El poder de la blasfemia
Ayaan Hirsi Ali prosigue su campa?a contra el fanatismo y la estupidez que envilecen nuestro tiempo y lo llenan de cad¨¢veres, convencida de que la sensatez y la raz¨®n terminar¨¢n por imponerse
Es poco menos que un milagro que Ayaan Hirsi Ali, una de las hero¨ªnas de nuestro tiempo, est¨¦ todav¨ªa viva. Los fan¨¢ticos islamistas han querido acabar con ella y no lo han conseguido, y no es imposible que lo sigan intentando, pues se trata de uno de los m¨¢s articulados, influyentes y valerosos adversarios que tienen en el mundo. Acaso tanto como sus ideas y su coraje, sea su ejemplo lo que atiza el odio contra ella de los militantes de Al Qaeda, el Estado Isl¨¢mico y dem¨¢s sectas fundamentalistas del Pr¨®ximo Oriente y del ?frica. Porque Ayaan Hirsi Ali es una demostraci¨®n viviente de que, no importa cu¨¢n estrictos sean el adoctrinamiento y la opresi¨®n que se ejerza sobre un ser humano, el esp¨ªritu rebelde y libertario siempre es capaz de romper las barreras que se empe?an en sojuzgarlo.
Hirsi Ali naci¨® en Somalia, en una familia conservadora, padeci¨® la mutilaci¨®n genital en la pubertad, y fue educada en Arabia Saud¨ª y en Kenia dentro de la m¨¢s severa observancia musulmana: llev¨® el hiyab, celebr¨® la fatua que condenaba a muerte a Salman Rushdie, pero, cuando sus padres quisieron casarla con un lejano pariente en contra de su voluntad, se atrevi¨® a huir y pidi¨® asilo en Holanda. All¨ª aprendi¨® el holand¨¦s, lleg¨® a ser diputada por el partido liberal, y desde entonces comenz¨® una campa?a, en la que no ha cesado hasta ahora, contra todo lo que hay de violento, intolerante y discriminatorio hacia la mujer en el islam. En sus tres primeros libros se serv¨ªa mucho de su propia autobiograf¨ªa para mostrar los extremos de crueldad y ceguera a que pod¨ªa conducir el fanatismo musulm¨¢n y a explicar las razones de su apostas¨ªa y ruptura con la religi¨®n de su familia.
Otros art¨ªculos del autor
En el que acaba de publicar en Estados Unidos, Heretic. Why Islam Needs a Reformation Now (que ser¨¢ editado en Espa?a por Galaxia Gutenberg con el t¨ªtulo de Reformemos el islam), critica, con su franqueza habitual, a los Gobiernos occidentales que, para no apartarse de la correcci¨®n pol¨ªtica, se empe?an en afirmar que el terrorismo de organizaciones como Al Qaeda y el Estado Isl¨¢mico es ajeno a la religi¨®n musulmana, una deformaci¨®n aberrante de sus ense?anzas y principios, algo que, afirma ella, es rigurosamente falso. Su libro sostiene, por el contrario, que el origen de la violencia que aquellas organizaciones practican tiene su ra¨ªz en la propia religi¨®n y que, por ello, la ¨²nica manera eficaz de combatirla es mediante una reforma radical de todos aquellos aspectos de la fe musulmana incompatibles con la modernidad, la democracia y los derechos humanos.
Esta transformaci¨®n, que Hirsi Ali compara con lo que significaron para el cristianismo las cr¨ªticas de Voltaire y la reforma de Lutero, consistir¨ªa en modificar cinco conceptos que, a su juicio, mantienen al islam detenido en el siglo s¨¦ptimo: 1) la creencia de que el Cor¨¢n expresa la inmutable palabra de Dios y la infalibilidad de Mahoma, su vocero; 2) la prelaci¨®n que concede el islam a la otra vida sobre la de aqu¨ª y ahora; 3) la convicci¨®n de que la shar¨ªa constituye un sistema legal que debe gobernar la vida espiritual y material de la sociedad; 4) la obligaci¨®n del musulm¨¢n com¨²n y corriente de exigir lo justo y prohibir lo que considera errado, y 5) la idea de la yihad o guerra santa. A quienes se preguntan qu¨¦ quedar¨ªa del islam si ¨¦ste renunciara a esos cinco pilares de su fe, Hirsi Ali responde que el cristianismo, antes de la reforma protestante, no era menos sectario, intolerante y brutal, y que s¨®lo a partir de esta escisi¨®n la religi¨®n cristiana inici¨® el proceso que la llevar¨ªa a separarse del Estado y a la coexistencia pac¨ªfica con otras creencias, gracias a lo cual prosperaron las libertades y los derechos civiles en el mundo occidental.
