El rengl¨®n torcido
Estimado Dios: ?Me recuerda usted? Hice la confirmaci¨®n en los noventa. Desde entonces, lo admito, no le he hablado mucho
Estimado Dios:
?Me recuerda usted? Hice la primera comuni¨®n en los a?os ochenta, e incluso la confirmaci¨®n en los noventa. Desde entonces, lo admito, no le he hablado mucho, ni lo he visitado los domingos. Pero bueno, tampoco es que usted llame con frecuencia a preguntar por uno.
Y sin embargo, he decidido escribirle en este domingo para felicitarlo por su resurrecci¨®n. Lo de tener nacimiento y resurrecci¨®n me parece una gran idea, Dios. Es como celebrar dos cumplea?os, uno con regalos y otro con huevos de chocolate, que tampoco est¨¢n mal. Bien pensado.
Ya que estamos hablando un poco de todo ¨Cde lo divino y de lo humano, como se suele decir¨C, quisiera aprovechar la ocasi¨®n para transmitirle, si no le molesta, una peque?a queja, una cr¨ªtica constructiva, un parte de incidencia.
Tengo un problemilla con uno de sus empleados: Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcal¨¢ de Henares, Madrid. Supongo que no tiene usted muy presente al obispo Reig Pla. Normal, con todo el trabajo de gobernar el universo y eso. Es ese que hace cinco a?os celebr¨® una misa con una bandera franquista en el altar. ?Le suena? ?No? El que declar¨® que los homosexuales pueden curarse si son tratados a tiempo con la ¡°terapia apropiada¡±, como si fuesen enfermos. ?Nada? El que proclam¨® p¨²blicamente que los gais ¡°se corrompen y se prostituyen¡± y luego ¡°encuentran el infierno¡±, o sea, que, adem¨¢s de enfermos, son viciosos.
No. Supongo que no lo ha o¨ªdo usted. De haberlo hecho, seguro que ya le habr¨ªa enviado alg¨²n castigo milagroso, como una hinchaz¨®n de pies o un fur¨²nculo (personalmente, yo sugerir¨ªa un ataque de afon¨ªa. Uno largo).
El caso es que, a falta de ese correctivo, el obispo ha vuelto a las andadas. El mes pasado, en una carta pastoral, ha propuesto vetar a los homosexuales como catequistas, sacerdotes o incluso profesores, como medida para contener¡ la pederastia. O sea, adem¨¢s de enfermos y viciosos, los considera delincuentes.
Estimado Dios, usted sabe bien que confundir a homosexuales con pederastas es una b¨¢rbara muestra de ignorancia. Sabe tambi¨¦n que en muchos pa¨ªses del mundo los homosexuales son marginados ¨Cen Per¨² acaban de negarles el derecho a la uni¨®n civil¨C e incluso asesinados. No puede permitir que este obispo, que nunca hizo nada de voluntad propia por denunciar la pederastia entre sus colegas de la Iglesia, ahora culpe de ella a todo un grupo social, precisamente al grupo que quiere apartar de la religi¨®n. Estimado Dios, ?no fue usted el que escribi¨® ¨Co dict¨®¨C aquello de la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio? ?Podr¨ªa usted recordarle la cita al obispo Reig Pla? No hace falta que se le aparezca en sue?os. Puede mand¨¢rsela por e-mail.
Ya s¨¦, ya s¨¦: usted pensar¨¢ que soy uno de esos modernos, siempre encantados de fastidiar a sus seguidores, siempre exigi¨¦ndoles que se vuelvan laicos. No se confunda. Todo lo contrario. Admiro a muchos de sus empleados, sobre todo en Am¨¦rica Latina, donde los he visto ayudar a la gente que sufre. Incluso su actual gerente general del Vaticano me resulta inspirador. Hoy en d¨ªa, los l¨ªderes pol¨ªticos siguen siendo locales, pero los problemas son globales. Los seres humanos necesitamos figuras que defiendan lo que nos une y trasciende. Algunos llaman a eso amor. Y muchos creemos que eso debe ser precisamente usted si, con todo respeto, usted existe.
Estimado, ya tenemos suficientes lobbistas del odio, y demasiados dicen actuar en representaci¨®n suya (o de sus hom¨®logos de Oriente Medio). No necesitamos m¨¢s. He o¨ªdo que escribe usted derecho con renglones torcidos, pero no hace falta que sean retorcidos.
Como no s¨¦ a d¨®nde enviarle esta carta, la publicar¨¦ en los peri¨®dicos. Sin duda, cuando termine con los huevos de chocolate, les echar¨¢ usted un vistazo. Espero que entonces concuerde conmigo en la necesidad de enderezar un poquito su caligraf¨ªa.
Atentamente, SR.
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