La 'Ciudad de las Mujeres'
Un grupo de desplazadas construyeron con sus propias manos una ciudadela en la que tratan de rehacer sus vidas duramente golpeadas por el conflicto armado colombiano. Desde all¨ª exigen verdad, justicia y reparaci¨®n
Muy cerca de la tur¨ªstica Cartagena de Indias, la urbanizaci¨®n La Bonanza, en el municipio de Turbaco, parece estar en medio de la nada y apenas llama la atenci¨®n. Dentro, sin embargo, est¨¢n parte de los sue?os de vida digna hechos realidad por 98 mujeres a las que la guerra se lo hab¨ªa arrebatado todo. En ese lugar, ellas mismas construyeron un conjunto de casi 100 casas que ocupan s¨®lo dos manzanas del total del conjunto urbano, pero que bautizaron con el nombre de la Ciudad de las Mujeres.
Detr¨¢s de cada vecina de este lugar hay una historia desgarradora, un proyecto de vida truncado cuando el conflicto armado entr¨® en sus vidas y les indic¨® el camino de salida. Son habitantes del Choc¨®, de Antioquia, de Bol¨ªvar, de La Guajira y de muchos otros lugares de Colombia afectados por la guerra que tuvieron que abandonar sus pueblos y veredas huyendo de las amenazas y las balas. Lo dejaron todo. Lo perdieron todo. Y llegaron a Cartagena, una ciudad amable con el turista, pero hostil para la gente que busca refugio en sus barrios marginales. De la noche a la ma?ana y sin saber por qu¨¦ se hab¨ªan convertido en desplazadas.
Es el caso de Paula Castro que viv¨ªa en el Urab¨¢ antioque?o con sus hijos peque?os y trabajaba como empacadora en la compa?¨ªa bananera. ¡°Mi vida estaba organizada. Todo iba bien hasta que los grupos paramilitares empezaron a dejarse ver en la regi¨®n. Llegaron los muertos, las matanzas. Uno de esos paramilitares, El Mono Pecoso, se fijo en mi. Me dijo que a ¨¦l ninguna mujer se le resist¨ªa. Tuve que malvender la casa e irme¡±, recuerda.
Tambi¨¦n es el caso de Ana Luz Ortega que dej¨® su hogar en la regi¨®n de C¨®rdoba. ¡°Ten¨ªamos nuestros cultivos, nuestros animales, lo suficiente para vivir. Los paramilitares empezaron a cumplir sus amenazas; mataban y arrojaban a los hombres al r¨ªo, se llevaban los cerdos, las vacas y los caballos. Siempre hab¨ªa habido enfrentamientos entre la guerrilla y el ej¨¦rcito pero cuando entraron los paramilitares eso fue ya un exterminio y decidimos salir del pueblo. Yo ten¨ªa seis ni?os y fue muy duro para mi llegar a un lugar que no conoc¨ªamos¡±, explica.
Yo me sentir¨ªa reparada cuando sepa por qu¨¦ y quienes me desplazaron Eidanis Lamadrid
A Eidanis Lamadrid le toc¨® igualmente abandonar la finca de la vereda donde viv¨ªa en los Montes de Mar¨ªa, en la regi¨®n de Bol¨ªvar. ¡°Viv¨ªamos asediados por la guerrilla. Si llegaban no pod¨ªas decirles que se fueran y eso las autoridades lo tomaban como que colabor¨¢bamos con ellos. La situaci¨®n se hizo insostenible y los combates eran cada vez mas intensos. Es dif¨ªcil dejar lo que se ha construido durante tantos a?os, pero cuando lo hicimos lo ¨²nico que uno proyecta y le importa es la vida de los hijos¡±, se?ala la que es hoy una de las lideresas del proyecto de la Ciudad de las Mujeres.
Como las de Paula, Ana Luz y Eidanis, en la Ciudad de las Mujeres hay 95 historias m¨¢s que hablan de violencia sexual, de asesinatos y desapariciones de sus seres queridos y de todas las violaciones a los derechos humanos posibles. Salvo alguna excepci¨®n, la mayor¨ªa de las 98 son migradas que acabaron viviendo en condiciones infrahumanas en los barrios m¨¢s pobres de Cartagena, en ranchos en los que hab¨ªa que salvar el colch¨®n cada vez que llov¨ªa y vender cualquier cosa para tener algo que llevar a la boca de los hijos.
Su vida cambi¨® cuando conocieron a la abogada feminista Patricia Guerrero, directora de la organizaci¨®n La Liga de Mujeres Desplazadas, que sol¨ªa visitar los barrios invisibles de Cartagena empe?ada en organizar a las v¨ªctimas de desplazamiento y violencia sexual. ¡°La doctora Patricia nos rescat¨® realmente. Nos hizo ver que la guerra y el Estado nos hab¨ªa vulnerado nuestros derechos y que esos derechos deb¨ªamos recuperarlos y hacerlos valer. Gracias a ella adem¨¢s podemos contar lo que nos pas¨® y hemos tenido una atenci¨®n psicosocial¡±, dice agradecida Eidanis en nombre de todas.
