El combate de los prodigios
Floyd Mayweather y Manny Pacquaio son los protagonistas del mayor negocio deportivo del siglo
Todo en el combate Mayweather contra Pacquaio es m¨¢s grande que la vida, como en los melodramas cl¨¢sicos del cine americano. La expectaci¨®n alcanza grados de neurosis colectiva; las entradas se agotaron en 60 segundos, aunque es bien cierto que s¨®lo se pusieron a la venta 1.000 de un aforo de 16.500 (el resto se destinan a compromisos de los p¨²giles, los organizadores, el casino MGM de Las Vegas); la bolsa, mareante, asciende a 260 millones de d¨®lares de los que, dicen, Money Mayweather tiene garantizados, gane o pierda, 180 millones; las entradas, en origen, costaban entre 1.500 y 7.500 d¨®lares, pero en la reventa han llegado a los 351.000 d¨®lares (pausa aqu¨ª para recordar que El mundo est¨¢ loco, loco, loco); por pay per view el combate generar¨¢ no menos de 500 millones de d¨®lares (?a qui¨¦n le importan las entradas f¨ªsicas?); ver la pelea por Showtime o HBO costar¨¢ 99 d¨®lares, pero si usted est¨¢ en Las Vegas y quiere ver la pelea cerca del ring, aunque no tenga entrada, el Grand Casino MGM pone a su disposici¨®n un plasma por el m¨®dico precio de 1.000 d¨®lares; el anuncio que ocupar¨¢ el centro del cuadril¨¢tero ser¨¢ el de cervezas Tecate, que pagar¨¢ por tal honor m¨¢s de cinco millones de d¨®lares.
Grande, desquiciado y de purpurina, as¨ª es el combate Maywather contra Pacquaio por el mundial de los welters. Las strippers han prometido bailes gratis de por vida para el ganador. Si lo que sucede en Las Vegas no es lo bastante excitante, v¨¦ase lo que pasa en Filipina, tierra natal de Pacman Pacquaio. El Parlamento de Manila ha suspendido las sesiones para que los congresistas puedan asistir al combate; por cierto, se anuncia una emigraci¨®n masiva de parlamentarios a Las Vegas, porque no quieren perderse el combate del siglo; la guerrilla y el Ej¨¦rcito, dicen, han llegado a un pacto de no agresi¨®n impl¨ªcito para que todos, militares y guerrilleros, puedan vibrar con su paisano.
El negocio, engrasado al mil¨ªmetro, jibariza el combate en s¨ª. Mayweather y Pacquaio son boxeadores maduros (38 y 36 a?os respectivamente); combatir¨¢n por la bolsa de sus vidas. La gloria tambi¨¦n cuenta ¡ªMayweather aspira a retirarse invicto, como Rocky Marciano¡ª, pero la locura de este combate de los prodigios s¨®lo puede desatarla la furia del dinero.
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