"Cuando me llaman 'glamouroso' en una fiesta de pijos se me revuelve el est¨®mago"
Hablamos con Boris Izaguirre de 'best-sellers', esp¨ªas, chavismo, las bondades de redise?ar la propia apariencia y el desencuentro entre Rosa D¨ªez y Albert Rivera
Boris Izaguirre (Caracas, 1965) nos recibe en su despacho, el lugar en el que escribe de nueve a cinco y de lunes a viernes el poco tiempo que ¨²ltimamente pasa en Madrid. Su f¨¦rrea disciplina es una de las facetas que m¨¢s sorprenden a quienes solo conocen su bis medi¨¢tica. Tambi¨¦n chocan sus ramalazos de discreci¨®n y su sentido del pudor. Esta habitaci¨®n de r¨¢fagas fluorescentes es la ¨²nica estancia de su amplio apartamento que permite fotografiar. ¡°El resto s¨®lo lo mostraremos si ?Hola! nos hace una buena oferta¡±, ironiza Rub¨¦n Nogueira, su marido desde hace nueve a?os y pareja desde hace 23. Ambos comparten una complicidad a prueba de balas que el escritor resuelve enigm¨¢ticamente: ¡°Yo trabajo para mi pareja. Mi pareja trabaja para m¨ª. Pero no trabajamos como pareja. Ese es nuestro secreto¡±. Quienes los conocen saben, sin embargo, que en esta casa todo se somete a debate, incuidos los temas que Boris trata en su columna semanal para EL PA?S. De sus m¨²ltiples tribunas, quiz¨¢ la que mejor ejemplifica esa mezcla tan suya de pol¨ªtica, cr¨®nica social, sentido del espect¨¢culo, orgullo de lo popular, acceso a las ¨¦lites intelectuales y simpat¨ªa casi involuntaria que le ha convertido en la ¨²nica persona a la que podr¨ªas invitar a cualquier mesa de Nochebuena de este pa¨ªs sin temor al fracaso. Es su sello, aquel al que debe su ubicuidad medi¨¢tica, bien sea para comentar Gran hermano o practicar el otro pasatiempo nacional, hablar de Podemos. ¡°La televisi¨®n es porosa. ?Siempre mejora! Y alimenta nuestra memoria¡±, sonr¨ªe. Adem¨¢s, est¨¢n el carisma y ese indeclinable halo de glamour que, como la sinton¨ªa estilo Henry Mancini que le precede cada vez que pisa un plat¨®, le persigue hasta cuando trata de ponerse serio. Antes de viajar a Miami, donde rueda con ¨¦xito un talent show, hablamos de su ¨²ltima libro, Un jard¨ªn al norte (Planeta). En ¨¦l novela las andanzas de Rosalind Fox, la esp¨ªa brit¨¢nica que vivi¨® una relaci¨®n ad¨²ltera con Juan Luis Beigbeder, ministro de asuntos exteriores del primer Gobierno de Franco. ¡°?Sabe qu¨¦ me dijo Rub¨¦n? ¡®Vaya, por fin escribes algo interesante¡±.
Me he inventado una manera de ser con la que no nac¨ª. Es una mentira que fascina
De su libro se trasluce que la infidelidad y el ego¨ªsmo son los motores de la modernidad.
Como dir¨ªa Preysler, ?no le quepa la menor duda! En sus tiempos, Rosalind y Beigbeder fueron unos valientes porque se pusieron a la sociedad por montera. Y eso que pod¨ªan ir presos por adulterio. En el siglo XXI casi no hay peor crimen que la infidelidad, y casi todas las parejas miden su ¨¦xito como tal bas¨¢ndose en su capacidad para esquivarla. Yo pienso que nuestros padres y abuelos fueron mucho m¨¢s osados que nosotros en todo porque no ten¨ªan nada o casi ninguna de las comodidades que nosotros disfrutamos diariamente. Adem¨¢s, las guerras y entreguerras del siglo XX crearon un clima de experimentaci¨®n sexual y sentimental que no hemos conseguido superar. Estoy convencido que Rosalind fue testigo y parte de toda esa revoluci¨®n sentimental.
