Am¨¦lie vuelve a Jap¨®n
¡°No levant¨¦is aqu¨ª nada importante¡±, rezaba una estela milenaria descubierta, tras el tsunami, a un kil¨®metro de la central de Fukushima. Lo cuenta la escritora belga Am¨¦lie Nothomb, que en su ¨²ltimo libro regresa al archipi¨¦lago donde ha vivido los momentos m¨¢s transformadores de su vida: el nacimiento, el amor y, en esta tercera etapa narrada en el libro La nostalgia feliz (Anagrama), el reencuentro, el regreso del adulto que busca las huellas de sus primeros recuerdos.
Ese reencuentro con el escenario de la infancia y la juventud es tambi¨¦n un ejercicio de observaci¨®n arquitect¨®nica. Superado el delirio de creer que si el lugar hubiera permanecido anclado en el pasado el mundo ser¨ªa mejor o el universo estar¨ªa a salvo, Nothomb se impone el ejercicio opuesto, el de buscar lo que ha sobrevivido. Y en Shukugawa, el pueblo a las afueras de Kobe donde se cri¨®, la supervivencia la encuentra en el tipo de silencio -¡°interrumpido por ladridos de perros desprovistos de agresividad¡±-, y en el aire. Tambi¨¦n en el canal. Sin embargo, en Tokio el parque en el que jugaba ha perdido el estanque (cubierto de hormig¨®n) y los juncos y ha quedado reducido a apenas dos columpios.
A pesar de la sobredosis sensorial de Tokio -¡°Tokio es, antes que nada, un ritmo¡±- o de la yuxtaposici¨®n (que no suma) de ¨¦pocas de Kioto, lo mejor del libro es un reencuentro distinto, no con su pasado sino con el del lugar. En una zona vac¨ªa de Fukushima, el conductor informa de que aquello fue un lugar habitado antes del 11 de marzo de 2011. ¡°Uno s¨®lo puede sentir admiraci¨®n por los trabajos de limpieza. Ni rastro de escombros. Estamos empezando a apreciar el arte de borrar hasta los recuerdos de una cat¨¢strofe cuando descubrimos lo que fue el puerto de la localidad.
Las instalaciones portuarias est¨¢n tan destruidas como si hubieran sufrido un bombardeo. Hay que hacer un esfuerzo permanente de memoria para recordar que semejante situaci¨®n es obra de la naturaleza: ante un saqueo tan horrible, uno cree reconocer la mano del hombre¡±.
El t¨ªtulo de la ¨²ltima ?novela? de Am¨¦lie Nothomb es La nostalgia feliz, la ¨²nica que existe en Jap¨®n (natsukashii) y que nombra al recuerdo hermoso recuperado por la memoria. Que la nostalgia triste no tiene palabra en japon¨¦s lo averigua Nothomb ¨Cque tiene la suerte de ser traducida al castellano por Sergi P¨¤mies- de su admirada amiga, la int¨¦rprete francesa Corinne Quentin, la m¨¢s conocida de Tokio. Al final, apenas Flaubert le sirve para sacar conclusiones. ¡°La estupidez consiste en querer sacar conclusiones¡±. No todo puede contarse con palabras, pero la arquitectura tambi¨¦n puede ayudar a explicarlo.
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