#Noespis
Una campa?a online reivindica que la eyaculaci¨®n femenina no es un mito. Gabriela Wiener se adentra en el mundo del 'squirting' para comprobarlo.
Soy Gabriela, ya estoy aqu¨ª. Sube, dice esa voz. Quiero echar a correr, pero no me voy. En el ascensor rezo sobre todo para que el ex de M sea limpio, para que no sea demasiado desagradable, para que no me viole, ni me mate. Me digo que estoy loca, que tengo unos huevos enormes o unas neuronas muy peque?as, pero ya no hay tiempo de arrepentirse. La puerta se abre.
Anoche, como en la cuarta copa, cont¨¦ en el bar que mi reportaje en primera persona sobre la eyaculaci¨®n femenina peligraba seriamente. Ninja Squirt, el tipo que se hizo tan popular por masturbar mujeres vestido de ninja all¨¢ por el 2008, ya no hac¨ªa pajas, ahora te acompa?aba en un ¡°camino de autodescubrimiento¡±. Me ofreci¨® conectarme con mi sexualidad m¨¢s profunda y activar las pulsaciones de mi ¨²tero para empoderarme, un largo camino a 200 euros la sesi¨®n. Ten¨ªa que buscar otra 'fuente'.
Cuando acab¨¦ de decir esto, M me llam¨® a un lado. Ten¨ªa que hablarme de su ex, una especie de gur¨² del 'spiderman genital'. ?What? ¡°S¨ª, es la t¨¦cnica con la que te hace chorrear¡±, metiendo sus dedos como si fuera a escupir telara?as entre los edificios. ¡°Es r¨¢pido y letal¡±, apunt¨®.
?Por qu¨¦ tengo que venir donde un sujeto para que me lo haga? ?La eyaculaci¨®n femenina es cosa de hombres, de ninjas, de profesionales, de expertos de dedos largos, de fuerza, de brazo, de m¨²sculo? ?Qu¨¦ intento probarme a m¨ª misma? Algo de mi vocaci¨®n autogestionaria (soy autoorg¨¢smica) se resiente al verle aparecer en el portal. Es un tipo raro pero me alivia que no sea un psic¨®pata. Ya en su habitaci¨®n, me invita a sentarme en la cama. Hablamos de tecnicismos. La situaci¨®n no es habitual, es posible que me cueste excitarme. Me dice que me quite todo de la cintura para abajo y me tumbe. ?Quieres tocarte t¨² o prefieres que lo haya yo? Estoy m¨¢s vaga y m¨¢s seca que el desierto de Atacama. T¨², le digo. En estas condiciones ya da lo mismo.
He llegado a este punto porque no squirteo. No empapo la cama. No tengo orgasmos con aspersor. No riego las caras de mis amantes. Hay algo m¨¢s, la duda: ¡°?Y si soy una mujer incompleta?¡±. Es como cuando eres hijo ¨²nico: no es que no puedas vivir sin los hermanos que nunca tuviste pero siempre te acompa?ar¨¢ la sensaci¨®n de que te has perdido algo.
Pero no por eso voy a pensar que es pis, como concluye un reciente informe cient¨ªfico que desat¨® la ira de las mujeres eyaculadoras del mundo. A la torpe afrenta m¨¦dica ellas respondieron con el contundente hashtag #notpee, fotos de s¨¢banas mojadas y charcos en el suelo. ?Todas podemos eyacular? ?Es una cuesti¨®n fisiol¨®gica o una cuesti¨®n de entrenamiento? Quiz¨¢ ten¨ªa atravesado lo que me dijo una vez cierta amiga: ¡°Yo me corro s¨²perbonito pero lo otro es como la olla de oro bajo el arcoiris. La fucking aurora boreal. Te r¨ªes como una cretina y si sales a la calle fijo que te atropellan¡±.
