Memoria de una ausencia
Las heridas de Gabriela Canseco, viuda de Paco de Luc¨ªa, parecen en carne viva en el aniversario de su muerte: "Pas¨® de ser m¨ªo a patrimonio de la humanidad"

Siempre que Paco de Luc¨ªa sal¨ªa al escenario, llevaba una camisa blanca. La misma que usaba en todos los conciertos y que, con el paso del tiempo, lleg¨® a sufrir una quemadura de cigarrillo. Formaba parte de su uniforme, junto con el chaleco negro y las botas de ca?a (con el tac¨®n justo para equilibrar el peso de la guitarra). Su viuda, Gabriela Canseco (M¨¦xico DF, 1966), acompa?aba siempre que pod¨ªa al m¨²sico en sus giras y era la encargada, muchas veces, de tener la prenda fetiche lista para el d¨ªa siguiente. No suena muy feminista, pero las cosas funcionaban as¨ª.
Tras casi 20 a?os a su lado, desde que se conocieron y se enamoraron en M¨¦xico, ella se acostumbr¨® por deseo propio a seguir sus pasos y a vigilar que todo estuviera a su gusto. Otro de sus rituales: dos horas antes de cada concierto se encerraba solo en el camerino a practicar dedos, relajarse y limarse las u?as. Y al concluir la actuaci¨®n, tras los aplausos y los bises, otro tiempo de desconexi¨®n antes de abrir el camerino para los fans. ¡°Adem¨¢s de los famosos de turno, lo agasajaban j¨®venes guitarristas. Paco siempre miraba sus u?as antes de formular la t¨ªpica pregunta ret¨®rica: ¡®Eres guitarrista, ?verdad?¡±.

Gabriela Canseco habla con voz pausada y, todav¨ªa a veces, se refiere a su esposo en presente. Desde que De Luc¨ªa falleci¨® hace poco m¨¢s de un a?o en M¨¦xico a causa de un infarto, vive dedicada a cuidar su memoria. Lleva la alianza de oro colgada de una cadena al cuello y sue?a con montar una fundaci¨®n en la que participen los cinco hijos del artista (tres del matrimonio anterior) para administrar su legado.
La pareja se enamor¨® en M¨¦xico, en el curso de una gira. Permanecer a su lado supon¨ªa combinar periodos de calma, como los dos a?os de luna de miel con los que se inici¨® su relaci¨®n, en una de esas fases de descanso en las que el guitarrista se dejaba crecer la barba para convertirse en Francisco S¨¢nchez, con un constante abrir y cerrar maletas por los hoteles del mundo donde recalaba Paco de Luc¨ªa.
"Dej¨¦ de lado mi carrera como restauradora de arte para acompa?arlo siempre que pod¨ªa. Cuando naci¨® Antonia (su hija mayor) la llevamos a Jap¨®n de gira. Viv¨ªamos en una zona de selva en M¨¦xico hasta que Antonia tuvo edad de ir al colegio, pero aquello no era sitio para un ni?o. As¨ª que empezamos a buscar un lugar en el mundo para vivir. Pod¨ªa ser Europa u otro continente. Cada vez nos ¨ªbamos m¨¢s lejos. Paco no quer¨ªa saber nada de las ciudades, necesitaba tener cerca el mar y tranquilidad. No le gustaban las aglomeraciones ni que la gente lo parara por la calle. Primero estuvimos en Toledo hasta que la casa se convirti¨® en parte del recorrido tur¨ªstico de la ciudad y salimos huyendo. Luego recalamos en Palma, los mallorquines son gente respetuosa y discreta¡±.

En El Horizonte ¨Cla casa donde De Luc¨ªa vivi¨® ¡°feliz¡± los ¨²ltimos ocho a?os con su esposa y sus dos hijos peque?os¨C sus gorras siguen prendidas del perchero; el busto que le regal¨® una escultora, tocado con su sombrero cordob¨¦s, sobre la repisa, rodeados de instrumentos musicales y antig¨¹edades que fue comprando por el mundo. ¡°Aqu¨ª encontr¨® un equilibrio que le sentaba muy bien¡±, apunta Gabriela. ¡°Se levantaba pronto y se encerraba en el estudio; la comida, a la una en punto, era un ritual. Disfrutaba mucho de la mesa: pescado reci¨¦n tra¨ªdo del mercado, potajes de garbanzos o de jud¨ªas. Despu¨¦s de comer, vuelta al estudio. Antes de anochecer, hora y media de caminata, por un sendero que se traz¨® alrededor de la casa, cuidaba personalmente de las plantas, y remataba la tarde con un plato grande de fruta. Mel¨®n o sand¨ªa, sus favoritos, cuando encontraba una buena partida de melones compraba una docena para tenerlos asegurados. Y al final de la jornada su pan con aceite y caf¨¦ a modo de cena¡±.
