Mal sabor de boca

Exceso de reproches y falta de proyectos. Los debates televisados entre los principales l¨ªderes de la campa?a electoral andaluza dejan mal sabor de boca, porque responden al modelo del ajuste de cuentas con el pasado m¨¢s que a la necesidad de inaugurar un tiempo pol¨ªtico distinto.

Pese a disponer de candidatos in¨¦ditos en elecciones precedentes, los dos partidos m¨¢s importantes, PP y PSOE, se han dejado llevar por los viejos modos. Los electores no quieren tanto que se tiren los trastos a la cabeza ¡ªqui¨¦n es m¨¢s culpable del paro, qui¨¦n es m¨¢s corrupto o deshonesto¡ª, sino saber si los candidatos tienen algo que decirles que les interese a ellos, a los votantes.

Era el momento de explicar las soluciones, o al menos las estrategias, para yugular el paro rampante que sufre Andaluc¨ªa (m¨¢s de 10 puntos por encima de la media espa?ola) o las garant¨ªas de cambio en los m¨¦todos de gesti¨®n que pongan coto a abusos y corrupciones.

Una propuesta como la del candidato popular, Juan Manuel Moreno, sacando a colaci¨®n la necesidad de eliminar el fuero para los diputados auton¨®micos es puro oportunismo; sobre todo cuando el Gobierno de su partido ha renunciado a reformar los aforamientos en Espa?a. Sorprende tambi¨¦n que la promesa de rebajar sustancialmente los impuestos haya partido de la socialista Susana D¨ªaz, tanto como su insistencia en identificarse con Andaluc¨ªa, como si tuviera la patente de la comunidad m¨¢s poblada. Visto lo visto, el candidato de IU, Antonio Ma¨ªllo, se distingui¨® por entrar menos en la refriega.

Queda mucho que aprender sobre el h¨¢bito democr¨¢tico de debatir en ¨¦poca electoral. Se han vuelto a comprobar las malas pasadas que juega la rigidez de los formatos pactados por los partidos, que pretend¨ªan tres mon¨®logos ¡ªrotos por las interrupciones fuera de guion¡ª en vez de un debate. No se debe minusvalorar un recurso tan importante como la televisi¨®n para llegar a audiencias amplias y heterog¨¦neas, m¨¢s parecidas a la composici¨®n del electorado que los jaleadores de los m¨ªtines a los que acuden principalmente los convencidos.

Los debates forman parte de los derechos inherentes a los electores. Pero pueden ser est¨¦riles si solo se utilizan para proseguir los ataques pol¨ªticos ordinarios. Desde ese punto de vista, los celebrados en la campa?a andaluza, sobre todo el ¨²ltimo, han sido ocasiones perdidas.