos¡ pero fam¨¦licos en derechos
Por Jos¨¦ Mar¨ªa Medina Rey, Director de PROSALUS.
Mujer con ni?o, de Fernando Botero.
La celebraci¨®n ma?ana del D¨ªa Mundial del Consumidordeber¨ªa servir para poner en evidencia los incumplimientos de los Estados, incluido el nuestro, respecto a sus obligaciones relacionadas con el derecho humano a la alimentaci¨®n adecuada.
Cuando se habla de los elementos constitutivos del derecho humano a la alimentaci¨®n adecuada se suelen destacar cuatro aspectos: disponibilidad, accesibilidad, sostenibilidad y adecuaci¨®n. En los a?os posteriores a la gran crisis alimentaria de 2008, en que la subida de precios de los alimentos b¨¢sicos provoc¨® un gran aumento de las cifras de personas hambrientas en el mundo hasta superar los mil millones, la preocupaci¨®n principal estuvo en las dimensiones de la disponibilidad y de la accesibilidad, es decir, que hubiera alimentos disponibles para todas las personas en todos los lugares en cualquier momento del a?o y que esos alimentos fueran accesibles a todas las personas, especialmente las que se encuentran en una situaci¨®n de mayor vulnerabilidad.
En los ¨²ltimos a?os, sin dejar de dar la importancia que merecen a la disponibilidad y a la accesibilidad, han ganado terreno las otras dos dimensiones, la sostenibilidad y la adecuaci¨®n. Todo el proceso de reflexi¨®n de la Cumbre de R¨ªo + 20 y el de construcci¨®n de la nueva agenda de desarrollo que deber¨¢ sustituir a los Objetivos de Desarrollo del Milenio a final de este a?o han puesto en primer plano las cuestiones de la sostenibilidad: ?c¨®mo hacer para producir alimentos suficientes para una humanidad creciente sin deteriorar los recursos naturales de los que depende la propia producci¨®n?
Y la cuarta dimensi¨®n, la adecuaci¨®n, tambi¨¦n ha ganado protagonismo aunque probablemente, por su complejidad, nos queda mucho camino por recorrer en su comprensi¨®n amplia. Hablar de adecuaci¨®n implica una amplio espectro de temas que van desde el respeto a las tradiciones culturales hasta la inocuidad de los alimentos, desde cuestiones socio-econ¨®micas hasta planteamientos nutricionales. En nuestro contexto europeo suele ser habitual poner el acento en la inocuidad de los alimentos (food safety). Algunas crisis sonadas, como la de las vacas locas o la de los pepinos en Alemania en 2011, han reforzado esta visi¨®n.
Pero no podemos cerrar los ojos a otra realidad que est¨¢ creciendo de forma alarmante, a otras formas de malnutrici¨®n. ?Puede considerarse adecuada la alimentaci¨®n de los m¨¢s de mil millones de personas con sobrepeso y de los casi 500 millones con obesidad? Evidentemente, no. Como nos recuerda Consumers International en la celebraci¨®n de este DMC 2015, la obesidad por s¨ª sola tiene un costo estimado de dos billones de d¨®lares por a?o, adem¨¢s de las negativas consecuencias sobre las vidas de quienes la padecen.
Quiz¨¢s todav¨ªa hay quien piensa que la obesidad es un problema de ricos, de gente con suficientes recursos para comer mucho. Pero la realidad de los ¨²ltimos a?os nos muestra que es un problema que se est¨¢ extendiendo tanto en pa¨ªses desarrollados como en pa¨ªses en desarrollo y que afecta cada vez m¨¢s a personas que carecen de los recursos necesarios ¨Cde todo tipo¨C para llevar una dieta sana y equilibrada.
Quiz¨¢s tambi¨¦n hay quien piensa que los Estados no tienen ninguna responsabilidad derivada de los derechos humanos frente a estas personas que padecen sobrepeso y obesidad porque estas personas est¨¢n as¨ª por decisiones propias, por abusar de la comida, por haber decidido libremente que quer¨ªan comer de esa forma. Pero este razonamiento obvia el hecho de que cada persona individual tiene que enfrentarse a verdaderos gigantes, campa?as de publicidad que nos bombardean para consumir esto o aquello, pol¨ªticas de precios que hacen m¨¢s asequibles productos nutricionalmente negativos que dietas m¨¢s sanas. En 2010, las empresas estadounidenses gastaron 8.500 millones de d¨®lares en campa?as publicitarias de alimentos, dulces y bebidas no alcoh¨®licas; mientras tanto el gobierno estadounidense presupuest¨® 44 millones de d¨®lares para su programa de sensibilizaci¨®n primaria sobre una alimentaci¨®n saludable. Es dif¨ªcil calificar de libres las elecciones que realizamos bajo estas condiciones.
No en vano el anterior relator especial de Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentaci¨®n, Olivier de Schutter, calific¨® a nuestros sistemas alimentarios como ¡°obesog¨¦nicos¡±, generadores de obesidad.A partir de 2030, m¨¢s de 5 millones de personas morir¨¢n cada a?o antes de alcanzar la edad de 60 por enfermedades no transmisibles ligadas a la alimentaci¨®n inadecuada.
Frente a esta crisis de la salud p¨²blica, de Schutter se?alaba que debemos centrarnos en los problemas sist¨¦micos que empobrecen nuestra alimentaci¨®n en todas sus formas. Entre otras cosas propon¨ªa mayor imposici¨®n a los productos poco saludables ¨Ccomo se hace con el tabaco y las bebidas alcoh¨®licas¨C y mayor reglamentaci¨®n para los alimentos ricos en grasas saturadas, az¨²cares y sal y para la manera en que estos se publicitan.
El avance de la obesidad y de otras enfermedades relacionadas con la dieta inadecuada (diabetes, hipertensi¨®n, enfermedades del coraz¨®n, colesterol alto, algunos tipos de c¨¢ncer) nos est¨¢ indicando que los Estados est¨¢n fallando en el cumplimiento de sus obligaciones de respetar, proteger y garantizar el derecho humano a la alimentaci¨®n adecuada.
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