Disfrutaba con Parrita, suspiraba con Marif¨¦ de Triana y respiraba con los flamencos antiguos. Su relaci¨®n con la m¨²sica fue vertiginosa. Le costaba poner el punto final a sus discos: ¡°Le hubiera gustado poder modificarlos eternamente. Por eso nunca volv¨ªa a escuchar un disco suyo. De haberlo hecho hubiera encontrado mil detalles que podr¨ªa haber mejorado y que hubieran desgarrado su sensibilidad¡±. Cuando compon¨ªa entraba en un periodo de toque de queda: ¡°Se encerraba en las profundidades de sus emociones, y se pod¨ªa pasar as¨ª meses¡±. Como en el caso de Cositas buenas, que dur¨® m¨¢s de dos a?os. ¡°No se conformaba con un casi o con un bien, necesitaba llegar m¨¢s all¨¢¡±.
Su muerte fue un caos absoluto, nos lo quitaron de las manos, pas¨® de ser m¨ªo a patrimonio de la humanidad"
Su estudio de grabaci¨®n, impoluto y vac¨ªo, guarda la memoria de su ausencia. Por las ventanas se cuela la luz del Mediterr¨¢neo. Las guitarras con el humidificador, a la temperatura justa; la silla de estilo ¨¢rabe desvencijada, que hered¨® del antiguo propietario de la casa y en la que se sentaba para hacer mezclas, justo frente al ordenador. Presidiendo el estudio, un retrato, enmarcado en dorado, del m¨²sico junto a Camar¨®n, en una instant¨¢nea captada en un concierto cuando ambos eran j¨®venes promesas del flamenco; en un rinc¨®n, la pantalla de plasma y el sill¨®n donde se sentaba a disfrutar de los partidos del Madrid y, al lado, la mesa supletoria con las tazas para el poleo y dos botellas empezadas de tequila y vodka, por si la fiesta se alargaba. Fue all¨ª donde una tarde de charla con su amigo el productor Javier Lim¨®n hablaron de grabar un disco, sobre Paco pero sin Paco. Al guitarrista le hizo gracia la idea. Se baraj¨® incluso la rumba que marc¨® su carrera, pero todo se aplaz¨® hasta la vuelta de la gira latinoamericana.
Desde que De Luc¨ªa grab¨® el disco en directo Conciertos por Espa?a 2010, todos sus directos conclu¨ªan al ritmo de V¨¢monos. Incorporada al repertorio habitual, sonaba como el ¨²ltimo bis y se llam¨® as¨ª porque el propio guitarrista verbalizaba un ¡°?v¨¢monos!¡± antes de emprender los acordes de la rumba. V¨¢monos se escucha ahora como una variaci¨®n de la melod¨ªa de su imbatible Entre dos aguas, la rumba m¨¢s popular del repertorio flamenco y cuyo origen se remonta a la grabaci¨®n del disco Fuente y caudal, en 1973. Al ¨¢lbum, cuidadosamente compuesto por un m¨²sico que acababa de cumplir 26 a?os en plenitud art¨ªstica, le faltaba un tema para completar el LP (entonces eran vinilos de dos caras).
La inspiraci¨®n surgi¨® a partir del Te estoy amando locamente, la composici¨®n de Felipe Campuzano que popularizaron Las Grecas: ¡°All¨ª mismo, en el estudio, llam¨¦ a un bajo y a un bong¨® y se grab¨® totalmente improvisado, por primera vez en el flamenco y en mi carrera, a la manera de los m¨²sicos de jazz¡±. Lo cont¨® el propio De Luc¨ªa en el documental La b¨²squeda, firmado por su hijo Curro S¨¢nchez. Cuando Jes¨²s Quintero, entonces m¨¢nager del artista, la escuch¨®, comprendi¨® lo que val¨ªa ese material y puso en marcha la maquinaria. El mundo del jazz, del rock y hasta los cl¨¢sicos brasile?os se rindieron a sus pies y quisieron tocar con ¨¦l. Durante cuatro d¨¦cadas, De Luc¨ªa fue a?adi¨¦ndole notas. Vari¨® la composici¨®n, a?adi¨® instrumentos, le sum¨® el toque de percusi¨®n del caj¨®n peruano, la ilustr¨® con un bailaor¡
Precisamente por esa carga simb¨®lica, Javier Lim¨®n, productor de Entre 20 aguas, eligi¨® V¨¢monos como tema central del disco en el que, a trav¨¦s de 16 interpretaciones, sus amigos le rinden homenaje por su fuerza y su simbolismo. Con V¨¢monos despidi¨® el 23 de noviembre de 2014 el concierto de Santiago de Chile, la ¨²ltima ocasi¨®n en que se le pudo ver en un escenario. Ahora, un a?o despu¨¦s, 20 m¨²sicos, entre los que se cuentan Chick Corea y Michel Camilo (ambos con un solo de piano), Chucho Vald¨¦s (pleno de sonidos caribe?os), Jorge Pardo (que arranca con un solo de flauta hasta llegar a una orquestaci¨®n t¨ªpica de los a?os setenta) o Alejandro Sanz, que canta por sole¨¢, hacen suya la rumba. El disco se pone a la venta el pr¨®ximo domingo con EL PA?S.
