Lleg¨® el Holi
CC0 Public Domain
En la India las diferencias sociales est¨¢n muy acentuadas. La gente se divide entre ricos y pobres, hombres y mujeres, heterosexuales y hijras, negros o fair and lovely, urbanitas o campesinos, brahmanes o dalits, universitarios o analfabetos.
Yo soy m¨¢s, t¨² eres menos; esto es m¨ªo, yo mando; yo tengo la raz¨®n y t¨² te callas; yo soy mejor y puedo pisotearte. Vamos, lo de siempre. Cosas de adultos.
Pero una vez al a?o, todos fingen ser iguales y salen a las calles a bailar en un gran teatro de colores donde se levanta el tel¨®n de la miseria.
Comienza la funci¨®n.
Eso representa el Holi: el nacimiento, el resurgir de las cenizas, la victoria del calor sobre el fr¨ªo, una vez m¨¢s el bien venciendo al mal en un c¨ªrculo sin fin. Porque no hay palo sin dos puntas, r¨ªo sin dos orillas ni pobre sin rico.
Esta celebraci¨®n, convertida cada vez m¨¢s en una atracci¨®n internacional, est¨¢ siendo adoptada por numerosos pa¨ªses, en ocasiones organizada por emigrantes indios en el extranjero y otras, por locales atra¨ªdos por su belleza y exotismo.
En Espa?a se celebr¨® en varios puntos que van desde Barcelona, Madrid, M¨¢laga, Tenerifey otros tantos lugares donde habitan grandes comunidades de indios que desean recrear una peque?a India en sus calles, en compa?¨ªa de sus amistades locales, y en una jornada festiva que incluy¨® gastronom¨ªa y danzas tanto espa?olas como hind¨²es.
Igual que los carnavales, la Navidad o los Indianos, todas las celebraciones nacen de la realidad cotidiana, de sucesos dom¨¦sticos, de los ritmos de la naturaleza. Pero luego surgen las historias, las leyendas y los cuentos con que los humanos embellecemos nuestras celebraciones, atizamos el imaginario colectivo y nos entretenemos alrededor del fuego, narrando f¨¢bulas mitol¨®gicas que dan sentido a nuestra vida o sacian nuestra curiosidad. Cuentos con los que damos explicaci¨®n a lo desconocido o con los que pretendemos dar nombre a emociones que no tienen palabras.
Por supuesto, el Holi no es una excepci¨®n y tambi¨¦n hay una historia detr¨¢s de esta celebraci¨®n llena de reyes y dioses, traiciones y amores que despertar¨¢n nuestro inter¨¦s a la vez que pretenden aleccionarnos sobre el peligro de la prepotencia y los males del poder. Joli hace referencia a Jolik¨¢, la malvada hermana del rey Hiranyakashipu y t¨ªa del pr¨ªncipe Prahlada. Todo comienza cuando el rey Hiranyakashipu, cegado por su megaloman¨ªa, decide convertirse en un Dios para su pueblo y decreta por ley ser adorado en los templos. Lo que menos espera es que su hijo, el pr¨ªncipe Parlada, se niegue a ello y decida seguir adorando a Vishnu. ?sta desobediencia enfurece a su padre que decide castigarlo cruel y ejemplarmente. Pero, a pesar de ello, no logra quebrantar la fe de su hijo. Es por ello que su t¨ªa urde un enga?o para matarlo y le invita a sentarse en una pira junto a ella. Lo que todos desconocen es que ella lleva puesto un manto ign¨ªfugo que la protege de las llamas. Pero en el momento en que el pr¨ªncipe Parlada se sienta sobre la hoguera, el manto cambia de due?o arrastrado por el viento y acaba protegiendo al pr¨ªncipe en lugar de a su t¨ªa Jolik¨¢, que muere abrasada por el fuego. Llegado este punto de la historia, se hace hincapi¨¦ en los peligros de la herej¨ªa, puesto que el dios Vishnu, aquel al que adoraba el pr¨ªncipe, aparece justo en ese momento y mata al rey arrogante. Color¨ªn colorado, este Holi ha empezado.
