?Por qu¨¦ Podemos comienza a no poder?
A medida que pierde fuerza en las encuestas, los dirigentes del nuevo partido se enfrentan a un viejo dilema en las formaciones de izquierda entre las ideas que sosten¨ªan antes de ser conocidos y el pragmatismo
Las encuestas que se vienen publicando en las ¨²ltimas semanas muestran un claro descenso de los apoyos a Podemos. As¨ª, seg¨²n los datos de Metroscopia, tras alcanzar su m¨¢ximo a principios de a?o con un 28,2%, en el ¨²ltimo clima social que public¨® este peri¨®dico se situar¨ªa en el 22,1%. Estar¨ªamos, por lo tanto, ante un descenso de 6 puntos porcentuales. Pero si nos detenemos en los datos brutos de los sondeos, en lo que responde la ciudadan¨ªa de forma espont¨¢nea, la ca¨ªda en la intenci¨®n directa de voto es algo mayor, pasando del 22,2% en noviembre de 2014 al 12,8% que obtuvo la semana pasada en una encuesta interna de Metroscopia.
A este descenso hay que a?adir un segundo elemento novedoso. Seg¨²n este mismo sondeo, la semana pasada Podemos dej¨® de situarse como primera fuerza pol¨ªtica en intenci¨®n directa, algo que ven¨ªa sucediendo desde hace seis meses. Por lo tanto, todo apunta a que Podemos comienza a no poder. La pregunta que surge a continuaci¨®n es: ?qu¨¦ le est¨¢ pasando al partido de Pablo Iglesias?
Desde luego que no hay un ¨²nico factor que puede explicar por completo esta ca¨ªda, sino que est¨¢ siendo un c¨²mulo de circunstancias. La primera de ellas tiene que ver con lo que se ha llamado ¡°vieja pol¨ªtica¡±. En la corta vida de Podemos, algunos de los defectos que se han se?alado como propios de los partidos tradicionales han hecho su aparici¨®n en la formaci¨®n de Iglesias, Errej¨®n y Bescansa. Episodios como el caso Monedero o las luchas internas por el control de la organizaci¨®n nos recuerdan a los problemas que est¨¢n detr¨¢s de la desafecci¨®n hacia el Partido Popular y el Partido Socialista.
Seguramente, el error ha estado en distinguir ¡°vieja pol¨ªtica¡± de ¡°nueva pol¨ªtica¡±, como si un nuevo tiempo en nuestra democracia hiciese desaparecer los ingredientes que son propios del poder. Desde que las sociedades se organizan pol¨ªticamente, elementos como la disputa por el acceso al poder o el uso abusivo de ¨¦ste siempre han estado muy presentes. Esto no significa que estos rasgos del poder sean deseables, sino que hay que conllevarlos. Pero Podemos ha pecado de adanismo en sus planteamientos iniciales, pensando que con ellos todo comenzaba de nuevo y nada iba a quedar de lo que es propio del poder. As¨ª, en el momento que han perdido la inocencia, el desencanto que les aup¨® en los sondeos puede acabar volvi¨¦ndose en su contra y muchos ciudadanos que esperaban ver en este partido algo distinto, pueden estar abandon¨¢ndoles fruto de una cierta decepci¨®n.
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El segundo factor que quiz¨¢s est¨¦ detr¨¢s del descenso de Podemos es el significado de sus apoyos. Dicho de otra forma: la intenci¨®n de votar a esta nueva formaci¨®n pol¨ªtica (y tambi¨¦n a Ciudadanos) es el reflejo de un estado de ¨¢nimo. La gran diferencia de PP y PSOE respecto a C¡¯s y Podemos es que los primeros son partidos pol¨ªticos y los segundos, por ahora, s¨®lo son eso: estados de ¨¢nimo. Desde luego que esta distinci¨®n da cierta ventaja a las nuevas formaciones pol¨ªticas. De hecho, es por ello por lo que han subido como la espuma en las encuestas: porque son el reflejo de un deseo de la ciudadan¨ªa, pero no producto de organizaciones estructuradas e implantadas en los territorios.
Seguramente, el error ha estado en distinguir ¡°vieja pol¨ªtica¡± de ¡°nueva pol¨ªtica¡±
?Y cu¨¢l es el estado de ¨¢nimo de los espa?oles? En la medida que no existen liderazgos s¨®lidos que sean capaces de diagnosticar qu¨¦ nos est¨¢ pasando y qu¨¦ retos tenemos como sociedad, la ciudadan¨ªa se encuentra totalmente desorientada. Y es en esta confusi¨®n donde las intenciones de voto a Podemos y a Ciudadanos se est¨¢n alimentando. Pero hay un segundo rasgo que tambi¨¦n define al estado de ¨¢nimo de los espa?oles: la volatilidad. La velocidad a la que se est¨¢n produciendo los acontecimientos en los ¨²ltimos tiempos est¨¢ provocando que la opini¨®n p¨²blica cambie con mucha celeridad. Por ello, no deber¨ªa extra?arnos que un ascenso a los cielos a gran velocidad pueda verse seguido por un descenso a la tierra con la misma rapidez.
