¡°Cosas que ¡®le¡¯ importan a veinticinco¡±
La gram¨¢tica de la Academia desaconseja el uso que hizo Rajoy del pronombre inmovilizado
Mariano Rajoy anim¨® el martes a sus compa?eros de partido a no enredarse "en cosas que le importan a veinticinco¡±. Y con ese le en singular se han reproducido tales declaraciones en unos medios, mientras que otros lo han cambiado al plural o lo han suprimido. ?Cu¨¢l es la forma correcta?
El eminente gram¨¢tico Emilio Alarcos llam¨® a esta construcci¨®n en singular ¡°el le inmovilizado¡±, pues el pobre parece estar sujeto por un cors¨¦ que le impide mudarse al n¨²mero plural como har¨ªan otros de sus colegas. Es un le sujeto... sin ser sujeto.
Una noticia de este peri¨®dico se titulaba as¨ª, en la secci¨®n Madrid, el lunes d¨ªa 10 de noviembre: ¡°Inhabilitado un polic¨ªa por quitarle multas a sus amigos¡±. Y un subt¨ªtulo del d¨ªa anterior dec¨ªa: ¡°Le corresponde a los j¨®venes tomar el testigo¡±.
Adem¨¢s, se produce en esas oraciones una duplicaci¨®n del complemento: por un lado, les; y por otro, ¡°a sus amigos¡± o ¡°a los j¨®venes¡±. La gram¨¢tica permite tal reiteraci¨®n, que a veces es enf¨¢tica (¡°d¨ªmelo a m¨ª¡±) y otras hasta obligada (¡°a Abundio le duele el pie¡±, pues no dir¨ªamos ¡°a Abundio duele el pie¡±). Pero con frecuencia la frase se entiende igual sin le o les, como en esos dos casos citados: ¡°Inhabilitado un polic¨ªa por quitar [les] multas a sus amigos¡±; ¡°[les] corresponde a los j¨®venes¡±. Y puesto que en el periodismo se tiende a la brevedad, en ambas ocasiones pod¨ªa haberse suprimido sin problema tan amable pronombre.
Anta?o habr¨ªa resultado rara esa construcci¨®n en un gallego como el presidente. Pero este uso se va extendiendo ya por toda Espa?a
La Nueva gram¨¢tica de la lengua espa?ola, publicada en 2010, condena la inmovilizaci¨®n a la que sometieron Rajoy y los editores de esos titulares de EL PA?S al pronombre le, igual que lo censuraban otras obras acad¨¦micas anteriores (como el Diccionario Panhisp¨¢nico de Dudas, de 2005). Y escribimos aqu¨ª los verbos ¡°condenar¡± y ¡°censurar¡± con exageraci¨®n, pues la Academia suele mostrarse cuidadosa en sus juicios. As¨ª, se?ala que estos usos le parecen ¡°normativamente desaconsejables¡±, por lo cual, ¡°en el uso esmerado¡± o ¡°en los registros formales¡±, ¡°se recomienda mantener la concordancia de n¨²mero entre el pronombre dativo y el grupo nominal o el pronombre t¨®nico al que se refiere¡±.
El ejemplo que la Academia nos muestra a rengl¨®n seguido refleja muy bien el caso: debemos escribir ¡°les dije la verdad a los polic¨ªas¡± y no ¡°le dije la verdad a los polic¨ªas¡± (p¨¢gina 2.664 de la Nueva gram¨¢tica). Pero vale la pena andarse con tiento, en efecto, a la hora de criticar determinados usos. Porque el le inmovilizado se puede hallar en las p¨¢ginas de Garc¨ªa M¨¢rquez (¡°mientras le afeitaba el pescuezo a los gallos¡±; Cien a?os de soledad), de Benedetti (¡°me compra manises para que le d¨¦ a los monos¡±; Primavera) o Cela (¡°eso le pasa a todos¡±; San Camilo).
Uno puede imaginar que tal discordancia gramatical del le inmovilizado no les son¨® mal a los mencionados maestros de la palabra porque en sus respectivos entornos se empleaba con frecuencia, y eso les acomod¨® el o¨ªdo. Y tal vez nadie les advirti¨® de que esa relaci¨®n sint¨¢ctica pod¨ªa rechinar a muchos de sus alejados lectores.
De hecho, hoy en d¨ªa se ve tambi¨¦n a menudo en textos de periodistas andaluces y latinoamericanos. (Muchos rasgos del espa?ol de Am¨¦rica se comparten desde antiguo con el de Andaluc¨ªa; y esta supresi¨®n de la ese escrita pudo verse influida en su origen por la fon¨¦tica del sur espa?ol). Anta?o habr¨ªa resultado rara esa construcci¨®n en un gallego como Rajoy, de la que se habr¨ªa deducido un autor andaluz del texto que ley¨®. Pero este uso se va extendiendo ya por toda Espa?a.
Los ejemplos de los escritores citados nos muestran adem¨¢s que cualquier hablante culto puede incurrir en discordancias desaconsejadas por la Academia. Y eso no arruina el gran valor de aquellas obras.
Por tanto, hace bien la docta casa en mostrarse tolerante con lo que antes se denominaron empleos ¡°err¨®neos¡± y ahora se llaman usos ¡°normativamente desaconsejables¡±. Lo importante cuando se habla del idioma no es tener raz¨®n, sino tener debate: reflexionar, preguntarse. Cuanta m¨¢s gimnasia hagamos sobre el lenguaje, m¨¢s dif¨ªcil ser¨¢ que nos manipulen con ¨¦l.
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