El silbato del ciberactivismo panafricano

El pasado domingo 15 de marzo, en un barrio de la periferia de Kinshasha una rueda de prensa pretend¨ªa escenificar la uni¨®n de las sociedades civiles de diferentes pa¨ªses africanos. Se anunciaba el nacimiento de una asociaci¨®n de j¨®venes comprometidos con el proceso de participaci¨®n pol¨ªtica, de cara a las pr¨®ximas elecciones presidenciales que se preparan para 2016. Se trataba de Filimbi, ¡°silbato¡± en lengua lingala. Y sus miembros aparec¨ªan flanqueados por los miembros de dos de los movimientos sociales con m¨¢s prestigio de ?frica franc¨®fona, los senegaleses Y¡¯en a Marre, ¡°Estoy harto¡±, y los burkineses Balai Citoyen, ¡°Escoba Ciudadana¡±, as¨ª como de otras organizaciones sociales congole?as como Lutte pour le changement (Lucha).

La puesta en escena, sin embargo, se desvi¨® por derroteros inesperados. Un grupo de agentes de la seguridad del Estado irrumpi¨® en la habitaci¨®n y detuvo a todos los presentes, inclu¨ªdos activistas de diferentes nacionalidades, periodistas e incluso un empleado de la embajada estadounidense, en total, cuatro decenas de personas. Lo que s¨ª que era previsible es que en esa situaci¨®n el incidente no tardase en saltar a las redes sociales. Inmediatamente, los ciberactivistas de las comunidades m¨¢s activas de la regi¨®n se hicieron eco del incidente.

La primera llamada de atenci¨®n surgi¨®, precisamente, a trav¨¦s de las redes sociales con un aviso desde la p¨¢gina de Facebook del colectivo burkin¨¦s Balai Citoyen y de ah¨ª pas¨® a Twitter, tambi¨¦n a trav¨¦s de los ciberactivistas del ¡°pa¨ªs de los hombres ¨ªntegros¡±.

La noticia corri¨® como la p¨®lvora con el aval de la organizaci¨®n panafricana Africtivistes y con la colaboraci¨®n de twitteros en Senegal, Burkina Faso, Costa de Marfil, Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, Gambia, Gab¨®n, Etiopia o los Pa¨ªses Bajos. Evidentemente, una vez que la informaci¨®n sobre el incidente se extendi¨®, las redes permitieron que superase todas las fronteras y consiguiese un alcance global. Parad¨®jicamente este contagio supon¨ªa que se hab¨ªa conseguido una parte de la finalidad del apoyo que los colectivos senegal¨¦s y burkin¨¦s hab¨ªan prestado a sus hom¨®logos congole?os y tambi¨¦n uno de los objetivos principales de las redes de ciberactivistas, demostrar la unidad del continente y poner en marcha una acci¨®n conjunta: ¡°No han podido construir la Uni¨®n Africana (la organizaci¨®n continental), nosotros lo estamos haciendo desde la base¡±, dec¨ªa uno de los mensajes difundidos en los primeros momentos.

A la informaci¨®n, le sigui¨® la denuncia y la exigencia y el hashtag que hab¨ªa servido para anunciar la reuni¨®n, #filimbi, se convirti¨® en el veh¨ªculo m¨¢s ¨¢gil para transmitir esta campa?a. La llamada a la uni¨®n se produc¨ªa en medio de la confusi¨®n porque las cuentas de las organizaciones sociales y de sus miembros arrestados se quedaron en silencio. De hecho, la de Filimbi, una semana despu¨¦s, contin¨²a sin haber twitteado nada desde los anuncios de la rueda de prensa de presentaci¨®n.

La movilizaci¨®n consigui¨® un primer efecto, llamar la atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n internacionales que se hicieron eco de los sucesos. Junto a la detenci¨®n de los militantes de diferentes pa¨ªses africanos, llamaba la atenci¨®n el arresto de un empleado de la embajada de los Estados Unidos en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo y en la campa?a digital se trataba de utilizar este arriesgado movimiento de las autoridades congole?as para aumentar la presi¨®n.

