Conspiraci¨®n

Las sucesivas explosiones de esc¨¢ndalos ligados a altos cargos del PP, tan puntuales como inoportunas para sus intereses ante la inminente cita electoral, han disparado las hip¨®tesis conspirativas. Desde hace una semana, Espa?a se divide entre los partidarios de si ha habido o no filtraci¨®n y entre quienes opinan que ¨¦sta ha venido de dentro, de fuera, o es fruto del trabajo normal de las instituciones. En cualquier caso, dos cosas parecen claras. La primera es que en el PP dan por descontado el batacazo, porque no se recuerdan filtraciones de este calibre en v¨ªsperas de un triunfo electoral. No es el ¨²nico partido donde se est¨¢n produciendo movimientos destinados a promover la carrera pol¨ªtica de personas concretas, que anteponen su propio futuro al de la organizaci¨®n a la que pertenecen. Para m¨¢s de uno, un buen resultado de sus siglas el 24 de mayo supondr¨ªa un gran disgusto. Eso siempre es triste, pero m¨¢s graves me parecen las declaraciones de un presidente del Gobierno que se ha limitado a denunciar ataques externos contra el PP, para sumarse al ruido general que ha logrado, deliberadamente o no ¡ªque ni lo s¨¦, ni me importa¡ª, que no se hable de hechos tan graves como la sospechosa gran fortuna del defraudador Rato, o las retribuciones econ¨®micas, inmorales pero legales, que han cobrado diputados populares, como Trillo y Mart¨ªnez Pujalte, por charlar un rato con este o con aquel empresario. Aunque a estas alturas parezca casi mentira, la obligaci¨®n de Rajoy es gobernar para todos los espa?oles, y no servir a los intereses de su partido. Los rumores sobre quienes filtran la noticia no pueden suplantar a la noticia. Y si el presidente del Gobierno no lo sabe, los ciudadanos deber¨¢n record¨¢rselo en las urnas.