Rajoy se lleva un disgusto
El PP se estremece presintiendo que hay nuevas opciones disput¨¢ndole el sitio
Ha sido esta semana muy fruct¨ªfera en cuanto a juegos de palabras se refiere. As¨ª somos los columnistas, a veces volamos alto y otras a ras de suelo. Nos dan un apellido con posibilidades po¨¦ticas y nos volvemos locos. Ha sido la semana del ¡°otro Rato¡±, ¡°?vaya Rato!¡±, ¡°queda un Rato¡±, ¡°la rata de Rato¡±, ¡°tenemos Rato¡±, ¡°dentro de un Rato¡±¡ Confieso que, si no hubiera sido por el empacho de ingenio con el que hemos llegado al domingo, yo misma hubiera titulado la columna de esta manera: ¡°Hay cuerda para Rato¡±. Pero est¨¢ bien que me lo ahorre, el chiste ya est¨¢ sobado. No s¨¦ a qu¨¦ tipo de espa?ol o espa?ola pertenece usted, porque hay dos grupos bien diferenciados: a) los que siempre lo sab¨ªan todo y b) los que a¨²n conservan su capacidad de asombro. Los que siempre lo saben todo piensan de este segundo grupo, en el cual me incluyo, que son, somos, gilipollas. Y, maldita sea, en este caso algo de raz¨®n llevan. Dado que ya va camino de convertirse en una tradici¨®n que los presidentes del Fondo Monetario Internacional sean turbios por asuntos fiscales o, en su defecto, jacarandosos, y teniendo en cuenta que no pod¨ªa ser trigo limpio alguien a quien se le atribuye el milagro econ¨®mico espa?ol (si esto ha sido un milagro, que venga Dios y lo vea), hab¨ªa razones para esperar lo peor. Lo peor nos lo ven¨ªamos oliendo desde hac¨ªa dos a?os, aunque antes de lo peor, de saber c¨®mo hab¨ªan arruinado Bankia, asistimos a lo indignante: los sueldazos que Rato y otros Ratos como ¨¦l se autoasignaban; los responsables de esa ruina, los incapaces de sentir empat¨ªa alguna por un pa¨ªs que se iba empobreciendo. Ya no digamos remordimiento.
Por qu¨¦ quienes gozan de una situaci¨®n boyante y de privilegio defraudan y ponen en peligro su futuro
Razones hubo y ha habido para detestar esa mezcla de soberbia y de impunidad con que las que se abus¨® del poder y se dispuso tramposamente del dinero ajeno, pero, aun con todo, siempre queda un margen para la sorpresa. Y est¨¢ bien que lo haya, porque demuestra un resquicio de fe en el ser humano. Lo que sorprende es la codicia ilimitada, el tener mucho y querer m¨¢s, el trapichear como trapichear¨ªa un pobre desgraciado que se hace un apa?o para robarle la luz al vecino, eso mismo pero con 27 millones de euros. Nos choca porque el dinero se gana para cubrir las necesidades b¨¢sicas; si luego sobra, se usa para satisfacer los caprichos, y si todav¨ªa sobra algo despu¨¦s de pagar a Hacienda, se ahorra. Si una familia de clase media consigue distribuir el dinero que mensualmente entra en la casa en esos tres pasos, es que vive en una situaci¨®n econ¨®mica aceptable, aunque los caprichos y los ahorros sean modestos. Y esto es lo que lleva a preguntarse por qu¨¦ quienes gozan de una situaci¨®n boyante y de privilegio, con compensaciones econ¨®micas no ilegales aunque escandalosas, por qu¨¦ no se conforman con llevar una vida de ricos y atesoran m¨¢s, y defraudan hasta el punto de poner su futuro en riesgo y el de su familia. ?Nunca tienen miedo como tenemos los dem¨¢s? ?O se sienten tan por encima de nosotros que piensan que nadie les pondr¨¢ jam¨¢s la mano en el cogote para meterlos en un coche de polic¨ªa? Eso es lo que me asombra, aunque entiendo tambi¨¦n a quienes razonan que aquellos tipos que se asignaron sueldos y pensiones desorbitados en un pa¨ªs en el que el 30% de la poblaci¨®n se iba quedando atr¨¢s, empobrecido, excluido o fuera de juego, demostraban ya de por s¨ª un comportamiento inmoral del que cab¨ªa esperar cualquier cosa.
De cualquier manera, siempre inquieta el espect¨¢culo del hundimiento de alguien que lo tuvo todo y que lo exhibi¨® tan ostentosamente. Y adem¨¢s, los sonrojantes derivados de esa ca¨ªda: los camaradas que ahora niegan al acusado; la cara de estupor del presidente por si el asunto le estropea sus elecciones o las sorprendentes palabras de Montoro en el Congreso, que, a preguntas de Garz¨®n, ha tenido el valor de afirmar que jam¨¢s ha sacado a relucir nombres propios por asuntos del fisco. No ha hecho falta: la far¨¢ndula, la intelectualidad y los opinadores hemos sentido su aliento en la nuca como una amenaza y no ha existido un presidente que le enmendara su actitud por abusiva e inquietante.
No son Ciudadanos ni Podemos quienes acabar¨¢n con el PP. Es Aguirre, es Barber¨¢, es Montoro, es Trillo...
El Partido Popular se estremece presintiendo que hay nuevas opciones disput¨¢ndole el sitio. Ya no es s¨®lo Podemos, contra quien posee los cl¨¢sicos recursos del orden y la defensa del sistema con los que enfrentarse de manera frontal; ahora la sorpresa ha venido por el cerco de Ciudadanos, que prometen una limpia respetando las instituciones. Y se sienten tan amenazados por perder su espacio que atacan con groser¨ªa y poco juicio, porque no entienden que su derrumbe no ha venido desde fuera sino desde dentro, por esa defensa empecinada de figuras que ya deber¨ªan estar marginadas de la vida p¨²blica. No son Ciudadanos ni Podemos quienes acabar¨¢n con el PP. Es Esperanza Aguirre, es Rita Barber¨¢, es Floriano, es Montoro, son Pujalte o Trillo, cada uno a su estilo ha abusado de su condici¨®n o ha arropado escandalosamente a quien abusaba. Y al frente de todos ellos, el propio Rajoy, que dice enterarse de los esc¨¢ndalos que afectan a su partido por el telediario y llevarse, vaya, un enorme disgusto. Dec¨ªan que la corrupci¨®n no hac¨ªa cambiar el voto a los espa?oles. A ver si resulta que en esta ocasi¨®n damos el campanazo.
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