La propia delegaci¨®n diplom¨¢tica utiliz¨® su cuenta de Facebook para lanzar un comunicado relacionado con el suceso. En ese mensaje la embajada se quejaba de no haber sido informado de la detenci¨®n de su empleado y no ten¨ªa ning¨²n reparo en reconocer que hab¨ªa financiado parcialmente la actividad que consideraba ¡°intercambio de experiencias¡± entre j¨®venes de diferentes movimientos sociales congole?os y de otros pa¨ªses africanos. Como era de esperar el diplom¨¢tico norteamericano fue liberado poco despu¨¦s, igual que fueron abandonando su encierro algunos de los otros detenidos, hasta que s¨®lo quedaron los miembros de los movimientos sociales senegal¨¦s, burkin¨¦s y congole?os.

La campa?a se ha seguido desarrollando en dos l¨ªneas fundamentales. Una de ellas, contrarrestar la informaci¨®n difundida por las propias autoridades congole?as, sobre todo, a partir de que al d¨ªa siguiente de los arrestos el portavoz gubernamental, Lambert Mende, aseguraba que los activistas africanos formaban parte de dos comandos terroristas que hab¨ªan llegado al pa¨ªs para entrenar a la sociedad civil local y ayudar a desestabilizar al gobierno. El portavoz llegaba a asegurar en su comparecencia que los detenidos formaban parte de movimiento yihadista o que hab¨ªan planificado una formaci¨®n pr¨¢ctica para elaborar c¨®cteles molotov. Algunos medios impresos congole?os se hicieron eco de las declaraciones de Mende y soliviantaron a los quienes segu¨ªan el hashtag.

Los usuarios de la red de microbloging prefer¨ªan advertir al presidente de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo de la experiencia que ten¨ªan los miembros de los movimientos detenidos en acabar con las pretensiones de los mandatarios que se hab¨ªan intentado aferrar al poder en sus pa¨ªses.

La campa?a estaba siendo, en Segundo lugar, utilizada para ejercer presi¨®n sobre los responsables pol¨ªticos, tanto los senegaleses como los burkineses y, evidentemente, los congole?os. Twitter permit¨ªa a los usuarios interpelar directamente a ministros de los tres pa¨ªses y ponerlos en evidencia p¨²blicamente, pero no s¨®lo a ellos. Incluso el responsable de la Misi¨®n de las Naciones Unidas para la Estabilizaci¨®n de la RD Congo (MONUSCO), Martin Kobler, fue preguntado directamente. Los ciberactivistas consiguieron el pronunciamiento no s¨®lo de este responsable sino de la propia organizaci¨®n.

El mi¨¦rcoles 18, tres d¨ªas despu¨¦s de su arresto los miembros de Y¡¯en a Marre y de Balai Citoyen fueron puestos en libertad y en una comparecencia p¨²blica, el portavoz Lambert Mende continu¨® manteniendo las tendencias violentas de los detenidos y no vio contradicci¨®n en que los militantes congole?os continuasen detenidos. Al d¨ªa siguiente llegaban a Dakar y a Ouagadougou, respectivamente, y aprovechaban todas las ocasiones para hablar ante los medios. Sin embargo, estas liberaciones no supon¨ªan el final de la campa?a sino una especie de mutaci¨®n. El peso de la iniciativa se centraba en esa contradicci¨®n, en la voluntad de uni¨®n de las sociedades civiles africanas y en la continuidad del arresto de los activistas. Se impon¨ªa un hecho, diez d¨ªas despu¨¦s de ser atrapados por la polic¨ªa los militantes congole?os ni siquiera han sido puestos a disposici¨®n judicial. Fadel Barro, la cara m¨¢s visible de los senegaleses Y¡¯en a Marre insist¨ªa en esas cuestiones.

El reto para los ciberactivistas contin¨²a, pero, de momento, han conseguido dar una imagen de unidad que es el reflejo de los acercamientos entre las sociedades civiles nacionales.