Ya llevaba un buen tiempo pensando si exist¨ªa algo as¨ª como el Gran Orgasmo, el Dorado, un tipo de corrida que uniera la sensaci¨®n de cl¨ªmax con el momento chorro, cuando pas¨® lo de Elena Cabrera, periodista, amiga y activista del squirting. Ella me explic¨® que lo consegu¨ªa con masturbaci¨®n clitoridiana y una presi¨®n adecuada en la zona del punto g, sobre la 'pr¨®stata femenina'. Desde all¨ª las gl¨¢ndulas de Skene expulsan el l¨ªquido. Elena dice que a veces eyacula y no se corre, otras se corre y no eyacula. Y a veces sucede a la vez. Orgasmo y eyaculaci¨®n son cosas distintas, pero pueden ir juntas. Me sent¨ª cerca de una especie de respuesta. Poco despu¨¦s le ped¨ª intrigada que me ense?ara c¨®mo lo hac¨ªa. Para eso est¨¢n las amigas. La vi masturbarse, correrse y eyacular sin disimular mi envidia. Fue peor que si hubiera publicado un libro mejor que el m¨ªo.
Y ahora estoy aqu¨ª. Me siento como una m¨¢quina estropeada a la que hay que reparar a hostias. El tipo mete y saca sus dedos. Esto es una p¨¦rdida de tiempo, me digo. La sensaci¨®n es bastante molesta. Si te parece que vas a mear no te detengas, dice. Eso yo ya lo sab¨ªa. Me preocupa m¨¢s desgarrarme. Estoy en el suelo y a cuatro patas. La pose infalible, afirma. Me masturba desde atr¨¢s. Me doy cuenta de que en el tocadiscos suena algo de hardcore, la m¨²sica ambiental perfecta para sus duras y profundas arremetidas. Me ha susurrado amablemente al o¨ªdo: "tengo la fregona lista". Casi escucho el casta?eo de mi vagina dentada.
Siempre me ha parecido sospechoso que solo en el porno de squirting los orgasmos de las mujeres tengan categor¨ªa de real. Como si el placer tuviera que verse para existir. Como si el goce pudiera medirse o compararse. Como si el sexo no tratara de intimidad sino de espect¨¢culo. Tiene que ver con hombres que pagan alt¨ªsimas sumas por prostitutas que squirtean. Con Cytherea, la reina del chorro a propulsi¨®n y la ficci¨®n pornogr¨¢fica. Tambi¨¦n con los gur¨²s que se forran prometi¨¦ndonos que ¡°liberaremos a la verdadera mujer que llevamos dentro¡± echando agua. Pero la sospecha no me va a hacer eyacular.
Me meo. Siento una cosa muy rara. Como si se me hubiera roto algo por dentro. Algo desesperante, que empieza y cesa. De entre mis piernas brota el agua interior, transparente, limpia y cae al suelo, justo al alcance de la fregona. Pero no me he corrido.
¨CJoder, ha costado, por un momento pens¨¦ que no lo lograr¨ªas.
Y yo solo puedo pensar: ?De qu¨¦ me sirve el chorro si no me corro? Podr¨ªa hacer una canci¨®n. Mientras siento sus dedos salir de mis entra?as pienso que un d¨ªa de estos, con todo lo aprendido, incluso con esto, quiz¨¢ me lance a buscar la corrida perfecta, un chorro org¨¢smico, tan el¨¦ctrico como acu¨¢tico. Quiz¨¢ no existe, quiz¨¢ ya ha ocurrido, quiz¨¢ nunca llegue y siga simplemente moj¨¢ndome, corri¨¦ndome, siendo la ¨²nica mujer verdadera que puedo ser. O quiz¨¢, me espere en el futuro. En el sexo siempre hay una nueva olla debajo del arco¨ªris. Me incorporo antes de que mi masturbador use la fregona, paso el dedo sobre mi l¨ªquido, lo huelo, lo pruebo. No es pis.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.