Intolerancia a la tristeza
Quiz¨¢ eso consuele: pensar que el desastre pudo evitarse, que no se debi¨® a la mala suerte; que si todo el mundo hubiera cumplido debidamente con su cometido, no habr¨ªa pasado
Casi siempre que se produce una cat¨¢strofe natural o un accidente, sobre todo cuando las v¨ªctimas son numerosas, los deudos forman en seguida una asociaci¨®n que se dedica, m¨¢s que nada, a buscar y se?alar culpables por acci¨®n o por omisi¨®n, por negligencia o falta de previsi¨®n, por no haber sabido adivinar el futuro e impedir el desastre. A eso siguen las denuncias, las demandas y la petici¨®n de indemnizaciones, y raro es hoy el caso en que alguien sin mala intenci¨®n, desolado, no acaba en la c¨¢rcel. Si hay un tsunami, ?c¨®mo es que no se lo detect¨® con antelaci¨®n y se previno a la poblaci¨®n? Lo mismo si es un terremoto, un hurac¨¢n, un tornado, si se derrumba un edificio por un atentado. Si una gran nevada deja intransitable una carretera y centenares de coches se quedan varados, la responsabilidad nunca ser¨¢ de sus imprudentes conductores (avisados del riesgo las m¨¢s de las veces), sino de los meteor¨®logos, o de las autoridades que a punta de pistola no les prohibieron ponerse al volante. Cuando Ingrid Betancourt fue por fin liberada tras su secuestro de a?os a manos de la guerrilla colombiana, decidi¨® demandar al Estado porque sus representantes no le impidieron adentrarse, en su d¨ªa, en una zona peligrosa. Se lo hab¨ªan desaconsejado con vehemencia, pero entonces ella reclam¨® su derecho a moverse con libertad y a hacer lo que le viniera en gana. Al cabo de su largo cautiverio, se quej¨® de que no se la hubiera tratado como a una menor de edad: de que las autoridades no hubieran sido lo bastante contundentes como para torcer su voluntad y cerrarle el paso. Es un ejemplo cabal de la actitud interesada de mucha gente en nuestros tiempos. A Betancourt no le sirvi¨® retractarse al poco y retirar la demanda contra el Estado que la hab¨ªa rescatado. Qued¨® como ventajista y perdi¨® todas las simpat¨ªas que su prolongado sufrimiento le hab¨ªa granjeado.
Tengo la impresi¨®n de que las reacciones furiosas y la b¨²squeda febril de culpables tienen algo que ver con la intolerancia actual a estar s¨®lo tristes
Tras la tragedia del avi¨®n de Germanwings estrellado por el copiloto contra los Alpes, la reacci¨®n dominante ha sido de indignaci¨®n. En primer lugar contra el presunto suicida-asesino, como es l¨®gico y razonable. Pero como ¨¦ste pereci¨® y no puede castig¨¢rsele, se vuelve la vista hacia la compa?¨ªa, hacia los psic¨®logos, hacia las deficiencias de los tests para tripulaciones, hacia las normas vigentes para abrir o cerrar la cabina. Se pone el grito en el cielo porque un individuo que hab¨ªa padecido depresi¨®n a?os antes pudiera volar y hubiera conseguido su empleo. Si a toda persona con un antecedente de depresi¨®n o desequilibrio leve (crisis de ansiedad, por ejemplo) se la vetara para ejercer sus tareas, apenas quedar¨ªa nadie apto para ning¨²n trabajo. Tambi¨¦n es imposible controlar lo que cada sujeto piensa o maquina, o sus consultas intern¨¦ticas: ?c¨®mo saber que ese copiloto hab¨ªa estudiado maneras de suicidarse en las fechas previas?
No puedo imaginarme el horror de perder a seres queridos en una de esas calamidades, pero tengo la impresi¨®n de que las reacciones furiosas y la b¨²squeda febril de culpables tienen algo que ver con la intolerancia actual a estar s¨®lo tristes. Parece como si esto fuera lo m¨¢s insoportable de todo, y que resultaran m¨¢s llevaderos el enfado, la rabia, la indignaci¨®n. Quiz¨¢ eso consuele: pensar que el desastre pudo evitarse, que no se debi¨® a la mala suerte; que si todo el mundo hubiera cumplido debidamente con su cometido, no habr¨ªa pasado. S¨ª, uno ha de creer que eso consuela, pero no acabo de verlo, al contrario. Para m¨ª el dolor ser¨ªa mucho mayor si pensara eso. A la pena se me a?adir¨ªa el furor, y ya lo primero me parece bastante. De entre todas las declaraciones de familiares de v¨ªctimas me llam¨® la atenci¨®n, precisamente por infrecuente, la de un hombre que hab¨ªa perdido a su hijo, si mal no recuerdo. ¡°Me da lo mismo lo que haya pasado¡±, ven¨ªa a decir; ¡°si ha sido un mero accidente, un atentado, un fallo humano u otra cosa¡± (entonces a¨²n se ignoraba que la cat¨¢strofe hab¨ªa sido deliberada). ¡°Nada cambia el hecho de que se me ha muerto mi hijo, y eso es lo ¨²nico que cuenta ahora mismo. Ante eso, lo dem¨¢s es secundario¡±. Fue la persona con la que me sent¨ª m¨¢s identificado, aquella a la que comprend¨ª mejor, y tambi¨¦n la que me inspir¨® m¨¢s compasi¨®n (inspir¨¢ndomela todas). Era un hombre que aceptaba estar triste y desconsolado, nada m¨¢s (y nada menos). Cuyo dolor por la muerte era tan grande y abarcador que todo lo dem¨¢s, al menos en el primer momento, le resultaba insignificante, prescindible, hasta superfluo. Al lado del hecho irreversible de la p¨¦rdida, el porqu¨¦ y el c¨®mo y el antes no le interesaban. Si me fij¨¦ tanto en ¨¦l y me conmovi¨® su postura fue porque se ha convertido en casi excepcional que la gente se abandone a la tristeza cuando tiene motivos, s¨®lo a ella. Como si ¨¦sta fuera lo m¨¢s intolerable de todo y se requiriera una especial entereza para encajarla. Como si ya no se supiera convivir con ella si no lleva mezcla, y no va acompa?ada de resentimiento o rencor hacia alg¨²n vivo.
elpaissemanal@elpais.es
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.