Ella era muy de derechas, pero a partir de su retrato es f¨¢cil imagin¨¢rsela d¨¦cadas despu¨¦s divirti¨¦ndose con la izquierda caviar. ?Cu¨¢nto hay de su cosecha all¨ª?
Es mi licencia, ?y la he ejercido! Por supuesto, de haber sucedido ahora, creo que su anticomunismo habr¨ªa sido fascinante para la gauche divine. Pero en su tiempo no fue as¨ª. Hemos tardado mucho en descubrirla precisamente por su vinculaci¨®n franquista. ?Incluso para m¨ª ese fue el obst¨¢culo principal para quererla! Se me ocurri¨® que no hay una cosa que la derecha aprecie m¨¢s que la sensaci¨®n de buena educaci¨®n. Y yo s¨¦ crear esa sensaci¨®n. As¨ª que pens¨¦ que una buena performance de good manners me la ganar¨ªa. Y as¨ª empez¨® el juego de espejos entre los dos.
?Qu¨¦ opinar¨ªa ella de todo el glamour y el melodrama que ha a?adido a su biograf¨ªa?
?Le parecer¨ªa una mariconada, estoy seguro! Pero al final del d¨ªa le agradar¨ªa. Eso s¨ª, me corregir¨ªa en que es muy dif¨ªcil que una pelirroja como ella fuera glamourosa y deseable porque en su generaci¨®n eso era imposible de aceptar. La gente no estaba tan preparada para aceptar el technicolor en las pieles reales. El glamour le molestar¨ªa, como a cualquier persona con un sentido serio de s¨ª misma, pero el melodrama le habr¨ªa encantado, porque es la prueba de que una vida no es quieta ni aburrida. Ella no naci¨® pobre, pero tampoco rica, y vio desde muy ni?a la importancia de aparentar antes que dejar que tu ser fastidie lo que puedes conseguir en tu vida a trav¨¦s de una sabia mezcla de aspecto y apariencia. ?Es un buen principio para una novela!
?Usted tambi¨¦n ha tenido que trabajarse la apariencia?
Yo me he inventado una manera de caminar, de hablar, de mirar y de vestirme con la que no nac¨ª. Y creo que es una mentira que fascina, que siempre seduce y que al mismo tiempo est¨¢ compuesta de cosas que he robado a otras personalidades maestras en la elaboraci¨®n de su apariencia y de su aspecto.
Es el primer libro que escribe en el que usted no aparece ni indirectamente. ?Su vida ha dejado de inspirarle?
?No, no, no! ?Escribir Un jard¨ªn al norte me hizo experimentar mucho con mi propia vida! Entrar en la vida de otro me hizo m¨¢s actor, y decid¨ª convertir mi d¨ªa a d¨ªa en un laboratorio emocional importante. Explor¨¦ territorios francamente peligrosos, tom¨¦ muchos riesgos. Me apart¨¦ de mi zona de confort, abandon¨¦ un poco mi colaboraci¨®n con varios medios, agit¨¦ mis poquitas armas de seducci¨®n para conseguir informaci¨®n sobre determinados temas que acabamos de mencionar y eran vitales para la novela. Tens¨¦ un poquito las cuerdas, hice da?o y me hice da?o, ?pero al final consegu¨ª un best-seller! Mi carrera lo necesitaba y la ¨²nica manera de lograrlo era acerc¨¢ndome a todos los peligros posibles.
?Qu¨¦ peligros son esos?
Pude haber explorado demasiado en arenas movedizas con nombres de var¨®n. Pero, como Rosalind Fox, ?supe esquivar el peligro en el ¨²ltimo momento!
Las guerras y entreguerras del siglo XX crearon un clima de experimentaci¨®n sexual y sentimental que no hemos conseguido superar
?Estar a punto de cumplir los cincuenta tuvo algo que ver?
?Me intriga cumplirlos! A veces siento que soy uno de los primeros gais notorios que cumple esa edad. Y eso me hace pensar que tengo la responsabilidad de crear cierto manual de estilo para mi generaci¨®n. ?No me gustar¨ªa decepcionar! Pero tampoco me gustar¨ªa volverme convencional, aunque ese sea el tipo de ropa que mejor me sienta. No tengo hoja de ruta porque nunca la tuve. Y por primera vez pienso que deber¨ªa sentarme un momento y dibujar una. Aunque luego no me gustar¨¢. Jam¨¢s me he llevado bien con la trascendencia.
