Lo reciente queda antiguo
En los h¨¢bitos cotidianos, Internet y las redes sociales suponen un cambio de mayor transcendencia del que en su d¨ªa represent¨® la m¨¢quina de vapor. Equivale al tr¨¢nsito de la Edad Media y la Edad Moderna en poco m¨¢s de dos d¨¦cadas
La gente, seg¨²n va entrando en a?os, tiende a comparar el mundo presente con el de su propia juventud. ¡°Cuando yo era joven¡¡±. Por lo general, una realidad m¨¢s positiva que la conocida por la juventud actual: antes hab¨ªa m¨¢s seriedad, m¨¢s conciencia, m¨¢s educaci¨®n, etc¨¦tera. Y cuando la evocaci¨®n es negativa ¡ªla guerra, la posguerra, los rigores del sistema educativo de entonces¡ª, el hecho de haberla superado la convierte en un triunfo personal. El resto, curiosidades para amenizar la tarde, tanto m¨¢s chocantes cuanto m¨¢s remotas: apenas hab¨ªa coches, el Atl¨¢ntico solo se cruzaba en barco, etc¨¦tera. Curiosidades que han ido cambiando de generaci¨®n en generaci¨®n a lo largo de los ¨²ltimos 200 a?os.
Otros art¨ªculos del autor
Claro que a veces los cambios son m¨¢s bruscos, y a eso responde la tradicional divisi¨®n de la Historia en Edades.
Con todo, en el curso del pasado siglo, esa sucesi¨®n de cambios, esa constante evoluci¨®n perfeccionista as¨ª en lo bueno como en lo malo, era m¨¢s de lo mismo. Hab¨ªa un progreso social y econ¨®mico interrumpido de vez en cuando por una revoluci¨®n o una guerra, y la t¨¦cnica no dejaba de incrementar sus aplicaciones, desde el avi¨®n a reacci¨®n hasta el aire acondicionado o el frigor¨ªfico. Y esa progresi¨®n en los ¨¢mbitos m¨¢s diversos era lo que recog¨ªan los abuelos al destacar ante sus nietos las diferencias entre el ayer y el ahora. Cosas que hoy a los menores de 20 a?os les parecen poco menos que irrelevantes, simples aspectos de ese m¨¢s de lo mismo antes mencionado. Y es que, en poco m¨¢s de dos d¨¦cadas la realidad circundante parece haberse diluido en sus contornos. Las crisis econ¨®micas y financieras se producen casi sin saber c¨®mo por m¨¢s que se les busque un referente concreto. A las guerras entre bloques han sucedido los enfrentamientos entre milicias de dif¨ªcil identificaci¨®n. La clase obrera ha sido sustituida por simples trabajadores y los t¨ªtulos universitarios no han hecho m¨¢s que perder relieve. Los Estados semejan cada vez m¨¢s una empresa y las empresas, un Estado. Vamos, un mundo fluido, de consistencia desdibujada, en contraposici¨®n a la firmeza de los bloques enfrentados hace tan solo poco m¨¢s de dos d¨¦cadas. Una realidad en la que la ¨²nica referencia v¨¢lida acaba por ser Internet. Solo que la Red, y en especial las redes sociales que propicia, no es el espejo en el que se reflejan y visualizan esos cambios, sino una realidad estrechamente ligada al origen de tales cambios.
A diferencia de otros inventos, la Red establece una relaci¨®n ¨ªntima?con el usuario
En efecto, la consolidaci¨®n totalizadora de Internet y las redes sociales supone, en la vida y h¨¢bitos cotidianos, un cambio de mayor trascendencia que el que en su d¨ªa supuso la m¨¢quina de vapor o el motor de explosi¨®n, en la medida en que afecta directamente a la sociedad considerada en su conjunto, individuo por individuo; en la medida en que ese individuo interioriza su uso de forma similar a como se pueda asumir una ideolog¨ªa o una creencia religiosa. Algo no comparable, por ejemplo, a tener un coche o a viajar en tren, en avi¨®n o en barco; ni siquiera al acto de darle a un interruptor y que se encienda una luz, una luz que ilumina el entorno m¨¢s inmediato de quien la ha encendido. Lo propio de la Red es su capacidad de introducirse en todos los ¨®rdenes de la vida del individuo, de cada individuo. Y ese cambio, que por su car¨¢cter generalizado produce en los h¨¢bitos sociales creando as¨ª un antes y un despu¨¦s, da pie a empezar a pensar que tal vez nos encontremos ante un cambio de Edad similar al que se cre¨® en el Renacimiento, en el tr¨¢nsito de la Edad Media y la Edad Moderna.
