Aquellos valientes soldados
El principal objetivo del museo Panorama de El Cairo es celebrar un triunfo militar que, en realidad, no fue tal. Siendo generosos, se trat¨® de un empate

Toda dictadura, sobre todo si es militar, necesita grandiosas exhibiciones p¨²blicas de patriotismo. Entre las m¨¢s habituales, los monumentos en homenaje al hero¨ªsmo del pueblo y a la clarividencia de sus l¨ªderes. En El Cairo, esta funci¨®n la ejerce, entre otros, el museo Panorama, dedicado a la guerra de 1973 contra Israel, conocida tambi¨¦n como la de Octubre o del Yom Kipur.
Al lado de varios tenderetes de souvenirs cutres, en la entrada principal del museo, hay una exposici¨®n de las armas ?utilizadas en aquel conflicto b¨¦lico. A un lado, los tanques, ca?ones de artiller¨ªa y ?restos de un caza arrebatados al Ej¨¦rcito israel¨ª, todos de fabricaci¨®n estadounidense. Al otro, los empleados por el Ej¨¦rcito egipcio, de fabricaci¨®n sovi¨¦tica. A ojos de un profano en la materia, el armamento americano parece mejor. ¡°S¨ª lo es, pero los egipcios ganamos porque ¨¦ramos m¨¢s ?h¨¢biles y valientes¡±, cuenta un joven oficial. Esta es la idea que transmite la joya del museo: un auditorio circular con un mural de 360 grados donde est¨¢ representada la batalla inicial de la guerra. De repente, se apagan las luces y las gradas empiezan a rotar lentamente. Una voz en off relata la gran victoria de Egipto. Acompa?ada de silbidos y el posterior ruido de explosiones, una marcha marcial sirve de banda sonora.
M¨¢s all¨¢ del gusto plasmado en pinturas y grabados, el principal problema del museo es que ese triunfo militar no fue tal. Siendo generosos, se trat¨® de un empate. Ciertamente, el 6 de octubre (d¨ªa de la fiesta nacional de Egipto) de 1973, las tropas egipcias lograron cruzar el canal de Suez y penetrar las l¨ªneas de defensa israel¨ªes gracias a una inesperada ofensiva, perpetrada en la festividad m¨¢s sagrada para los hebreos. Aunque ocuparon de forma permanente una parte de la pen¨ªnsula del Sina¨ª, unos d¨ªas despu¨¦s varias divisiones del Ej¨¦rcito egipcio acabaron rodeadas por las tropas enemigas y solo un armisticio patrocinado por Estados Unidos consigui¨® salvar las vidas de miles de soldados.
Adem¨¢s de los monumentos patri¨®ticos, para sobrevivir, una dictadura necesita una buena dosis de mentiras. Crear una especie de espejismo colectivo. No es casualidad que la idea de construir este museo se la diera al dictador Hosni Mubarak su hom¨®logo norcoreano Kim Il-sung en 1983. De hecho, fueron los ingenieros norcoreanos quienes construyeron el recinto. Si el Presidente Eterno fue capaz de escribir 18.000 libros y su hijo y sucesor no defecaba, Egipto gan¨® la guerra del 1973.
Dicho esto, quiz¨¢ la alardeada valent¨ªa de los soldados egipcios no se aleje tanto de la realidad. En su reciente libro Soldiers, Spies and Statesmen: Egypt¡¯s Road to Revolt, el profesor Hazem Kandil argumenta que el entonces presidente egipcio, Anuar el Sadat, no quiso realmente ganar aquella guerra. Haberlo hecho podr¨ªa haber estimulado un golpe de Estado por parte de los victoriosos generales, por eso orden¨® frenar la ofensiva egipcia que hab¨ªa sumido a las tropas ?israel¨ªes en la confusi¨®n y el p¨¢nico.
Encima, inform¨® de su estrategia a Henry Kissinger, el secretario de Estado de Estados Unidos, aliado de sus enemigos. Seg¨²n Kandil, es la ¨²nica vez en la historia que ha sucedido algo parecido. Aquella conversaci¨®n entre Sadat y Kissinger pudo haber inspirado un mon¨®logo del gran Gila: Oiga, ?es el enemigo? Y es que el ra?s quer¨ªa recuperar la pen¨ªnsula del Sina¨ª en los despachos, no en el campo de batalla. La gloria deb¨ªa ser solo suya. Y de ese c¨¢lculo nacieron los acuerdos de Camp David. Sin embargo, su intuici¨®n se revel¨® err¨®nea: en 1981 fue asesinado en un desfile militar ante la indiferencia popular.
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