?Cu¨¢l es el clich¨¦ sobre s¨ª mismo que m¨¢s aborrece?
Me gusta cuando en la calle los recogedores de la basura me gritan ¡°guapo¡± o ¡°viva tu glamour¡± porque es genial, ?es inaudito!, pero cuando me lo dicen en una fiesta de pijos se me revuelve el estomago.
?Teme que su ubicuidad le impida estar a su propia altura?
?Al contrario! ?Me hace ser cada d¨ªa m¨¢s gigante! Mi padre escrib¨ªa para El Nacional, llevaba un programa de radio, presentaba un programa de televisi¨®n y dirig¨ªa la Cinemateca Nacional en Venezuela. Y siempre ten¨ªa tiempo para escucharme. ?Yo he hecho m¨¢s o menos lo mismo sin ser padre!
D¨ªgame algo bueno y algo malo del chavismo que haya pasado desapercibido para la mayor¨ªa de espa?oles.
Puso a Venezuela en el mapa y sobre todo insufl¨® de patriotismo a los que han crecido en su tiempo. Es dif¨ªcil de entender, pero mi generaci¨®n, o una amplia parte de ella, creci¨® sintiendo poqu¨ªsimo apego a la idea de patria. Cre¨ªamos que Venezuela no era un pa¨ªs sino un clima del que conven¨ªa alejarse lo antes posible. Y lo malo del chavismo es que ha sido tan incapaz de retribuir y ahorrar las ganancias del petr¨®leo como sus antecesores. Los venezolanos triunfamos m¨¢s en el glamour que en la matem¨¢tica. O el ahorro y la distribuci¨®n.
?Est¨¢n sus compatriotas enterados de su relevancia medi¨¢tica en Espa?a?
?Llevo 23 a?os viviendo y viajando como espa?ol! ?Tengo compatriotas en los dos lados del Atl¨¢ntico! Siempre me pareci¨® que era demasiado inteligente para ser solo de un pa¨ªs. ?Prefiero ser de tres al menos!
?Qu¨¦ le parece que en la contienda electoral se utilice la adhesi¨®n al gobierno de Venezuela como arma arrojadiza?
?Sabe?, a m¨ª lo que me interesa es que el bipartidismo haya entrado en crisis. Se ha burlado de nosotros, nos ha utilizado, y est¨¢ bien que el precio de la corrupci¨®n sea que pierda cuota de poder. Solo por eso, por evitar m¨¢s mayor¨ªas absolutas, celebro la aparici¨®n de otras alternativas. ?Ya en los ochenta el PSOE se distanci¨® de todo el lenguaje marxista para obtener el triunfo electoral! Imagino que lo mismo podr¨ªa suceder ahora.
Siento que soy uno de los primeros gais notorios que cumple los cincuenta. Y eso me hace pensar que tengo la responsabilidad de crear cierto manual de estilo para mi generaci¨®n
?C¨®mo ser¨ªa La Moncloa con Tania y Pablo?
Un volver a empezar. ?Como la primera temporada de Carmen y Felipe!
?Qu¨¦ le parece que en la revoluci¨®n Tspiras no quepan ni ministras ni corbatas?
Lo de las corbatas me hace pensar que ejercitan el cuello casi tanto como los b¨ªceps. Y lo de las ministras me parece grave. ?No entiendo el mundo sin compa?¨ªa femenina! Me parece reducido, poco interesante. Por m¨¢s que se la tengan jurada a Merkel. ?Deber¨ªan recordar que su historia est¨¢ plagada de mujeres maravillosas, de Helena de Troya a Maria Callas!
?Hay soluci¨®n entre Albert Rivera y Rosa D¨ªez?
Es una pena que no sean como El graduado, ?no le parece? Una l¨¢stima que ella haya desaprovechado una oportunidad de ser una nueva Mrs. Robinson.
?Ha conocido alguna vez a un verdadero genio?
He conocido a mentes geniales, pero son muy modestas y prefieren que nadie lo sepa. Casualmente, las dos nacieron en ciudades que empiezan por M.
?A qui¨¦n le gustar¨ªa que le sentaran al lado en una cena?
?A Yanis Varoufakis!
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