Balada pop de los ochenta, una apolog¨ªa
Quiero canciones de esas que se aprenden de memoria todos los miembros de una familia y no cantantes con letras recicladas
Si pensar que lo pasado es mejor es signo de vejez, yo soy una abuela chocha. Si es cierto que la nostalgia todo lo embellece, tambi¨¦n lo es que el pop latinoamericano actual, excepto algunas excepciones que tiran m¨¢s hacia lo alternativo, lleva varias d¨¦cadas de capa ca¨ªda. Esto no es una rabieta rockera, ni el ansia de letras comprometidas de un fan del g¨¦nero urbano. Lo m¨ªo es sencillo, quiero pop, pop del bueno, fr¨ªvolo y fren¨¦tico, po¨¦tico, dram¨¢tico, excesivo, quiero canciones de esas que se aprenden de memoria todos los miembros de una familia, ic¨®nicas e inmortales.
En el M¨¦xico de los ochenta este tipo de fen¨®meno parec¨ªa salir de debajo de las piedras. Esta racha la inaugura Emmanuel en 1980 con su disco ?ntimamente, del que no qued¨® ni una canci¨®n sin convertirse en un himno rom¨¢ntico internacional. En 1983 Jos¨¦ Jos¨¦ sacaba Secretos, otra paila de ¨¦xitos para halarse las gre?as. Y en 1984 Juan Gabriel romp¨ªa r¨¦cords de ventas y de tolerancia para con el amaneramiento con su balada ¨¦pica Querida. Las dos primeras producciones comparten la pluma magistral del compositor espa?ol Manuel Alejandro, a quien le debo una apolog¨ªa de varios vol¨²menes aparte y quien es responsable de la educaci¨®n sentimental de la generaci¨®n X iberoamericana. Juan Gabriel por su parte es un campe¨®n del espect¨¢culo, de la canci¨®n cantada y vivida, sin quitarle m¨¦rito al dramatismo y personalidad de casi todos los baladistas de su ¨¦poca.
Frente a estos monstruos que se permit¨ªan libertades est¨¦ticas muy particulares y originales, los cantantes populares en espa?ol de hoy parecen concursantes de un reality show de talento sin fin, con letras recicladas y predecibles y looks de Gap, Zara y H&M.
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