El origen de la violencia que practican los yihadistas tiene su ra¨ªz en la propia religi¨®n, el islam
M¨¢s todav¨ªa, en los ¨²ltimos cap¨ªtulos de su libro, Hirsi Ali ofrece un detallado registro de reformadores ¡ªcl¨¦rigos, profesores, intelectuales, pol¨ªticos, periodistas¡ª que, tanto dentro como fuera de los pa¨ªses musulmanes, seg¨²n ella, han puesto ya en marcha esa reforma. Ella contar¨ªa con la callada solidaridad de gran n¨²mero de creyentes ¡ªentre ellos, much¨ªsimas mujeres¡ª conscientes de que s¨®lo gracias a esa puesta al d¨ªa de su religi¨®n, podr¨ªan sus pa¨ªses abrazar la modernidad y salir del atraso medieval que significa, en pleno siglo XXI, seguir lapidando a las ad¨²lteras, cortando las manos a los ladrones, decapitando a los imp¨ªos y ap¨®statas y considerando que, ante la ley, el testimonio de una mujer vale s¨®lo la mitad que el de un hombre. Con mucha raz¨®n, Hirsi Ali exhorta a los Gobiernos y a las dirigencias pol¨ªticas de los pa¨ªses democr¨¢ticos a dar su apoyo a quienes, arriesgando sus vidas, libran esa dif¨ªcil batalla religiosa y cultural, en vez de, por razones de Estado, amparar a reg¨ªmenes desp¨®ticos como el de Arabia Saud¨ª donde perviven aquellos horrores, y otros no menos atroces, como los llamados cr¨ªmenes de honor: el padre o los hermanos que asesinan a la mujer violada pues esta violaci¨®n ¡°deshonr¨®¡± a la familia de la v¨ªctima.
Nada me gustar¨ªa m¨¢s que creer, como dice Hirsi Ali, que esta reforma ya ha comenzado y que, en todos los pa¨ªses musulmanes, esa espesa tiniebla religiosa que envuelve en ellos la vida ha empezado a disiparse. Lo que me hace dudar son los ejemplos contrarios ¡ªla agravaci¨®n del fanatismo y el atractivo irresistible que para tantos adolescentes y hasta ni?os ejercen las organizaciones terroristas¡ª de los que da cuenta su libro. Son tan numerosos y est¨¢n descritos con tanta precisi¨®n que la impresi¨®n que uno saca de esas p¨¢ginas es m¨¢s bien la opuesta. Es decir, que en vez de un proceso de liberaci¨®n muchos de esos pa¨ªses, como demuestra el fracaso de la llamada primavera ¨¢rabe, en vez de acercarse a la modernidad sacudi¨¦ndose de anacr¨®nicas y sangrientas creencias, son ¨¦stas m¨¢s bien las que parecen renacer, robustecerse e infectar a buena parte de la sociedad. Ella misma cuenta c¨®mo, con la excepci¨®n de T¨²nez ¡ªdonde el proceso de laicizaci¨®n parece haber prendido de veras¡ª, en ciudades como Bagdad, donde hace 20 y 30 a?os retroced¨ªa el velo y muchas mujeres mostraban los cabellos y se vest¨ªan a la manera occidental, ahora es muy raro ver a alguna que no lleve el hiyab.
El cristianismo, antes de la reforma protestante, tambi¨¦n era sectario, intolerante y brutal
El caso de la propia Hirsi Ali es tambi¨¦n muy elocuente. Cuando en ?msterdam el cineasta Theo van Gogh fue asesinado en 2004, el asesino, Mohammed Bouyeri, clav¨® en el pecho de su v¨ªctima una carta a Hirsi Ali advirti¨¦ndole que ella ser¨ªa la pr¨®xima asesinada por traicionar al islam. En vez de solidaridad, ella se vio amenazada por la ministra de Inmigraci¨®n de Holanda, una se?ora de mand¨ªbula cuadrada llamada Rita Verdonk, de perder la nacionalidad holandesa y sus vecinos le pidieron que abandonara el piso donde viv¨ªa, pues los pon¨ªa en peligro de padecer un atentado. Ahora mismo, en Estados Unidos, donde vive, es objeto de cr¨ªticas muy duras de supuestos ¡°liberales¡± que la acusan de ¡°islam¨®foba¡± y, en el seminario que dicta en la Universidad de Harvard, no es raro que se inscriban alumnos y alumnas que lo hacen s¨®lo para poder insultarla. Debe, por eso, vivir permanentemente protegida.
Lo extraordinario es que nada de eso parece hacerle mella. Ayaan Hirsi Ali, a juzgar por este cuarto libro, prosigue, vacunada contra el desaliento, ejerciendo lo que llama ¡°el poder de la blasfemia¡±, su campa?a contra el fanatismo y la estupidez que envilecen nuestro tiempo y lo llenan de cad¨¢veres, convencida de que la sensatez y la raz¨®n terminar¨¢n por imponerse a la irracionalidad y el esp¨ªritu de la tribu. Dos veces en mi vida he tenido ocasi¨®n de o¨ªrla hablar. La primera en Holanda y, la segunda, varios a?os despu¨¦s, en Washington. En ambos casos la o¨ª exponer sus tesis con una solvencia intelectual de gran empaque y, a la vez, con una suavidad y una elegancia que daban todav¨ªa m¨¢s fuerza persuasiva a aquello que dec¨ªa. Y, en ambos, pens¨¦ lo mismo: qu¨¦ extraordinario que sea una somal¨ª, educada en Arabia Saud¨ª y en Kenia, capaz de romper con el oscurantismo y la barbarie que quisieron imponerle, quien defienda con tanta convicci¨®n y tanto fuego la cultura de la libertad, la mejor contribuci¨®n de Occidente al mundo, ante unos auditorios de occidentales ap¨¢ticos y esc¨¦pticos, que ignoran lo privilegiados que son y el tesoro que poseen, y que tenga que ser Ayaan Hirsi Ali, despu¨¦s de pasar por el infierno, quien venga a record¨¢rselo.
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? Mario Vargas Llosa, 2015
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