La importancia de los h¨¢bitos sociales, de un cambio en esos h¨¢bitos es, a este respecto, decisiva: cuando se produce, la vida de los ciudadanos es otra. Y es que, a diferencia de otros inventos, la Red establece una relaci¨®n ¨ªntima con el usuario puesto que, a la vez que este entra en ella, sea para resolver un problema o una duda, sea por puro placer adictivo, en justa reciprocidad, la Red entra en el usuario tocando o afectando sus puntos m¨¢s sensibles, traz¨¢ndole o configur¨¢ndole un car¨¢cter, un perfil ¡ªcomo suele decirse¡ª, al tiempo que ofreciendo a los otros, al mundo entero, la posibilidad de que le conozcan tal cual es o como quisiera ser. Algo que no le sucede, como dec¨ªamos, a quien se compra un nuevo coche, por ilusi¨®n que le haga conducir un ejemplar de tal o cual marca; ni emprender un vuelo intercontinental, por no hablar ya del tren o el metro. Para el usuario ¡ªy aunque no sea consciente de ello¡ª m¨¢s estimulante que utilizar la Red es la posibilidad de ser ¨¦l quien se vuelque en ella.
El epicentro de ese volcarse es el selfie o, mejor dicho, el intercambio de selfies. Una adicci¨®n que si comienza con el prop¨®sito de dar a conocer su actividad cotidiana al tiempo que recibe la de los otros, termina impuls¨¢ndole a hacer tal o cual cosa sin otro objetivo que introducir sus ocurrencias en ese intercambio de selfies.
As¨ª, cuando las vacaciones, al emprender un viaje, lo de menos es ya el viaje en s¨ª, las peculiaridades de los lugares que se visita. Lo importante es poder ir mandando im¨¢genes de esas peculiaridades o curiosidades a las que se va accediendo, a la vez que a las ideas ingeniosas que tales peculiaridades puedan suscitar aunque poco o nada tengan que ver con el viaje. Lugares o monumentos famosos junto a los que fotografiarse. O las vicisitudes de un crucero mar¨ªtimo. O de un hotel de ensue?o en una isla paradisiaca. O de un imprevisto cualquiera de lo m¨¢s chocante. M¨¢s que el disfrute de la cosa en s¨ª lo que interesa es el resultante proceso de integraci¨®n propio de un chat. El resto es lo que a una obra de teatro el decorado.
El epicentro es el intercambio de ¡®selfies¡¯, esa adicci¨®n a dar a conocer la actividad cotidiana
La repercusi¨®n de ese cambio radical en los h¨¢bitos sociales terminar¨¢ afectando a todos los aspectos de la vida cotidiana. Por el momento, los m¨¢s perceptibles se revelan en los ¨¢mbitos m¨¢s medi¨¢ticos de la realidad circundante. La prensa, los libros, las salas de cine. Y es que, ?por qu¨¦ ir al cine, por ejemplo? Trasladarse hasta ¨¦l, hacer cola, comprar entrada, conseguir un asiento aceptable¡ ?No es mucho m¨¢s sencillo bajarse la pel¨ªcula? Y en cuanto a la prensa y los libros, ?por qu¨¦ someterse a esa tarea de ir pasando p¨¢ginas y m¨¢s p¨¢ginas? O sea que si cierran cines y librer¨ªas, ?pues que cierren!
Por suerte, desde la ¨¦poca de los papiros al libro actual, la lectura, acompa?ada a veces de la imagen, ha traspasado todas las Edades, adapt¨¢ndose siempre su formato a las caracter¨ªsticas del momento. Y el que no haya sido nunca una afici¨®n mayoritaria permite pensar que va a seguir subsistiendo, al margen de su siempre m¨¢s evanescente versi¨®n digital. Por algo es una afici¨®n minoritaria. Como la caza o la pesca. O el ajedrez. Eso s¨ª: cuando se le cuente a un ni?o c¨®mo era el mundo hace poco m¨¢s de dos d¨¦cadas no acabar¨¢ de entender que la gente pudiese apa?¨¢rselas sin la Red.
Luis Goytisolo es escritor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.