Su viuda rememora sus ¨²ltimos meses de vida con incredulidad. ¡°Paco no era uno de esos hombres que sacan la basura o que van a buscar a los ni?os al colegio. Era muy controlador y le gustaba meterse en todo; se compromet¨ªa mucho con los proyectos que le interesaban, ya fuera un documental con su hijo Curro o dirigir las obras de la casa. Mi misi¨®n era cuidarlo. Actuaba como secretaria, m¨¢nager y hasta le tomaba las fotos, porque un d¨ªa decidi¨® que fuera yo la que lo retratara. Ni siquiera hablaba con sus representantes en Europa o Am¨¦rica, yo hac¨ªa de puente, revisaba las giras, los contratos y hasta los hoteles donde se alojaba. ?l ten¨ªa sus momentos y yo sab¨ªa cu¨¢ndo hab¨ªa que plantearle las cosas¡±.
Tantos a?os de carretera y de practicar con la guitarra le hab¨ªan dejado secuelas. Adem¨¢s, segu¨ªa fumando como un carretero. ¡°Conservaba una ilusi¨®n tremenda por lo que hac¨ªa, se entregaba tanto que hab¨ªa conciertos en que acababa roto¡±. Las actuaciones en Europa le permit¨ªan pasar una noche fuera y al d¨ªa siguiente volver a casa. Algo impensable si viajas por Latinoam¨¦rica. ¡°All¨ª sent¨ªa la alegr¨ªa de estar vivo, pero se notaba cansado. Antes de arrancar las giras cog¨ªa la guitarra y se met¨ªa en s¨ª mismo, sufr¨ªa la presi¨®n¡±. Dec¨ªa que se hab¨ªa pasado el 90% de su vida solo. ¡°Por eso, antes de iniciar la gira decidi¨® trasladarse con toda la familia a Cuba y desde all¨ª moverse por el continente. Fue una aventura genial¡±, rememora Canseco.
¡°Musicalmente a Paco le encantaban el son y la salsa, y como ten¨ªamos la libertad que nos da el Liceo Franc¨¦s para que los ni?os siguieran las clases por correo, nos fuimos todos¡±. En la isla caribe?a se enter¨®, v¨ªa Whats?App de su bi¨®grafo Juan Jos¨¦ T¨¦llez, de que hab¨ªa muerto su gran amigo F¨¦lix Grande. Fue un mazazo. Ah¨ª decidi¨® dejar de fumar y empez¨® a tomar unas pastillas para calmar la ansiedad de nicotina. Pero dejar de fumar y estar de gira no cuadraban. Al acabar, recalaron en su casa mexicana y prepar¨® todo el ritual necesario para grabar un nuevo disco, ¡°un disco flamenco¡±, y revisar la m¨²sica que le hab¨ªa mandado su amigo John McLaughlin. El toque de queda comenzaba al d¨ªa siguiente. Hasta entonces pod¨ªa aprovechar para jugar al f¨²tbol con su hijo Diego en la playa, pero el coraz¨®n le jug¨® una mala pasada.
¡°Fue una pesadilla. No hab¨ªa vuelo directo a Espa?a hasta pasados tres d¨ªas. El Gobierno no respondi¨®, pod¨ªa habernos mandado un avi¨®n; cada 15 minutos surg¨ªan nuevas opciones, que si el avi¨®n de Julio Iglesias, que si el seguro¡ Al final, fue Luis Cobos quien nos ayud¨®. A m¨ª no me importaba, estaba viviendo los ¨²ltimos momentos de intimidad con ¨¦l. La capilla ardiente en Madrid fue una especie de circo medi¨¢tico, aunque me emocionaron los testimonios de la gente. Ah¨ª conoc¨ª a Casilda Varela [su primera esposa]. El entierro en Algeciras fue m¨¢s espont¨¢neo, pero sent¨ª que me lo arrebataban, que no ten¨ªa un momento para llorar a solas¡±.?
¡®Entre 20 aguas¡¯ se publica el domingo 19 de abril al precio de 9,95 euros en exclusiva con EL PA?S. Y en domingos posteriores se inicia una colecci¨®n con toda la discograf¨ªa de Paco de Luc¨ªa. Especial sobre el guitarrista en elpais.com.
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