El tercer factor que quiz¨¢s explique la oportunidad que est¨¢ perdiendo Podemos es su proceso de construcci¨®n y reclutamiento de cuadros. Muchas de las asambleas locales y regionales se est¨¢n nutriendo principalmente de antiguos miembros de Izquierda Unida, de Izquierda Anticapitalista, etc¨¦tera... De hecho, los principales dirigentes de Podemos provienen de estas formaciones pol¨ªticas. Esta cuesti¨®n no es balad¨ª, puesto que genera algunos interrogantes relevantes: ?han renunciado a su ideolog¨ªa inicial al cambiar de siglas? O, ?siguen defendiendo postulados m¨¢s propios de la extrema izquierda de la que provienen?
Su respuesta a estas dudas ha sido cambiar el terreno de juego, diciendo que lo importante ahora no es ser de izquierdas o de derechas, sino que estamos ante la defensa del pueblo frente a la casta. As¨ª, han construido un discurso que huye de los ejes de competici¨®n pol¨ªtica e ideol¨®gica m¨¢s tradicionales, situando el campo de juego en otro escenario. Pero lo cierto es que, a pesar de sus esfuerzos, la ciudadan¨ªa los identifica con un partido situado en la extrema izquierda. En el ¨²ltimo clima social de Metroscopia, en una escala de 0 a 10, siendo 0 extrema izquierda y 10 extrema derecha, los encuestados situaban a Podemos en el 2,2.
En cambio, en ese mismo sondeo la media ideol¨®gica de los espa?oles aparec¨ªa en el 4,7, m¨¢s cerca de posiciones moderadas. De hecho, es en ese espacio ideol¨®gico donde se viene situando la sociedad espa?ola desde el comienzo de la democracia.
Los espa?oles se sit¨²an mayoritariamente en el centro-izquierda, muy lejos de los extremos
Pero no es s¨®lo cuesti¨®n de donde les ven los espa?oles en las encuestas. Las elecciones de Andaluc¨ªa han revelado que, por ahora, el espacio electoral que ocupan es el que ha tenido Izquierda Unida en sus mejores a?os. Si sumamos los votos y los esca?os que obtuvieron Podemos e Izquierda Unida el pasado 22 de marzo, vemos que alcanzan la cifra del 21,7% y 20 diputados. Estas cifras son muy similares a las que obtuvo IU en su mejor momento en las elecciones auton¨®micas de 1994.
En definitiva, el acierto que tuvieron los dirigentes de Podemos en diagnosticar qu¨¦ le estaba pasando a la sociedad espa?ola durante esta crisis, se est¨¢ viendo contrarrestado por factores que impiden el aprovechamiento de esta ventana de oportunidad. Seguramente, de los tres factores que aqu¨ª se se?alan, el m¨¢s relevante es la ausencia de un proyecto pol¨ªtico compartido por la mayor¨ªa de la ciudadan¨ªa.
Como los sondeos vienen mostrando en los ¨²ltimos 35 a?os, los espa?oles se sit¨²an mayoritariamente en el centro-izquierda y muy lejos de las posiciones extremas. Adem¨¢s, fruto de esta moderaci¨®n, los datos de opini¨®n p¨²blica muestran que la ciudadan¨ªa no desea una ruptura total con el pasado, sino que esperan que nuestros problemas como pa¨ªs sean solucionados. Ello implica reformas profundas, pero no enviar al ba¨²l del olvido la mejor etapa de nuestra historia.
Pero asumir estos postulados implicar¨ªa que los principales dirigentes de Podemos abandonan las ideas que vienen sosteniendo antes de ser conocidos por el conjunto de los espa?oles. En el caso que lo hiciesen, estar¨ªan renunciando a sus convicciones en beneficio del pragmatismo electoral y esto podr¨ªa acabar siendo identificado con la ¡°vieja pol¨ªtica¡±. Tome el camino que tome, la formaci¨®n de Pablo Iglesias se va a encontrar en una enorme dificultad. Est¨¢, por lo tanto, ante el eterno dilema al que se ha enfrentado la izquierda. Y es que, en el fondo, casi todo ha sucedido antes.
Ignacio Urquizu es profesor de Sociolog¨ªa en la Universidad Complutense de Madrid y coordina el seminario de an¨¢lisis pol¨ªtico de Metroscopia.
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