El elefante, el rey y Pablo
Pablo Iglesias, ante el Rey Felipe VI en la Euroc¨¢mara, demostr¨® cuatro cosas: 1) que cree en los marcos mentales; 2) que en pol¨ªtica la llave es tener un buen relato; 3) que, lejos de ser corrupta, la met¨¢fora es tremendamente esclarecedora; y 4) que va de listo. Seg¨²n las teor¨ªas de George Lakoff, autor de No pienses en un elefante, los marcos de referencia son estructuras mentales que conforman nuestra forma de ver el mundo. No podemos acceder a ellos conscientemente, pero s¨ª por sus consecuencias y a trav¨¦s del lenguaje. Por ejemplo: el elefante es un s¨ªmbolo republicano en Estados Unidos, de modo que ning¨²n dem¨®crata deber¨ªa de utilizar esta imagen si quiere expresar una voluntad de cambio social.
La narraci¨®n de Pablo Iglesias consisti¨®, de entrada, en poner en escena un falso salto del protocolo porque en verdad todo estaba t¨¢citamente controlado. El pol¨ªtico de Vallecas hab¨ªa advertido al s¨¦quito real que entregar¨ªa un regalo a Felipe VI, y al no ir empaquetado todos supieron, escoltas incluidos, de qu¨¦ se trataba. Aun as¨ª, la met¨¢fora de Iglesias funcion¨® a la primera enviando dos mensajes: que el l¨ªder de Podemos, con la espalda de su camisa arrugada y su coleta progre, es osado, capaz de sorprender a la audiencia y traspasar la l¨ªnea hier¨¢tica del saludo; y dos, que con su ocurrencia trataba de darle una lecci¨®n al monarca: ¡°V¨¦ala si quiere saber lo que pasa en pol¨ªtica en su reino¡±. Juego de tronos, ese cruce hipster de Shakespeare y Tolkien ¨Cbasada en las novelas de George R. R. Martin, un escritor norteamericano de g¨¦nero fant¨¢stico de culto¨C, trata de las intrigas y luchas din¨¢sticas entre diversos linajes por el control del Trono de Hierro del continente de Poniente. Nombres m¨ªticos para mirarse en el espejo de la ficci¨®n utiliza esa izquierda cada vez m¨¢s pulida con piedra p¨®mez a fin de rebajar su discurso antimon¨¢rquico hasta el punto de afirmar de que, si llegara al poder, tratar¨ªa de convencer al Rey de que la (deseable) legitimidad le obliga a ser votado por la ciudadan¨ªa, por lo que deber¨ªa someterse al refrendo popular.
Hay momentos en que la escena pol¨ªtica espa?ola parece no tanto una serie de moda como una nueva y sopor¨ªfera entrega de ladrones y polic¨ªas. El fango ha cubierto la gloria y la desafecci¨®n ha barrido el respeto de anta?o a los representantes p¨²blicos, muchos de ellos estafadores bic¨¦falos: mientras una cabeza hablaba de deber y responsabilidad a los ciudadanos, la otra se burlaba del fisco y abr¨ªa la mano a la chita callando ¨Cexpresi¨®n de naturaleza inquietante¨C. El bipartidismo se ha convertido en porciones de quesitos que, del naranja al morado, alteran el pantonario que hasta ahora ha coloreado Espa?a. Por ello, un pol¨ªtico experto en comunicaci¨®n como Pablo Iglesias sabe que s¨®lo a trav¨¦s de la empat¨ªa y de la construcci¨®n de nuevos marcos mentales podr¨¢ investirse de la credibilidad y del estilo propio necesarios para mover las ideas, esas grandes rocas que ni en sue?os conseguimos arrastrar monta?a abajo.
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