Al igual que San Juan, es el d¨ªa en que nos liberamos de los errores del pasado, olvidamos las rencillas y perdonamos las ofensas para reencontrarnos con viejos amigos y familiares de quienes nos separa el orgullo o el equ¨ªvoco. La gente paga sus deudas y otros las perdonan. El amanecer trae un nuevo pretexto para ser feliz.
La noche antes de Holi se prenden las hogueras en una ceremonia conocida como Holika Dahan o ¡°Peque?a Holi¡±. La gente se re¨²ne alrededor de las fogatas para cantar y bailar hasta altas horas. Cuando despiertan al d¨ªa siguiente el cielo est¨¢ te?ido de luz, incluso el sol parece brillar con mayor viveza, es Holi. Ni?os y j¨®venes, todos vestidos de blanco,se roc¨ªan en las calles con soluciones de colores o gulaal, elaboradas a base de especias naturales, mientras que los ancianos tienden a tiznarse las mejillas con polvos de color, y todas las calles y rincones de los pueblos parecen re¨ªr y celebrar la ma?ana. Las casas se llenan de m¨²sica y baile. Los invitados son primero burlados con globos de colores para luego convidarlos conmanjares t¨ªpicos de la festividad: los gujjia, empanadas de frutos secos.Despu¨¦s de jugar durante horas, la gente se ba?a y engalan¨¢ndose con sus mejores prendas, visitan a amigos y familiares. Eso s¨ª, no todo es luz y color, las autoridades recomiendan a las mujeres no movilizarse solas porque pueden ser v¨ªctimas de agresiones sexuales.
En Espa?a, como es tradici¨®n, el barrio multicultural de Lavapi¨¦s acogi¨® este a?o la celebraci¨®n entre el 5 y el 7 de marzo, en Sabadell tuvo lugar el 15 de marzo y estuvo orientada a recaudar fondos para diversas ONG?s. En Benalm¨¢dena se celebr¨® junto al Parque de la Paloma y en Tenerife, como es habitual, la celebraci¨®n tuvo lugar en Adeje.
La celebraci¨®n del Holi en Espa?a es una clara muestra de que actualmente vivimos en un mundo globalizado, donde por fortuna crece el mestizaje cultural. Porquelo ¨²nico que separa a hombres iguales son meras l¨ªneas en papel, algunos prejuicios y muchos adoctrinamientos. La carcajada resuena igual en todas las razas, cierran los p¨¢rpados de igual forma para dormir, de norte a sur caminan sobre sus dos piernas, y todos pesta?ean, comen, y suspiran ante el recuerdo de lo que no ha de volver a ser, se sientan y conversan con misma intimidad, contemplan el sol y los mismos rayos que los ba?an a ellos, nos perfilan a nosotros a miles de kil¨®metros. El agua con que otros se ba?an se escancia en nuestros vasos, sus victorias y derrotas contagian nuestra esperanza. Sentimos con misma diferencia y, aunque cortemos las flores, la primavera llega por igual a todos; el zumbar de los odonatos, los frutos, y con ello el Holi y los colores de la vida que compartimos en esta mota suspendida en el universo.
Se cierra el tel¨®n.
Al d¨ªa siguiente ricos y pobres volver¨¢n a ponerse las m¨¢scaras. El tablero volver¨¢ a dividirse en blanco y negro. Unos tendr¨¢n que mendigar ante otros, ser aplastados por el molino del poder, servir de pelda?os para el ascenso de unos pocos y el ejemplo de muchos. Es el teatro de la vida, el vicio del hombre: el rey y el pe¨®n solo vuelven a la misma caja cuando termina el juego.
Un bangui limpiar¨¢ al amanecer los colores garabateados de las aceras, y de nuevo el mismo gris y cenizo de siempre. Afortunadamente siempre nos quedar¨¢ el Holi del pr¨®ximo a?o.
Hay igualdades que son simplemente aleg¨®ricas.
Fin de la funci¨®n.
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