Los beb¨¦s aprenden de lo inesperado
Los hechos que violan el conocimiento previo disparan la experimentaci¨®n de los ni?os de 11 meses
Pocas cosas estimulan m¨¢s a un cient¨ªfico que un hecho inesperado, porque los datos que no encajan en la teor¨ªa vigente suelen se?alar el camino hacia una teor¨ªa mejor. As¨ª progresa la ciencia. Y tambi¨¦n as¨ª es como aprenden los beb¨¦s, seg¨²n un bello y eficaz experimento de las psic¨®logas Aimee Stahl y Lisa Feigenson, de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore (EE UU). Los ni?os de 11 meses se aburren con los objetos que se comportan de forma predecible, como una pelota que rebota en la pared, y centran su atenci¨®n en los que violan las expectativas, como una pelota que atraviesa la pared. En cierto modo, los beb¨¦s reproducen la historia de la ciencia.
El paralelismo con la ciencia no se agota ah¨ª, porque los beb¨¦s no solo utilizan lo inesperado para enfocar su atenci¨®n, sino tambi¨¦n para dise?ar los siguientes experimentos. Cuando ve que una pelota parece atravesar la pared, el beb¨¦ toma la pelota y empieza a golpearla, como para comprobar si es un objeto s¨®lido. Dar golpes a una pelota puede parecer un experimento un poco grueso, pero esperen a ver la siguiente prueba.
Para los ni?os peque?os, el mundo es un lugar incre¨ªblemente complejo y lleno de est¨ªmulos din¨¢micos"
En esta segunda prueba, la pelota ¨Csiempre seg¨²n los trucos que han perpetrado las psic¨®logas¡ª no atraviesa la pared, sino que va movi¨¦ndose por un carril que tiene un gran agujero en el centro. Lo esperable es que la pelota caiga por el agujero, y cuando eso ocurre los beb¨¦s no se interesan por el fen¨®meno. Solo se fijan en ¨¦l si la pelota no cae por el agujero y, como en el caso anterior, eso les lleva a experimentar con la pelota. Pero esta vez no le dan golpes, sino que la toman en sus manos y la dejan caer al suelo: lo que quieren comprobar ahora no es si se trata de un objeto s¨®lido, sino si est¨¢ sometido a la gravedad. El trabajo de Stahl y Feigenson, que han repetido estos y otros experimentos con 110 beb¨¦s de 11 meses, se presenta en Science.
Todas estas pelotas que atraviesan paredes o violan la ley de la gravedad no son m¨¢s que trucos, lo que puede parecer una crueldad con los pobres beb¨¦s, que ni siquiera se han podido presentar como voluntarios para el estudio. Pero la psicolog¨ªa experimental suele consistir precisamente en eso: en tomar el pelo a los sujetos de estudio para aprender algo sobre los mecanismos normales de la mente humana. Los sujetos suelen ser estudiantes universitarios que se ganan unos cr¨¦ditos a cambio de someterse a todas esas perrer¨ªas. A los beb¨¦s, ni cr¨¦ditos.
Pero ?en qu¨¦ se basa el modelo del mundo de un beb¨¦ de 11 meses? ?De d¨®nde han sacado ese conocimiento cuya violaci¨®n parece despertar su instinto experimental? La interpretaci¨®n de las autoras es que se trata de un conocimiento que viene puesto de serie, lo que los cient¨ªficos cognitivos llaman una ¡°f¨ªsica innata¡±, y que compartimos con el resto de los animales. Cuando un perro coge con la boca la pelota que le has tirado, est¨¢ exhibiendo su conocimiento instintivo de las leyes de Newton: tiene que calcular la par¨¢bola que va a describir el proyectil, y lo hace sin calculadora, y sin siquiera tiempo para usar una.
En cierto modo, los beb¨¦s reproducen la historia de la ciencia
¡°Para los ni?os peque?os¡±, dice Feigenson, ¡°el mundo es un lugar incre¨ªblemente complejo y lleno de est¨ªmulos din¨¢micos. ?C¨®mo saben los aprendices en qu¨¦ centrarse, sobre qu¨¦ merece la pena aprender m¨¢s, y qu¨¦ ignorar? Nuestra investigaci¨®n indica que los ni?os usan lo que ya saben sobre el mundo para generar predicciones. Cuando esas predicciones resultan incorrectas, los ni?os usan esa discordancia como una oportunidad especial para aprender¡±. Justo como los cient¨ªficos.
Feigenson deduce tambi¨¦n que la motivaci¨®n ¨²ltima de los beb¨¦s no es meramente aprender algo m¨¢s sobre los objetos que violan sus expectativas, sino llegar a entenderlos. De ah¨ª que los experimentos que hace el beb¨¦ con la pelota parezcan dise?ados espec¨ªficamente para la violaci¨®n concreta de su modelo interno del mundo que la pelota ha parecido ejecutar, como atravesar la pared o desafiar a la gravedad.
En fin, ya ven que la vida de un beb¨¦ de 11 meses es mucho m¨¢s dura de lo que parece a primera vista. Sobre todo si tienen la mala suerte de dar con dos psic¨®logas de Baltimore.
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