Capacitaci¨®n y manos a la obra
Integradas ya en a Liga de Mujeres Desplazadas, se fueron reuniendo y fortaleciendo. En semejantes condiciones decidieron que su mayor prioridad era tener una vivienda digna. El proyecto de la "ciudad" empez¨® a gestarse. Buscando lugares que fuesen aptos para vivir pusieron el ojo en una urbanizaci¨®n que se iba a construir a las afueras de Cartagena. Consiguieron el dinero para comprar el terreno gracias a la cooperaci¨®n estadounidense y hablaron con el constructor para poner las condiciones: invertir¨ªan all¨ª a cambio de que las contratase como mano de obra no cualificada y as¨ª ellas mismas pudieran hacer sus viviendas. Tambi¨¦n fabricar¨ªan los ladrillos para las casas que deb¨ªa comprar el empresario. De esta forma aportar¨ªan en trabajo y material el valor de la vivienda.
Queremos demostrar que organizadas s¨ª se puede y que organizadas es m¨¢s dif¨ªcil desintegrarnos
Luvis C¨¢rdenas
Todas se pusieron manos a la obra capacit¨¢ndose primero en diferentes tareas de alba?iler¨ªa y construcci¨®n. Aprendieron a nivelar terrenos, a construir ladrillos, a mezclar cemento. Y ya cuando empezaron a construir, unas hicieron el trazado, otras cavaron la tierra, otras levantaron paredes y otras hicieron las calles y las jardineras. Estuvieron tres mes trabajando. El resultado, 98 viviendas de 78 metros cuadrados cada una con dos habitaciones, sala, cocina, ba?o y un patio. ¡°Fue una experiencia muy bonita. Quiz¨¢ muchos hombres pensaron que no ten¨ªamos la capacidad para hacerlo, pero demostramos que s¨ª y ah¨ª est¨¢ nuestra ciudad¡±, dice Ana Luz orgullosa.
La idea de vivir juntas hab¨ªa sido antes muy meditada. ¡°?ramos mujeres que proced¨ªamos de diferentes partes del pa¨ªs, con diferentes culturas. Aqu¨ª hay mujeres afrodescendientes, mestizas e ind¨ªgenas. De alguna manera, la 'Ciudad de las Mujeres' representaba un reasentamiento poblacional. Hicimos normas de convivencia sobre c¨®mo quer¨ªamos vivir. El sue?o era tener un lugar donde todas pudi¨¦ramos estar tranquilas, trabajando y resistiendo¡±, dice Luvis C¨¢rdenas, otra lidereza de la ciudadela.
Nuevas amenazas
La Ciudad de las Mujeres es un proyecto de la Liga de Mujeres Desplazadas, pero materializarlo no fue f¨¢cil. El reasentamiento en Turbaco coincidi¨® con una ¨¦poca de inseguridad creciente en la zona, con presencia de grupos armados que trataron de desestabilizarlo. Volvieron a sufrir amenazas, hostigamientos y vieron como asesinaban al vigilante que cuidaba los materiales, marido de una de las beneficiarias.
En este tiempo que llevan ya en el barrio tampoco han dejado de vivir en tensi¨®n y prevenidas. Los grupos paramilitares han inundado de panfletos amenazantes las calles, han intentando imponer su propio control territorial con normas que dec¨ªan a los vecinos a qu¨¦ hora deb¨ªan acostarse y las han tratado de extorsionar con el cobro de impuestos. Hace menos de un a?o un sospechoso incendio les destruy¨® el centro multifuncional donde ten¨ªan la panader¨ªa, el comedor comunitario y el jard¨ªn infantil para los m¨¢s peque?os. No se amedrantaron ni se sometieron y volvieron adem¨¢s a reconstruir el centro comunal.
Con todo, lo m¨¢s dif¨ªcil, reconocen, ha sido la sostenibilidad econ¨®mica. Los proyectos productivos no acabaron de funcionar. Ellas lo han intentado todo para generar ingresos por cuenta propia, pero por diferentes circunstancias han fracasado, salvo el caso de algunos peque?os negocios.
Saber la verdad
Concluido el proyecto de vivienda, siguen igualmente inmersas en su lucha por la justicia, la verdad y la reparaci¨®n como v¨ªctimas del conflicto armado. Para Eidanis queda mucho por hacer. ¡°Hay compa?eras que todav¨ªa no tienen una vivienda digna, nuestros casos de denuncia por desplazamiento forzado, por violencia sexual o por cr¨ªmenes a nuestros familiares siguen en la impunidad. Yo me sentir¨ªa reparada integralmente cuando sepa por qu¨¦ me desplazaron, qui¨¦nes me desplazaron, qui¨¦nes asesinaron a los familiares de mi esposo y por qu¨¦ lo hicieron. Tambi¨¦n cuando tenga a mis hijos con una educaci¨®n garantizada, tengamos buenos servicios de salud y una vida estable aqu¨ª¡±, remarca.
La Ciudad de las Mujeres es en definitiva como una peque?a Colombia en miniatura que refleja lo peor y lo mejor de este pa¨ªs. Lo peor, las consecuencias de un conflicto armado que se ceb¨® con la poblaci¨®n civil y que ha generado casi siete millones de v¨ªctimas, de los que unos seis millones ser¨ªan desplazados. Lo mejor, los procesos de lucha, dignidad y resistencia generados contra la guerra, encarnados en muchos casos por mujeres. ¡°Queremos demostrar que organizadas s¨ª se puede y que organizadas es m¨¢s dif¨ªcil desintegrarnos. Es un ejemplo de lo que somos capaces de hacer en este pa¨ªs por la construcci¨®n de una paz verdadera. Las mujeres de La Liga somos un paradigma de empoderamiento y trabajo en equipo, un testimonio de la importancia que tiene el trabajo con mujeres para garantizar la restauraci¨®n de los derechos de la inmensa poblaci¨®n desplazada en Colombia¡±, concluye Luvis C¨¢rdenas.
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